viernes, 29 de abril de 2022

Jaén y deporte, deporte y Jaén: Atlético Jaén

Atlético Jaén es uno de los conjuntos deportivos de la capital del Santo Reino que alberga tanto futbol aficionado como futbol sala. Nació en septiembre de 1992 tras la decisión de diversos padres de fundar un equipo de fútbol con el único fin de que sus hijos, que por aquella época eran miembros del equipo alevín del Real Jaén, pudieran seguir jugando al fútbol bajo las directrices de don Manolo Haro.

A lo largo de su historia el club ha conseguido formar a personas a través de sus categorías deportivas, inculcándoles valores deportivos y cumpliendo, de este modo, una función social y educativa única en la ciudad. Personajes como Antonio Calet, Jesús de la Torre, Fernando Caballero o Dani Rodríguez, entre otros, han formado parte de este proyecto en algún momento de su historia.

Actualmente, el club cuenta con unos 300 jóvenes federados repartidos en 14 equipos que compiten en categorías provinciales, 2 equipos que compiten en categoría autonómica y un equipo que compite en categoría nacional. También son los encargados de gestionar la escuela Manolo Haro, donde una treintena de niños se inician anualmente en el mundo del futbol.

viernes, 22 de abril de 2022

De leyenda: La Casa de los Salazares

La casa de los Salazares fue un antiguo palacio noble situado en la calle Abades número 2, en pleno centro de la ciudad, junto a la Catedral de Jaén.

A mediados del siglo XIX, doña Ana, la protagonista de esta leyenda, enviudó de un banquero y uno de sus hijos la denunció, acusándola de haber ocultado parte de los bienes de la herencia. Tras un fatigoso juicio, el juez ordenó el registro de la casa, sin haber encontrado nada. El motivo de este resultado fue que esa misma noche, la viuda se encargó de buscar una pared donde esconder el dinero.

En esa noche, doña Ana, al pasar por delante del retrato de su marido, tuvo que sufrir las acusaciones de su criada confirmando la reprobación de su actitud. La mujer se enfadó tanto con su sirvienta que la despidió. A los pocos días, doña Ana fallece, y nunca más se supo de ese dinero, incluido su hijo.

La casa fue vendida y sus nuevos inquilinos buscaron los ochenta mil duros de la época sin éxito. Algún comprador posterior de la casa llegó hasta a perforar sus paredes pero tampoco consiguió nada relativo, siendo la búsqueda de ese dinero un auténtico misterio.

viernes, 15 de abril de 2022

En el olvido: Cuartel de San Rafael

Allá por el siglo XVIII el ejército español organizó nuevos criterios logísticos y estratégicos de cara a consolidar las fuerzas armadas de nuestro país. Es por ello que los cuarteles quedaron como meras fuerzas de guarnición y como creación de unidades de defensa operativa del territorio.

La ciudad de Jaén no fue nunca un lugar con pretensiones de plaza fuerte a pesar del lugar estratégico en el que se encuentra la capital del Santo Reino. La mayor parte de las unidades llegaban a Jaén de forma provisional y efímera. Cuando a la capital llegaba un Regimiento siempre se echaba mano de algún edificio amplio para instalar en él la planta mayor y la tropa se distribuía entre las casas de los vecinos.

A mediados del siglo XVIII tomó cuerpo la idea de construir un cuartel. Es por ello que en 1744 se comenzó a edificar el Cuartel de San Rafael, un edificio destinado en principio a la Brigada de Carabineros Reales. Se deseaba un solo inmueble de tres plantas en torno a un patio central y con cuadras para doscientos caballos.

De las obras se encargó Alonso de Lamas y Palma, ilustre arquitecto de la época, y para su emplazamiento se escogió la Plaza del Mercado, en concreto un solar lindero con la Casa de Comedias. La construcción no fue un camino de rosas precisamente, y es por eso que hubo que modificar el diseño original, rebajando una planta el edificio y suprimiendo algunas dependencias. En 1753 se concluyeron las obras con su zaguán, su amplio cuerpo de guardia, sus buenas caballerizas, sus pajares… y un patio cuartelero alegrado con una fuente de piedra.

El Cuartel de San Rafael cumplió su misión hasta el siglo XIX. En 1844, el Ayuntamiento le quiso sacar partido suprimiéndole una cuadra y un picadero, construyendo allí una nueva alhóndiga. Aún siguió utilizándose hasta que en 1894 los últimos soldados lo abandonaron. Ya en pleno siglo XX, el cuartel y los edificios aledaños fueron comprados por una sociedad particular, levantándose allí el perdido Teatro Cervantes.

viernes, 8 de abril de 2022

El Colegio de Humanidades de Nuestra Señora de la Capilla

Entre la multitud de centros docentes que hubo y hay en la capital del Santo Reino existió, en el siglo XIX, el Colegio de Humanidades de Nuestra Señora de la Capilla, germen de los actuales Institutos de Bachillerato que actuó como el gozne de engarce entre la enseñanza decadente de los siglos XVIII-XIX y los impulsos renovadores y vitalistas del Jaén del Romanticismo.

Por aquella época, aquellos que ya habían cursado la enseñanza primaria tenían el camino de continuar sus estudios en algún centro donde se impartieran carreras eclesiásticas, tales como el del Seminario Diocesano o el Colegio Sacramento. Como la mayoría de los estudiantes no querían ser parte del clero, comenzaba su vida laboral una vez terminado los estudios.

Esta situación preocupaba a gran parte de una sociedad local que intentaba promover la creación de algún centro de estudios medios sin éxito. Entre los bienes desamortizados al Real Convento de Santa Catalina Mártir, de los P.P. Dominicos, se encontraba la Fundación Peñalosa. En 1837, el Ayuntamiento de la capital solicitó los bienes de dicha fundación a la hacienda pública para la creación de un Colegio de Humanidades.

La corporación municipal, aun no contando con los bienes que asegurasen su futuro, inició los trámites corporativos para dar vida al proyecto. Gracias a estas acciones, personajes como don Fernando Persiguel Carpio entendieron que se les abría la posibilidad de montar una empresa