miércoles, 31 de agosto de 2022

¡Gracias!

Más de 250 publicaciones durante cinco años. Todos los viernes, sobre las diez de la mañana, una nueva historia que contar. Fiestas, gastronomía, leyendas, monumentos, sucesos… en definitiva, historia.

¿La intención de este blog? Dar a conocer la riqueza patrimonial e inmaterial de la capital del Santo Reino, la gran desconocida para muchos. Lo que somos, y cómo somos los jiennenses, nuestras costumbres, lo que usamos, lo que nos rodea, tiene su origen en la historia.

No se puede ignorar de donde venimos, pues esa es nuestra razón de ser. Representantes del sector, administraciones públicas, el pueblo en sí, debe cuidar y apoyar algo tan importante como nuestras raíces. Apoyar la cultura, el turismo, proteger nuestro patrimonio, nuestras costumbres, debería ser uno de nuestros deberes en nuestro día a día.

Que este blog ponga su granito de arena en ayudar a descubrir lo que para muchos es desconocido es un auténtico sueño hecho realidad. Ha servido para promocionar, informar y orientar sobre lo que tenemos, porque, aunque no se quiera asumir, cada calle, cada monumento, cada fiesta, etc, es también parte de cada uno de nosotros, de los que podemos decir que tenemos la enorme suerte de nacer en una ciudad como la nuestra.

La despedida se merece un gracias hacia aquellas personas que han dedicado, al menos, un segundo de su vida en interesarse por su ciudad, por sus gentes. Por suerte o desgracia, esta aventura llega a su fin, con el convencimiento de ser uno de los mayores proyectos personales y/o profesionales de quien les escribe.

¡Hasta siempre!

viernes, 26 de agosto de 2022

El viaje de los Reyes Católicos a la capital del Santo Reino

 

A finales del siglo XV nuestra ciudad vivió una de las épocas más apasionantes de su historia, todo ello porque la capital del Santo Reino servía de frontera con el reino de Granada. Nuestros antepasados vivieron la visita, hasta en cuatro ocasiones, de sus majestades Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, popularmente conocidos como los Reyes Católicos. Tres de sus estancias se produjeron antes de la reconquista y una última después de la misma.

Uno de sus viajes se produjo desde el 10 de septiembre hasta mediados de octubre de 1485 para conquistar Cambil y Alhabar, como así sucedió. La tercera visita tuvo lugar entre el 22 de mayo y el 20 de octubre de 1489 para tomar Baza. En esta visita, la reina Isabel vivió sola junto con sus hijos y su corte en el desaparecido Palacio del Obispo, situada en la calle Campanas esquina con la calle Cerón.

Tan importante era su estancia en dicho palacio que se construyó un arco volado que comunicaba el inmueble con la primitiva Catedral de Jaén para que la monarca pudiera asistir a las misas que se celebraban en el templo. Esta época pudo marcar un antes y un después en el futuro del reino, puesto que algunos historiadores aseguran que fue aquí, en Jaén capital, donde Isabel de Castilla le dio el sí a Cristóbal Colón para que éste pudiera hacer su ansiado viaje a las Indias.

La cuarta y última estancia se encuentra documentada y de ella se comenta que duró apenas unos ocho días, ya que regresaron a Jaén el 2 de agosto y la abandonaron el día 10 para dirigirse a Granada.

Siempre se ha comentado que la capital del Santo Reino era la ciudad perfecta para que los Reyes Católicos pudieran dirigir desde aquí una Reconquista de Granada con el que poner fin a la época árabe en la península iberíca, pero quizás tanta visita pudo estar relacionado con una intensa amistad que Isabel la Católica mantuvo con la gobernadora de Jaén, y a su vez viuda de don Miguel Lucas de Iranzo, Teresa de Torres.

Tal era el cariño que la monarca le tenía a la noble que, una vez Teresa de Torres abandonó la ciudad para enclaustrarse en un convento sevillano en la categoría de monja rasa, decidió sacarla de dicho recinto cristiano para convertirla en Abadesa Mayor del Monasterio de Isabel la Real situado en el barrio del Albaicín de la capital nazarí, donde Teresa de Torres vivió sus últimos años de vida.

viernes, 19 de agosto de 2022

El desposorio De Iranzo-De Torres: Una unión singular

 

Si hay una familia destacada en la historia de la capital del Santo Reino es aquella formada por don Miguel Lucas de Iranzo y doña Teresa de Torres. Don Miguel Lucas nació en Belmonte, un municipio de Albacete, en 1453. De origen humilde, vivió sus primeros años en el seno de una modesta familia hasta que entró en la corte real al servicio de Juan Pacheco, Marqués de Villena. A través de éste lograría servir como paje del futuro rey Enrique, logrando ascender en su carrera profesional gracias al vínculo afectivo que mantenía con el futuro monarca.

Pese a su rivalidad con el propio Juan Pacheco, Beltrán de la Cueva y Pedro Girón, Miguel Lucas llegó a desempeñar puestos de responsabilidad tales como Halconero Mayor del Reino, Chanciller Mayor de Castilla y Alcaide de Alcalá la Real, Andújar y Jaén. Después fue nombrado Corregidor de Baeza y Condestable de Castilla.

Doña Teresa de Torres, en cambio, era Condesa de Villadompardo. Si bien se desconoce la fecha de su nacimiento, si se han encontrado documentos que certifican que era la única hija legítima nacida del matrimonio entre Carlos de Torres, IV señor de Villadompardo, y doña Guiomar Carrillo.

Aprendió a leer y a escribir gracias a la educación recibida en el convento de las clarisas de Jaén, de la orden franciscana. Poco tiempo más tarde, bajo la tutela de su tío Juan de Torres tras la muerte de su padre, comienza a recibir una educación típica de las señoras de la corte, como montar a caballo o conocer los juegos, bailes y formas de actuar y vestir de aquellas damas que acompañaban a los nobles.

Fue el propio rey Enrique IV el que decide desposar a nuestros protagonistas, celebrando su boda el 1 de noviembre de 1456. Dos años más tarde, con el nombramiento de Miguel Lucas como barón, conde y condestable de Castilla, nuestro protagonista se mudó definitivamente a la capital del Santo Reino. A partir de entonces, Teresa de Torres controla el mayorazgo urbano, las propiedades de su familia y todos los temas económicos y políticos de su familia a la sombra de su marido.

En diciembre de 1460 el matrimonio inaugura su sede definitiva, un desaparecido palacio, del que aún quedan algunos restos, en pleno casco antiguo de la ciudad, cercano a la Catedral de Jaén. Tras varios abortos, el 7 de enero de 1465, a las 10 horas, nació Luisa de Torres. Tres años más tarde, el 11 de abril de 1468, en plena madrugada, Teresa de Torres da a luz a un sano varón, Luis de Torres, a la postre heredero de la herencia de su familia. Después de sucesivos alumbramientos, un brote de peste acaba con la vida de Luisa de Torres el 8 de enero de 1470, tras una crisis de epilepsia.

Las malas lenguas aseguraron en aquella época que el matrimonio, precisamente, era de todo menos feliz. De hecho, se comentaba que el matrimonio dormía en alcobas diferentes. En el centro de la ciudad, en el desaparecido Palacio del Condestable, tanto Miguel Lucas como doña Teresa dormían en torres diferentes, construidas en el espacio comprendido actualmente como Teatro Darymelia. Cuando estos se mudaban temporalmente al Castillo de Santa Catalina, Miguel Lucas realizaba su vida en la Torre del Homenaje, mientras que doña Teresa vivía en la Torre Portera, popularmente conocida como Torre de las Damas.

Estas habladurías también comentaban que la dama sufría innumerables infidelidades por parte de su marido. Las más notorias fueron una bella mora que acabó fatalmente asesinada en el Alcázar Viejo de la fortaleza cristiana, y también la estrecha relación que, al parecer, mantuvo Miguel Lucas con el monarca Enrique IV.

El 21 de marzo de 1473, Miguel Lucas de Iranzo fue asesinado mientras rezaba de rodillas en la capilla mayor de la Catedral. Los culpables de tal fatal desenlace justificaban su acto en que, al parecer, la víctima apoyaba a los judíos de la ciudad. Su cuerpo fue enterrado en el panteón que la familia De Torres se había construido en la Santa Iglesia Catedral.

Desde entonces, Teresa de Torres gobernó la ciudad hasta el año 1500, época en el que abandona Jaén para convertirse a monja. Durante su gobierno, debido a la estrecha relación de amistad que mantenía con Isabel la Católica, la noble consiguió que los monarcas se hospedaran en la ciudad hasta en cuatro ocasiones. Incluso se comenta que fue en su tercera visita donde la reina Isabel acuerda con Cristóbal Colón su supuesto viaje a las Indias.

La vida de nuestra protagonista acabó en el año 1521, siendo Abadesa Mayor del Monasterio de Santa Isabel la Real por orden de Isabel la Católica, en pleno barrio del Albaicín de la ciudad nazarí.

Su único hijo, Luis de Torres, se enclaustró en un monasterio cordobés, según las habladurías de la época, porque no fue correspondido en el amor. De este modo, finalizó, para siempre, el linaje de los De Torres-De Iranzo. Una familia que tanto dio, y tanto le tenemos que agradecer, aún en pleno siglo XXI, los habitantes de Jaén.

viernes, 12 de agosto de 2022

En el olvido: Antiguas Casas Consitoriales de Jaén

A lo largo de su extensa historia la capital del Santo Reino ha disfrutado de diversas casas consistoriales desde donde se controlaba la vida política y social de la ciudad. Una de ellas, anterior a la actual, se situaba en el costado sur de la Plaza de Santa María, ocupando parte de lo que hoy es calzada, entre la calle Príncipe Alfonso, junto a la Torre de Alcotón, que solía utilizarse como prisión para los caballeros veinticuatro, y el desaparecido Palacio de Montemar.


El edificio se levantó en tiempos del emperador Carlos V, pero las necesidades constructivas de la Catedral fueron recortando el edificio, que perdió en 1555 y 1590 buena parte de su fachada. Dos siglos más tarde, allá por 1758, fue preciso hacerle una reforma a fondo, aprovechando la supresión del Postigo de las Cadenas para ampliarlo por esa zona.

LA fachada fue respetada pero se aumentó su función de fachada-mirador. La planta baja se abría con un acceso que daba al zaguán. A su izquierda había dos puertas que daban paso a las oficinas de los escribanos. Bajo unos ventanales que daban luz al interior se crearon otras dos puertas simuladas. La planta principal estaba compuesta por una galería que daba acceso a un balcón a través de dos puertas de media hoja en los extremos de la misma. En el sótano se diseñó un ropero y un espacio conocido como La Nevera.

Aun en el interior se siguieron creando otras dependencias como los oficios de escribanía, la sala capitular para celebrar sesiones de verano, la dependencia de Contaduría y una vivienda para el portero o el conserje del edificio. La planta noble contaba con una gran sala capitular para las reuniones del Ayuntamiento y su oratorio, y en la segunda planta se contaba con dos habitaciones destinadas a almacenar armería.

En 1837 se empezó a modificar las viejas Casas Consistoriales y en 1862 se volvió a remodelar su fachada con motivo de la visita de Isabel II a la ciudad. Años más tarde, el Ayuntamiento pasó al Palacio de Montemar, procediéndose al derribo total del edificio, ganando la plaza espacio y un alineamiento más regular.

viernes, 5 de agosto de 2022

Barrios de Jaén: San Pedro

La barriada de San Pedro fue una de las zonas de la ciudad que más notoriedad obtuvo a lo largo de su historia hasta los primeros años del siglo XX, gracias a la unión de otros espacios anexos a su collación, pasando de tener diecisiete calles bajo su jurisdicción a cuarenta y siete.


El símbolo del barrio fue durante muchos años la parroquia de San Pedro, un espacio delimitado por el Convento de Santa Clara y el Arroyo de San Pedro. Su diseño, de estilo sencillo y sobrio, de piedra labrada, corrió a cargo de Francisco del Castillo El Mozo y se mantuvo en pie hasta el año 1967, época en la que se cumplieron más de medio siglo de abandono, ya que el templo fue anexionado a la Iglesia de San Juan por los daños que existían en la estructura del templo.

Su patrimonio artístico fue recogido de otros templos religiosos como el de Santa Cruz y San Miguel, o de los Conventos de La Coronada y Santo Domingo. También fue sede de numerosas cofradías, entre ellas la de San Pedro, la del Santísimo Sacramento, la de Ánimas Benditas, la del Santo Cristo de las Penas, la de la Virgen del Carmen y la de Nuestra Señora del Socorro, ésta última procedente de la extinta parroquia de San Miguel.

Junto al templo comenzaba la calle del Ataúd, actualmente como calle Bailén, porque allí se guardaba la parihuela y el ataúd utilizado para los entierros de feligreses humildes. Si se quería llegar al centro de la ciudad se atravesaba la calle de San Bartolomé, lugar donde se encontraba el Campillejo del Vinagre. Aún se mantiene allí una hornacina dedicada al Santo Cristo de la Amargura.

Por esta calle se llegaba al antiguo Barranco de la Coronada, conocido previamente como Barranco de San Pedro. Un hecho trágico manchó de sangre un solar colindante en 1957. Los fuertes vientos que azotan habitualmente a la capital del Santo Reino hicieron que saliera expulsada por el cielo la pantalla del Cine Rosales, provocando la muerte de cuatro personas que residían en la primera vivienda de la calle.

La entrada principal del barrio se realizaba por el Arco de San Agustín, también conocido como Portillo del Arroyo de San Pedro, un monumento destruido en 1860. El inmueble defensivo desembocaba en el Campillejo de San Agustín o Plaza de las Moreras, hoy en día desaparecido porque allí se edificó parte de la actual calle del Doctor Eduardo Arroyo.

La calle de los Caños, o del Caño, debe su nombre a un pilar público frente a las antiguas Carnicerías, bajo la traza de Francisco del Castillo en 1959 y reformada en 1648. En ella hubo un nicho en forma de concha donde aparecía una imagen de la Virgen, flanqueado por dos leones. De los leones se conoce que en la actualidad se encuentran en la Casería de San José, luego del Portón de los leones.

En el edificio de Las Carnicerías, del siglo XVIII, se puede leer lo  siguiente: Se acabó esta obra siendo Corregidor Don Vicente Caballero Illanes Henríquez de Guzmán del Orden de Santiago, Señor de la Isla y Coto de la Grana, Justicia Mayor e Intendente General de Guerra, Hacienda y Justicia y Policía de esta ciudad de Jaén y su partido por su Magestad Católica, siendo comisarios de la Junta de Propios y Arbitrios D. Pedro Esteban del Río, Don Agustín Marín de Viedma, Veinticuatros de esta ciudad a 3 de abril de 1763”.

En este espacio, aparte de la función que cumplía primitivamente, posteriormente se habilitó también para abrir allí un Grupo Escolar y, en la actualidad, se encuentra abandonado a su suerte. Se dice que bajo el inmueble se encuentran los restos de unos baños árabes conocidos como Baños del Naranjo. Cercano a este también existió un edificio porticado donde se abrió una pescadería y un horno, del que se dice se hizo famoso el mítico Hornero de los Caños.

También es cierto que la calle de Los Caños la podríamos dividir claramente en dos partes. En la primera se concentraba grandes casas solariegas de la época, mientras que la segunda estaría formada por una especie de plaza que sirvió para instalar un pequeño mercado de frutas y verduras a principios del siglo XX. En su tramo final existió una mezquita, de cuyo alminar han quedado algún que otro resto arqueológico.

El Real Monasterio de Santa Clara, en la calle dedicada a la santa, es una fundación religiosa creada por Fernando III en el siglo XIII que estuvo primitivamente en la zona sur de la ciudad. Buscando mayor seguridad, con el apoyo de Juan de Narváez, las franciscanas se trasladaron a su sede actual en 1495. En el interior se expone en veneración la imagen del Cristo de las Misericordias, Cristo del Bambú o Cristo de los Estudiantes, una talla anónima de comienzos del siglo XVI.


La calle de las Higueras siempre ha sido una calle solitaria protegida por tapias de huertos y corralones en los que siempre existieron las higueras, de donde vino su nombre. Como el barrio siempre estuvo repleto de tahonas, varias de sus calles están dedicadas a estas. La calle del Horno de la Santa Cruz servía de conexión entre los barrios de San Pedro y Santa Cruz. La calle del Horno de los Caños, renombrado como Horno de la Bovedilla, es también conocida como Caño de San Agustín y de Gracia.

La calle de Ludeña, posteriormente de Josefa Sevillano, y la calle de las Palmas, eran las calles limítrofes con el barrio de San Bartolomé. La calle del Remojadero del Pescado, sin embargo, demuestra la existencia de una lonja municipal donde se traficaba con pescado, bien fuera fresco o en salazón.

viernes, 29 de julio de 2022

De leyenda: Caminos subterráneos en Santo Domingo

En febrero de 2005, en la capital del Santo Reino, muchas personas del entorno de los Baños Árabes aseguraron que un investigador había encontrado la misteriosa Mesa de Salomón. Esta persona lo hizo tras bajar a un sótano de una vivienda particular y perderse por el mismo. Al parecer, esos sótanos comunicaban directamente con uno de los caminos subterráneos secretos que aun pueden mantenerse en pie en la ciudad.


Por esa zona, según cuenta la leyenda, existe una especie de corredor que lleva hasta una sala circular que conecta con otros cuatro caminos. De estos pasadizos se comenta que llevan hacia el nacimiento del Raudal, el Castillo de Santa Catalina, los Baños Árabes y la Catedral de la Asunción de Jaén. Quizá estos caminos siguen existiendo porque en época árabe, estos túneles pudieron ser usados para transportar agua desde el raudal hacia importantes enclaves de la ciudad.

También existen unos escritos en los que se deja constancia que el propio Enrique Romero de Torres, mientras recorría los Baños Árabes en 1913, se encontró con una galería de 1,85 metros de altura y que pasaba por debajo de la actual plaza conocida como Santa Luisa de Marillac. A los 18 metros, este camino subterráneo se detiene por estar tapiada.

Pero no son los únicos pasadizos que pueden existir en Jaén. Existen historiadores que sostienen que aun existe un pasadizo que conecta el antiguo palacio de los reyes moros con los famosos Baños Árabes, y algunos vecinos mantienen que aún existen recovecos subterráneos en el desaparecido foro romano, de gran amplitud y que se podía recorrer a caballo, otro que cruza la calle Santo Domingo con la calle Trinidad, y un último camino subterráneo que puede existir en la calle Zumbajarros y que sube hasta el Castillo de Santa Catalina.


viernes, 22 de julio de 2022

Barrios de Jaén: San Lorenzo

La barriada de San Lorenzo fue, antaño, una de las zonas de la ciudad cuya identidad ha desaparecido con el transcurso de los años. Su centro neurálgico fue, es y será la desaparecida parroquia de San Lorenzo, del siglo XIII, de la que aún se mantiene en pie el famoso monumento conocido como Arco de San Lorenzo.


Este espacio religioso fue edificado sobre cantones, debido a la geografía de la calle. Su plazuela, llamada de San Lorenzo, conectaba con otras vías anexas, como la calle de San Lorenzo, la calle Parrilla, la calle Madre de Dios y la calle Maestra Alta, hoy renombrada como Almendros Aguilar. Sobre el actual arco se levantó el presbiterio del templo y su sacristía, conservadas también actualmente.

De la iglesia se conoce que sólo disponía de un priorazgo y un beneficio y que estaba formada por una sola nave cubierta de artesonado que llegaba a la actual casa número cuatro de la calle que lleva su nombre. También contaba con una lonja dirección la calle Parrilla donde, en su planta baja y con acceso independiente, se abrió una capilla dedicada al santo titular.

Esta parroquia se cerró al público sobre el año 1820, al quedar sus cimientos muy dañados durante la Guerra de la Independencia. De este modo, la parroquia pasó a integrarse en el Convento de la Merced, arrastrando con ella la parroquia de Santiago, anexionada a ésta años atrás. Finalmente, sobre los años veinte del siglo diecinueve, pasó finalmente a formar parte de la iglesia de San Bartolomé, desapareciendo su fábrica en 1827 pero manteniendo en pie su torreón con sus dependencias interiores intactas.

En 1832, el obispado vendió el solar de la iglesia a don José Carrillo Serrano, con obligación de que se levantara en ese punto una casa sin que éste señor se adueñara de la capilla del arco. Doce años más tarde, debido al desprendimiento de unas piedras del torreón, dicha casa fue dañada y, como compensación, se le indemnizó al señor Carrillo con la dependencia alta de dicha torre.

A finales del siglo XIX el Ayuntamiento de Jaén acordó demoler el Arco de San Lorenzo, pero un grupo de académicos solicitaron a la Real Academia de San Fernando que lo salvara de un trágico final, como así sucedió, ya que fue declarado el arco Monumento Nacional. No fue hasta la dictadura franquista, en 1968, cuando se consiguió la recuperación de la estancia superior tras una restauración llevada a cabo por el prestigioso arquitecto Luis Berges, cediéndose el espacio a la Asociación Amigos de San Antón en 1981.

La calzada del arco, en el siglo XX, se rebajó para que las procesiones pudieran pasar bajo el mismo, en especial la de Nuestro Padre Jesús Nazareno. La calle Parrilla, por otro lado, a la altura de la parroquia, tuvo una imagen labrada en piedra dedicada a San Lorenzo mostrando su parrilla. En ella también existió un pilar de agua que en la actualidad ha desaparecido.

En la actual calle Maestra se construyó un notable palacio que sirviera de residencia de la familia De Iranzo-De Torres. Este edificio se encontraba rodeado de la calle Maestra, de la Plaza de la Audiencia, de la calle Colón, de la calle Cerón y de la calle Bernardo López. Posteriormente, esta casa-palacio estuvo vinculada durante muchos años a los Condes de Villadompardo.

Tras distintas remodelaciones, sobre el lugar han existido baños y lavaderos públicos, el Teatro de la Audiencia, el Casino Español, el Casino Primitivo y, actualmente, el Teatro Darymelia y bloques de pisos y las sedes de los transformados palacios de Cultura y de Asuntos Sociales, de propiedad municipal.

Respecto a la Plaza de la Audiencia se puede comentar que todavía sigue un observatorio básico para ver y comprender el viejo Jaén, y justo en ella se inicia el callejón del Baño de la Audiencia, un rincón que servía de entrada hacia unos oscuros callejones hasta que estos se destruyeron y se edificó la actual calle Colón a finales del siglo XIX. Allí se encontraba el Baño de la Audiencia, propiedad de los Marqueses de Bélgida.

Campillejo de las Cruces fue un espacio urbano nacido en la antemuralla de la ciudad que iba hasta la calle Tiradores, actual Ruiz Romero. Este lugar fue modificado por completo para trazar la calle Doctor Eduardo Arroyo. En la popular calle Compañía se instauró en 1614 la casa, colegio y residencia de la compañía de Jesús, con una iglesia típicamente jesuítica, dedicada a San Eufrasio y donde se veneró a la Virgen del Alba.

A finales del siglo XVIII, tras la expulsión de los jesuitas, se instalaron en el edificio los Reales Estudios de la Concordia y el Monte de Piedad de Nuestra Señora de los Dolores. A mediados del siglo XIX pasó a ser Instituto Provincial de Segunda Enseñanza y Escuela Normal de Magisterio hasta que en 1947 el edificio se rehabilitó para instaurar allí el Conservatorio Oficial de Música, hasta la actualidad.

Junto a la calle de San Lorenzo se encuentra la calle del Jesús, una vía donde existió una hornacina con la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Ya para concluir, en el espacio comprendido entre la calle Cambil y la calle Almagro existió, a mediados del siglo XX, un cine de verano conocido como Cine San Lorenzo, hoy también desaparecido.

viernes, 15 de julio de 2022

En el olvido: Puerta de Martos

Caminando por la actual calle Baja de la Magdalena actualmente podríamos seguir disfrutando de la Puerta de Martos si esta se hubiera mantenido en pie. Era la primera puerta con la que se topaba la muralla cuando esta bajaba del Castillo de Santa Catalina. La defendía unos torreones que fueron rebajados en 1705 cuando ya no cumplía ese papel defensivo que la caracterizaba.

Desde allí el camino buscaba los ejidos de Santa Isabel y la Coronada Vieja, desde donde partían los senderos hacia Andújar y Martos. La muralla entonces hacía un quiebro y se dirigía a la también desaparecida Puerta del Aceituno.

Su aspecto descubría su origen musulmán aunque las piedras de su basamento fueran romanas. Como anécdota histórica se puede decir que por ella entró un día de mayo de 1525 Carlos V para visitar Jaén.

La elevación de sus muros, su visión sobre la vega y la campiña y una serie de arcos estrechos y muy altos formaban un punto defensivo que la hacía inexpugnable. Jugó un papel fundamental en la Guerra de la Independencia y más tarde en el conflicto bélico entre los carlistas y las tropas del General Riego, en 1823. Esta última guerra la volvió a poner en servicio, rehabilitándose su fortificación.

A mediados del siglo XIX algunos vecinos la tomaron con la puerta, alegando que era muy estrecha y que impedía el tránsito de los carruajes, y el Ayuntamiento, en 1865, acordó su demolición. Esta se hizo a medias, ya que durante muchos años se han mantenido en ese lugar las piedras de sus muros. De la puerta solo queda el espacio angosto del terreno provocada por esa entrada.

viernes, 8 de julio de 2022

La expulsión de los moriscos de la capital del Santo Reino

A finales de 1609, después de finalizar la denominada Guerra de las Alpujarras organizada por los moriscos granadinos contra el reino español, del que éste último salió vencedor, su majestad Felipe IV ordena a Juan de Mendoza, marqués de San Germán, a que prepare la misma armada de galeras y naves que se habían ocupado de la expulsión de los moriscos en el levante para expulsar a los moros de Murcia, Jaén, Villa de los Hornachuelos y el resto de Andalucía.

Ante este hecho, el caballero veinticuatro de Jaén, don Pedro del Salto Valtodano, apoyado por el otro caballero don Ambrosio del Águila, comienzan a denunciar a los moriscos de la ciudad. Este grupo perseguido por el reino cristiano estaba sometido a un tipo de servicio especial o a impuesto, por lo que días antes de la publicación del bando llegó a la capital del Santo Reino un reputado genovés para cobrar una cantidad extraordinaria a la casa consistorial de Jaén con el fin de que indemnizara económicamente a los futuros moriscos expulsados.

Tras la publicación del bando municipal, el cabildo de la ciudad se reunió días más tarde de forma extraordinaria para decidir consultar con la corte real las dudas que suscitaron dicha orden de Felipe IV.

La población morisca representaba el 10 por ciento de los vecinos de nuestra ciudad. Todos ellos tuvieron que dejar sus bienes en manos cristianas, quienes se encargaron de su gestión en los siguientes años. Todos debían dirigirse a tierras africanas. Aquellos que salieron por Málaga se establecieron en países como Argelia, Marruecos y Túnez.

Sin embargo, el 6 de septiembre de 1613 el corregidor de Jaén recibió una carta del conde de Salazar en la que se quejaba de que en Jaén y su término no se respetó el bando ordenado desde Madrid y exigía el cumplimiento del mismo, como así sucedió.

Una crónica negra de nuestro país como tantas veces ha sucedido con diversos colectivos a lo largo de nuestra historia.

viernes, 1 de julio de 2022

Las obras de Pedro Machuca en la capital del Santo Reino

Se podría decir que el arquitecto toledano fue uno de los responsables de la introducción del estilo renacentista a la manera como la entendió Italia en suelo español. En 1520, año en que visita por primera vez nuestra ciudad, Pedro Machuca realizaría la obra de pintura y dorado del altar de Santa María de la Consolación en la Santa Iglesia Catedral, destruido en la Guerra Civil por parte del bando republicano.

También algunos historiadores sostienen que pudo diseñar un relieve que formó parte del retablo del Corpus de la iglesia de Santa María Magdalena, vinculado oficialmente a Jacobo Florentino y a Jerónimo Quijano.

Veinte años más tarde, el arquitecto volvió a la ciudad después de unos años dedicado exclusivamente a su trabajo en Granada para construir el retablo de la Virgen de la Capilla en la Basílica Menor de San Ildefonso. En ella, además de Pedro Machuca, intervienen los pintores Lucas Quiterio y Lorenzo Gómez. El retablo estaba compuesto por cuatro tableros cuya pintura fue ejecutada por nuestro protagonista. Esta construcción fue sustituida, presumiblemente, en 1690 por otra obra de estilo barroco diseñada por don Andrés Bautista Carrillo.

También cabe la posibilidad de que el arquitecto y pintor pudo realizar el retablo mayor de la basílica justo cuando terminó el retablo de la patrona en ese mismo año. Este retablo pudo ser cambiado en 1734 por uno nuevo ante el lamentable estado de conservación que sufría.

Lo que sí está demostrado es que Pedro Machuca también se encargó, por aquella época, del retablo mayor de la iglesia de San Andrés. En esta representación se desarrollaría un programa pictórico con un marcado protagonismo del artista. Se piensa que la construcción pudo finalizarse al año siguiente de su inicio. Un retablo que, con el paso del tiempo, ha sufrido innumerables modificaciones.

En la primavera de 1546 Pedro Machuca recibió el encargo de diseñar el retablo para la capilla de San Pedro de Osma en la Catedral de Jaén, una obra existente en la actualidad en la sala capitular de la misma. Consta de un armazón reducido, rigurosamente ordenado, y limitado a los marcos de las diferentes pinturas, en el que se desarrolla una guarnición de talla con motivos de medallas o sarmientos, hojas y racimos de vid. El ático escapa de la traza general porque adopta un diseño semicircular con decoración calada en el que se dan cita motivos naturalistas semejantes a la decoración del armazón y los grutescos.

El clero se quedó tan impresionado con el resultado que estos le encargaron al arquitecto la realización de dos retablos más destinados a las capillas funerarias de don Pedro Monrroy y de don Pedro de Ocón. También se comenta que pudo diseñar el retrato de la Sagrada Familia, conocida también como de la Virgen de la Cinta, uno de los dibujos más característicos de nuestra joya renacentista.

Ante tanto trabajo, Pedro Machuca se compró una casa en la actual calle Bernabé Soriano, vivienda que posteriormente ampliaría para poder disfrutar de una mejor residencia. Lamentablemente, su vida llegó a su fin en 1550, siendo su hijo, Luis de Machuca, quien continuó con la labor de su padre.

viernes, 24 de junio de 2022

En el olvido: Las Carnicerías

En la Plaza de San Francisco, esquina con la calle Campanas, se encontraba el edificio de Las Carnicerías. Esta fábrica pública estaba ligada desde época medieval al municipio por el tráfico y comercialización de productos que en el interior se realizaban. Las administraciones públicas se encargaban de su control higiénico sanitario e intervención fiscal y regulaba las ordenanzas sobre la venta y distribución de carnes.

Para facilitar la intervención municipal se hizo necesario dotar a la ciudad de un edificio público destinado a esos fines. Ya en el siglo XV don Miguel Lucas de Iranzo ordenó la construcción de unas carnicerías a la salida de la Puerta de Santa María sobre otro edificio más antiguo que allí existió. Más tarde este mismo enclave fue a parar a manos del Cabildo Catedral, que lo vendió al Ayuntamiento en junio de 1545. Fue entonces cuando el Cabildo Municipal decidió mejorarlas encargando a Francisco del Castillo la construcción de un nuevo inmueble.

El edificio gozaba de cierta monumentalidad que evidenciaba el poder municipal y cumplía con la funcionalidad de venta pública de carnes. Este estaba organizado en torno a un patio cuadrangular que daba origen a cuatro naves cubiertas en sus costados, donde se situaban los tajones de la carne. Cada una se abría al patio a través de tres arcos apoyados en columnas alzadas sobre basamentos prismáticos, columnas que decoraban sus capiteles con relieves de las cabezas de animales cuyas carnes se comerciaban en el edificio.

Las naves y el patio estaban empedradas y disponían de canadillos y sumideros que facilitaban la diaria limpieza. La entrada se hacía por una portada monumental. Años más tarde, en el extremo cercano a la calle de los Álamos, se le adosó al edificio otro local dedicado al tráfico de granos. En la segunda mitad del siglo XVIII, se hicieron algunas mejoras a las Carnicerías. En ella se levantó ante su fachada un sobrio soportal con halconcillos flanqueados por escudos de la ciudad y del Rey.

En el siglo XIX se arrendó la galería superior para abrir allí el Café de Navarro. Bajo los soportales, las habitaciones anexas fueron casa de socorro, cuartelillo para el retén de bomberos, gabinete de desinfección… hasta que en 1928 las Carnicerías se demolieron. Parte del solar sirvió para ampliar la plaza, y sobre el resto se levantó el antiguo edificio de Correos y Telégrafos.

viernes, 17 de junio de 2022

Barrios de Jaén: San Juan

La barriada de San Juan es una de las zonas de Jaén más olvidada de nuestra ciudad, siendo las casas deshabitadas, la infravivienda y sus enormes carencias las notas predominantes. Su geografía, rodeada de calles empinadas, buscaba en época medieval la seguridad que ofrecía el Castillo de Santa Catalina.


El corazón del barrio ha sido, es y será la Plaza de San Juan, un trazado irregular con importantes desniveles que obligaron a suavizarla y a implantarle muros y cantones. En uno de sus rincones se encontraba La Pescadería, una lonja comercial donde el municipio controlaba la venta de pescado fresco y en salazón. La zona central, sin embargo, se utilizaba como mercado de frutas y verduras y, durante el gobierno del condestable Miguel Lucas de Iranzo, se celebraron corridas de toros y los concejos abiertos.

La iglesia parroquial de San Juan y San Pedro, símbolo del barrio, es una de las parroquias más antiguas de la capital levantada sobre los restos de unas viviendas musulmanas. En el siglo XVIII sufrió grandes desperfectos que afectaron a su fachada, dejando la fábrica en ruinas en los primeros años del siglo XX. Tras la guerra civil española se demolió erróneamente el interior de la misma, dejando en pie tan sólo los muros perimetrales.

Su actual denominación es la de Parroquia de San Juan y San Pedro tras la destrucción de una iglesia dedicada a este último santo metros más abajo. En la iglesia tuvo lugar la implantación de la Venerable Universidad de Curas Párrocos entre los siglos XIII y XX. Junto a la fábrica se encontraba la Torre del Concejo, sede del reloj oficial de la ciudad porque en la plaza se celebraban los cabildos municipales. La torre es rematada con una balconada de medio punto abierta en sus cuatro frentes donde cuelga la campana del reloj donada por la propia iglesia.

En la parte alta de la torre se encuentran unas inscripciones que dicen “AÑA: ECCE CRVCEM DOMINI FVGITE PARTE ADVERSE VICIT DE TRIBV IVDA RADIX DAVID”, (He aquí la cruz del Señor. Huid enemigos. Venció el León de la Tribu de Judá y de la raíz de David) y “EN EL AÑO DEL SEÑOR MDLIII: SIENDO PRIOR D. FERNANDO D GORMAZ Y MAYORDOMO D. FERNANDO CAMUDIO DE GORMAZ”.

La callejuela de San Benito debe su nombre al desaparecido Priorato de San Benito, una institución que se mantuvo en pie hasta los tiempos de la desamortización de Mendizábal. En ella se celebraba la ceremonia de investidura de los caballeros de la Orden. El conjunto pasó a formar parte de casas de vecindad. En la parte trasera se encontraba El Corralaz, un corral de comedias que acabó calcinado por causas desconocidas, provocando la muerte de varias personas a comienzos del siglo XVII. Hoy su entorno fue renombrado como calle de Juanito El Practicante en recuerdo de don Juan Torres Olivera, sanitario que trabajó mucho por los vecinos de San Juan y La Magdalena.

La calle de la Iglesia, hoy en día de San Juan, es la vía donde se encuentra la fachada y la puerta lateral del templo, y donde en su cabecera se instaló la Sala del Concejo. Por otro lado, si se puede determinar qué calle ha servido de nexo de unión entre San Juan y La Magdalena, esa es la calle Llana de San Juan, continuación de la actualmente renombrada de Almendros Aguilar.

La otra vía que sirve de límite perimetral es la actual Muñoz Garnica, entre el barranco de la Coronada y la callejuela de San Benito. Al inicio de este tramo existió el convento de Nuestra Señora de la Coronada, de los P.P. Carmelitas Calzados, levantado hacia 1620. En ella sigue existiendo una fuente de piedra en la que se puede leer la siguiente inscripción “DIA DES MATHIA/CEUNUMADAT GASPAR/FELIX MANRIQUE/AÑO 1642”.

La calle de las Moscas era una vía bautizada así por las casquerías o puestos de venta de despojos que provocó numerosos enjambres de insectos. La calle de las Peñuelas de San Juan estuvo habitada por lecheros y cabreros y, por otro lado, la calle del Reventón era el lugar perfecto desde donde contemplar las inmejorables vistas de la vega, del río y de la campiña mediante un mirador.

La Ropa Vieja, cantón por excelencia de la ciudad junto con el de Jesús, siempre ha servido de punto de encuentro entre sus vecinos. Allí se instalaban los tenderetes de los ropavejeros o mercaderes de ropas usadas, vía que acababa en un callejón sin salida renombrada como calle de Elvín, donde actualmente se encuentran unos jardines privados similares a los Carmenes granadinos.

En el lado extremo se encuentra la calle de la Santísima Trinidad, en honor al convento religioso de la Santísima Trinidad y Redención de Cultivos, primer recinto religioso abierto tras la reconquista cristiana. El espacio estaba formado por dos patios porticados y una iglesia, de cuya capilla mayor tenía el patronato los miembros de la familia Contreras. Tras la desamortización de Mendizábal el convento fue destruido para construir en ella viviendas familiares y sus dependencias fueron repartidas por diferentes parroquias de la ciudad.

La calle de los Sorias, o Soria de San Juan, debe su nombre a una casa ocupada por la familia de los Soria. Junto a ella se encuentra la calle del Vicario por la residencia del vicario o coadjutor de la parroquia del barrio. Otro de los trazados ilustres es la calle de la Concepción Vieja por un convento de dominicas existente en esta bajo la advocación de la Concepción de Nuestra Señora.

viernes, 10 de junio de 2022

De leyenda: Dos santos en la Loma del Rollo

Hace muchos años vino un arriero hacia la ciudad montado en su borriquilla para visitar a su hermano que vivía en una casa próxima a la ermita de Santo Elifonso, en lo que hoy se conoce como barrio de Belén y San Roque, ya que su hermano le había prometido un buen trabajo.


Cerca de la capital del Santo Reino, el arriero se adentró en un camino Real que, cruzando las Lagunillas y las Eras de Belén, llegaba hasta la Puerta Barrera. Cuando estaba a la altura del Cerrillo de la Misericordia, se percató que delante de él, y en la misma dirección, caminaban dos peregrinos. El animal se puso a rebuznar y a sentirse inquieto, apartándose hacia la derecha del trazado.

El arriero, que procuró seguir el instinto de la burra, hizo el mismo gesto. A la altura de la actual calle Eras de Belén, la burra volvió a pararse, negándose a andar. En ese instante, se le acercó dos peregrinos y uno de ellos le regaló agua bendita para que la derramara en la primera puerta cerrada de la ciudad que se encontrara pidiéndole al Dios salud para cuántos estuvieran detrás de ella.

El viajero recogió el frasco y montó de nuevo en su burra. Cuando llegó a la Puerta Barrera, ésta se encontraba cerrada. El hombre descabalgó y la golpeó para que le abriesen.

Desde lo alto de la muralla, un soldado le comentó que las puertas de la ciudad estaban cerradas porque se había declarado una epidemia de peste y nadie podía entrar. Sin dudarlo, el hombre cogió el agua bendita que le habían regalado y tiró sobre la puerta el líquido, tal y como le indicó el peregrino.

El arriero volvió al punto donde se encontró a esas personas, pero ante la oscuridad del camino, la burra se hizo una herida grave y tuvieron que pasar la noche allí. Uno de los dos peregrinos apareció de la nada, se acercó al arriero, lamió las heridas del animal y avisó a su dueño de que al día siguiente iba a entrar a la ciudad montado en su animal.

A la mañana siguiente, el hombre descubrió que la Puerta Barrera estaba abierta, entró en la ciudad y allí pudo comprobar que los vecinos de la capital del Santo Reino estaban totalmente sanos. Cuando llega a casa de su hermano, le cuenta a este lo sucedido. Rápidamente se fueron a ver al capellán de la ermita de San Elifonso, quien puso esa información en conocimiento del Obispo. Éste llamó al arriero y le preguntó si conocía el nombre de esos peregrinos, a lo que le contestó que se llamaban Roque y Nicasio.

viernes, 3 de junio de 2022

Barrios de Jaén: San Bartolomé

La barriada de San Bartolomé siempre ha sido un lugar donde más cambios se han experimentado, tanto en su demarcación urbana como en su configuración viaria pasando por su trama socio-profesional y su ambientación. Su centro neurálgico es la Plaza de San Bartolomé, y alrededor a esta se encuentran la calle Accesoria de San Agustín, de los Coches, de Isabel Méndez, una parte de Martínez Molina, la de doña Magdalena del Prado, de las Palmas y la calle y callejones de San Vicente. 

Gracias a la supresión de Santiago y San Lorenzo, el callejero del barrio se vio ampliado notablemente. Su punto de inflexión fue en 1875, con la apertura de la calle Colón y la ruptura de la vieja muralla, marcando así el inicio de su nueva configuración geográfica.

Se podría decir que la Plaza de San Bartolomé es la única de la ciudad que se encuentra, a su vez, dividida en tres partes. La zona mayor fue delimitada por cantones y por muros de contención. El segundo enclave pertenece a la lonja de la iglesia, mientras que una tercera terraza, conocida como Plazuela del Marqués del Camino, siempre fue considerada como un espacio independiente. A mediados del siglo XX se trazaron jardines, se plantaron naranjos y se colocaron dos fuentes, además de una estatua de un niño acompañado de su perro.

La iglesia parroquial de San Bartolomé, corazón del barrio, data de época medieval. Frente a ella existió una fuente diseñada por el entallador Cristóbal Téllez. Tras ser trasladada al centro de la plaza en el siglo XIX, fue sustituida la centuria pasada por una fuente-candelabro de hierro fundido.

La Casa del Miedo tuvo su origen en 1862, cuyo primer residente fue Felipe Mingo. Más tarde pasó a ser propiedad del Conde del Águila. Cerca de esta se encontraba la casa del Marqués del Cadimo. A finales del siglo XIX fue arrendada por Isaac Mateos para establecer allí el Colegio de San José, posterior Colegio de San Agustín, regentado por la familia Nogales.

La calle Accesoria de San Agustín fue un trazado partido en dos por un campillejo que, a su vez, comunicaba la zona alta del barrio con la desaparecida Plazuela de San Antonio. Su nombre se debe a que, en su parte baja, lindaba con el antiguo Convento de San Agustín. La calle de los Coches debe su nombre a que en ese punto abrían las cocheras de algunas casas nobiliarias de la calle Martínez Molina. En 1916 fue bautizada como calle de Virgilio Anguita. Desde 1975 goza de más amplitud.

En el callejón de los Ángeles se edificaron las viviendas de los Condes del Águila, de los Salido y de los Coello de Portugal. En esta última hubo una hornacina donde se veneraba un Ecce-homo pintado en una tabla y que recibía el nombre del Señor de Coello. Debido a su estrechez, esta vía tuvo que ser transformada en la calle que es hoy en día tras una reforma urbanística del año 1960.

La calle de doña Magdalena del Prado siempre fue una de las trazadas más utilizadas para acceder al barrio. En ella estuvo la Casa de los Tijnajones por las vasijas enormes que rodeaban su planta baja y que también estuvo dedicada al molino aceitero de la Viga. En su entrada se encontraba el Torreón de San Agustín, derribado a finales del siglo XIX. Era una torre ochavada con dos grandes salas que se utilizaron como calabozo de la jurisdicción militar.

En la calle de las Palmas tuvo lugar la creación de varias escuelas públicas y casas de prostitución en el siglo XIX, mientras que la calle de San Vicente siempre será recordada con el nombre de la Cuesta del Pregonero, porque esta vía lindaba con la Real Cárcel y la casa de este. Por esa zona aún existe una hornacina dedicada al Santo Cristo de la Luz del siglo XVIII cuya función era la de iluminar ese tenebroso rincón de la ciudad.

viernes, 27 de mayo de 2022

En el olvido: Ermita de San Felix el Cantalicio

En el espacio comprendido entre las huertas del Recinto y la Alcantarilla y la Fuente de Don Diego se alzaba la ermita de San Félix de Cantalicio. Este espacio abierto al culto era una fundación benéfica abierta el 25 de mayo de 1718 que disponía de un templo y más tarde de una de las primeras escuelas de niñas de la ciudad.


En el siglo XIX el colegio pasó a depender del Ayuntamiento, que destinó el espacio a hospital de coléricos y contagiosos en épocas de epidemias. El pequeño templo quedó afecto a la parroquia del Sagrario, que lo utilizó como iglesia auxiliar, cayendo de este modo en decadencia.

Durante muchos años, la vieja ermita fue el referente obligado de una plazuela llena de encanto y personalidad. Allí nacieron la fiesta y procesión de San Félix, a quienes los hortelanos de la Huerta Baja adornaban con las primeras cerezas del año, o la romería del Cristo del Arroz, cuya cofradía se fundó en la sacristía de esta ermita.

En 1963 se creó en ella las primeras casas giennenses de las Hermanas Nazarenas, y el 8 de septiembre de 1970 el obispo Félix Romero Mengíbar erigió entre sus muros la parroquia de San Eufrasio. Esta dedicación pastoral obligó en 1974 a demoler la vieja ermita para levantar sobre su solar la nueva parroquia de San Eufrasio, una nueva fábrica con la que se heredaría muchos de sus elementos arquitectónicos y artísticos.

viernes, 20 de mayo de 2022

Barrios de Jaén: Ejidos de Belén y San Roque

El ejido de Belén fue durante siglos lugar de desconexión para los vecinos de la ciudad. Su terreno  casi siempre fue utilizado para ganado, vertedero o, ya en el siglo XX, para juegos de niños o improvisado taller de actividades insalubres y molestas, ya que las aguas, debido a su altitud, no fertilizaban sobre la zona. Su situación estratégica hacía que desde sus eras se pudiera dominar la ciudad.


En el espacio conocido actualmente como Plaza de Belén se realizaron durante siglos alardes medievales y ejecuciones públicas. Allí existió un rollo donde se colgaban los cuerpos descuartizados de los ejecutados para que sirviera de escarmiento al pueblo de Jaén, una práctica que se estuvo realizando hasta 1897, cuya última ejecución fue a garrote vil.

Esa parte de la ciudad era ideal para celebrar ferias de ganados. De este modo se creó la fiesta principal de la ciudad, la de la Virgen de la Asunción allá por 1453. En principio se celebró del 1 al 15 de agosto, más tarde se amplio hasta el día 20, y finalmente, desde mediados del siglo XX, desapareció pasando la feria de San Lucas de octubre a ser la feria principal de la capital del Santo Reino.

Al Ejido de Belén siempre se le vinculó una leyenda relacionada con la Cruz del Jaspe, un elemento religioso que al parecer pudo caer del cielo, pasando ésta a formar parte desde entonces de la Santa Iglesia Catedral. Por desgracia, durante la Guerra Civil, dicha cruz fue destruida por el bando republicano. Sin embargo, siempre quedará esa coplilla que decía lo siguiente:

Tres cosas tiene Jaén

que no las tiene Sevilla

Santo Rostro, Cruz de Jaspe

y Virgen de la Capilla.

La configuración urbanística existente de lo que hoy se conoce como barrio de Belén y San Roque se inició a mediados del siglo XIX. Tan solo existía por aquella época un abrevadero y varias casas modestas. El cementerio de San Eufrasio ponía límite al barrio, aunque no fue el único camposanto que existió sobre la zona, ya que sólo durante la Guerra de la Independencia hubo otro en la también desaparecida huerta de capuchinos.

Poco a poco empezaron a sumarse pequeñas casas ocupadas por familias de trabajadores, la mayoría diseñadas por ellos mismos. La vía principal era la calle General Castaños, una calle a la que se accedía a través de la carretera de Granada por una escalera zigzagueante. Pasada la guerra civil, en el barrio se construyeron cerca de doscientas casas, y en 1947 la nueva barriada fue bendecida con motivo de la conmemoración del Alzamiento Militar y de la Fiesta de Exaltación del Trabajo. No faltó una gran verbena popular con la banda de música municipal como reina de la misma.

Poco a poco al barrio se le fue dotando de servicios básicos tales como el ambulatorio de la Seguridad Social de San Roque o el grupo escolar Alcalá Venceslada. Además, anexo a la Avenida de Madrid, se construyó una nueva iglesia en el mismo solar donde estuvo la desaparecida ermita de San Roque. Este nuevo espacio religioso, bautizada como Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Belén y San Roque, comenzó su construcción en 1955, terminando la misma siete años más tarde.


La fábrica está estructurada en tres naves, cuya parte central es más alta que las laterales. El presbiterio está presidida con una cruz abierta en el muro y rellena con vidrieras. En el lado derecho de la cabecera se encuentra la Capilla del Bautismo y el Sagrario, y su torre tiene un cuerpo de campanas octogonal, de las que estas fueron bautizadas bajo la advocación del Santo Ángel, San Roque, Santa Balbina y Santa Adriana.

En el interior se puede disfrutar de un grupo escultórico basado en la Entrada de Jesús en Jerusalén que procesiona por las calles de la ciudad en las mañanas del Domingo de Ramos, una cerámica vidriada en la que se representa el Bautismo de Cristo y la Virgen de Lourdes, y ya en el Sagrario se puede ver un mural en mosaico que representa la Transfiguración de Cristo.

Junto a este ejido existió otro campillo conocido como Ejido de San Roque, por la ermita construida en época medieval dedicada a este santo. Un pequeño templo que estaba íntimamente relacionado con las epidemias que asolaban la ciudad.

viernes, 13 de mayo de 2022

Los exvotos en el Cristo de la Misericordia de la Catedral de Jaén


Los exvotos, conocidos popularmente en nuestra ciudad como promesas, están hechos en metal en forma de finas láminas plateadas o bañadas en color dorado. En la catedral renacentista se encuentran, entre otras obras, la pintura de El Salvador del Mundo, la Virgen de la Correa y el Cristo de la Misericordia. Ésta última es una talla de madera policromada de mediano tamaño y de autor anónimo del siglo XVIII.

Entre los exvotos más populares se encuentran las fotos, quizás para dar gracias por una curación o por el rápido restablecimiento de una enfermedad. También puede representar a personas que regresan de la emigración o a aquellos que hayan pasado largos periodos fuera de su tierra natal.

Otros exvotos son aquellos que se representan en latón el cuerpo humano entero de los hombres vestidos de goyescos o los que son dedicados a niños o niñas. En éstos se ata a un extremo de la pieza un lazo de color distinto, bien sea de color azul para el género masculino o rosa para el femenino, con el fin de representar el sexo de la persona que muestra su agradecimiento.

Otros exvotos de latón están dedicados a partes exclusivas del cuerpo humano, tales como brazos, piernas, ojos, pechos, corazones, manos y cabezas, haciendo referencia a la zona curada gracias a la supuesta intervención sobrenatural.

Existen, por supuesto, otros exvotos de latón representando a Vírgenes o mujeres en forma de mujeres vestidas con túnicas renacentistas, al estilo de la clásica Virgen María, o con ropas de época. De este modo se busca resaltar el carácter de mediación que supuestamente ha realizado la madre de Jesús en favor nuestra.

Si se tuviera que enumerar la cantidad de exvotos realizados con objetos personales o del propio cuerpo se crearía una lista interminable, de la que habría que destacar mechones de pelo, cálculos renales, fotocopias del carnet de conducir, medallas de santos y de protección contra el mal de ojo, pulseras, recortes de chaquetas del ejército…

En general, no sólo se utilizan exvotos en una sola unidad, sino que también es una práctica frecuente el acompañar varios exvotos en un mismo grupo por medio de un lazo o imperdible.


Manuel Quesada GalachoJosé Luis Anta Félez

viernes, 6 de mayo de 2022

Barrios de Jaén: Santiago

Aunque en el siglo XVI era una zona muy popular, la barriada de Santiago cayó poco a poco en declive al despoblarse progresivamente su parte alta. Su expansión no era demasiado grande, tan sólo contaba con una docena de calles además de la plaza que lleva su nombre. En esta última se encontraba la Iglesia de Santiago, uno de los primeros templos católicos de la Jaén cristiana. De ella salía en procesión la proclamación de la Santa Bula de Cruzada, a la que asistían todas las cofradías y hermandades de la capital del Santo Reino.


Aunque no han llegado hasta nuestros días apenas datos de su fábrica, se piensa que la iglesia pudo ser modesta porque tan sólo contaba con un prior y dos beneficiados, algunas capellanías y varios patronatos.

Ante la dejadez del templo por falta de inversión, a finales del siglo XVIII se hundió la antigua sacristía y se arruinó la nave mayor y la escalera que conducía a la tribuna del órgano. Ante tal situación, la parroquia cerró y sus ocupantes se mudaron temporalmente a la también desaparecida Iglesia de San Lorenzo mientras encontraban una solución con la que mantenerla abierta.

En 1810 se decidió demoler por completo el conjunto para hacer una gran plaza. Sólo en esta se construyó un refugio antiaéreo durante la guerra civil aprovechando las criptas intactas de la parroquia. En esta plaza también existió un caserón cuyos propietarios fueron la familia Benavides, más tarde convertida en una casa de citas, conocida como Casa de la Fidela.

La calle de la Cruz Verde, también renombrada como calle de Doña Francisca Antonia de Vera, fue una calle donde también se encontraban diferentes casas de citas. En 1961 se le cambió el nombre por el de calle de las Cumbres y se demolieron estas casas de mal vivir para construir en sus solares viviendas sociales.

De la calle del Horno de Santiago se puede comentar que es una vía estrecha y pendiente, siempre en penumbra, mientras que la calle de los Mecías debe su nombre a la residencia que en su día existió de la familia Macías. Al otro lado de la calle existieron los jardines del Casino Primitivo, espacio donde en verano se disfrutaba de la música de la época. Anteriormente fue convento de las Damas Nobles de Nuestra Señora de los Ángeles y en la actualidad es sede de la prestigiosa Escuela de Artes y Oficios.

De la plaza arranca calles tan señeras de la zona como la calle de Santiago, la calle Cambil, en honor a un Alcaide de Cambil, y la calle Campanas de Santiago, porque ésta daba frente al campanario de la iglesia, donde hubo tres campanas. Junto a esta existió un corral de comedias en la primera mitad del siglo XVII. Luego, por el barrio, desde finales del siglo XIX hasta la dictadura franquista, existió un teatro de verano y un cine, éste último conocido como Cine San Lorenzo. En la calle Macías se construyó, en 1843, la primera Escuela Normal de Maestros, espacio que se convirtió en 1926 en templo de la cultura y la ciencia.


El barrio de Santiago se comunicaba con el de San Bartolomé mediante la calle de los Ángeles. Su nombre se debe a que allí existió el Convento de las Damas Nobles de Santa María de los Ángeles, vía por donde se ingresaba al recinto claustral. Se mantuvo en pie hasta 1868, año en que fue desamortizada. También se conoció por calle de las Platerías, porque allí, en el siglo XVII, tenían sus talleres los miembros del gremio de los plateros.

viernes, 29 de abril de 2022

Jaén y deporte, deporte y Jaén: Atlético Jaén

Atlético Jaén es uno de los conjuntos deportivos de la capital del Santo Reino que alberga tanto futbol aficionado como futbol sala. Nació en septiembre de 1992 tras la decisión de diversos padres de fundar un equipo de fútbol con el único fin de que sus hijos, que por aquella época eran miembros del equipo alevín del Real Jaén, pudieran seguir jugando al fútbol bajo las directrices de don Manolo Haro.

A lo largo de su historia el club ha conseguido formar a personas a través de sus categorías deportivas, inculcándoles valores deportivos y cumpliendo, de este modo, una función social y educativa única en la ciudad. Personajes como Antonio Calet, Jesús de la Torre, Fernando Caballero o Dani Rodríguez, entre otros, han formado parte de este proyecto en algún momento de su historia.

Actualmente, el club cuenta con unos 300 jóvenes federados repartidos en 14 equipos que compiten en categorías provinciales, 2 equipos que compiten en categoría autonómica y un equipo que compite en categoría nacional. También son los encargados de gestionar la escuela Manolo Haro, donde una treintena de niños se inician anualmente en el mundo del futbol.

viernes, 22 de abril de 2022

De leyenda: La Casa de los Salazares

La casa de los Salazares fue un antiguo palacio noble situado en la calle Abades número 2, en pleno centro de la ciudad, junto a la Catedral de Jaén.

A mediados del siglo XIX, doña Ana, la protagonista de esta leyenda, enviudó de un banquero y uno de sus hijos la denunció, acusándola de haber ocultado parte de los bienes de la herencia. Tras un fatigoso juicio, el juez ordenó el registro de la casa, sin haber encontrado nada. El motivo de este resultado fue que esa misma noche, la viuda se encargó de buscar una pared donde esconder el dinero.

En esa noche, doña Ana, al pasar por delante del retrato de su marido, tuvo que sufrir las acusaciones de su criada confirmando la reprobación de su actitud. La mujer se enfadó tanto con su sirvienta que la despidió. A los pocos días, doña Ana fallece, y nunca más se supo de ese dinero, incluido su hijo.

La casa fue vendida y sus nuevos inquilinos buscaron los ochenta mil duros de la época sin éxito. Algún comprador posterior de la casa llegó hasta a perforar sus paredes pero tampoco consiguió nada relativo, siendo la búsqueda de ese dinero un auténtico misterio.

viernes, 15 de abril de 2022

En el olvido: Cuartel de San Rafael

Allá por el siglo XVIII el ejército español organizó nuevos criterios logísticos y estratégicos de cara a consolidar las fuerzas armadas de nuestro país. Es por ello que los cuarteles quedaron como meras fuerzas de guarnición y como creación de unidades de defensa operativa del territorio.

La ciudad de Jaén no fue nunca un lugar con pretensiones de plaza fuerte a pesar del lugar estratégico en el que se encuentra la capital del Santo Reino. La mayor parte de las unidades llegaban a Jaén de forma provisional y efímera. Cuando a la capital llegaba un Regimiento siempre se echaba mano de algún edificio amplio para instalar en él la planta mayor y la tropa se distribuía entre las casas de los vecinos.

A mediados del siglo XVIII tomó cuerpo la idea de construir un cuartel. Es por ello que en 1744 se comenzó a edificar el Cuartel de San Rafael, un edificio destinado en principio a la Brigada de Carabineros Reales. Se deseaba un solo inmueble de tres plantas en torno a un patio central y con cuadras para doscientos caballos.

De las obras se encargó Alonso de Lamas y Palma, ilustre arquitecto de la época, y para su emplazamiento se escogió la Plaza del Mercado, en concreto un solar lindero con la Casa de Comedias. La construcción no fue un camino de rosas precisamente, y es por eso que hubo que modificar el diseño original, rebajando una planta el edificio y suprimiendo algunas dependencias. En 1753 se concluyeron las obras con su zaguán, su amplio cuerpo de guardia, sus buenas caballerizas, sus pajares… y un patio cuartelero alegrado con una fuente de piedra.

El Cuartel de San Rafael cumplió su misión hasta el siglo XIX. En 1844, el Ayuntamiento le quiso sacar partido suprimiéndole una cuadra y un picadero, construyendo allí una nueva alhóndiga. Aún siguió utilizándose hasta que en 1894 los últimos soldados lo abandonaron. Ya en pleno siglo XX, el cuartel y los edificios aledaños fueron comprados por una sociedad particular, levantándose allí el perdido Teatro Cervantes.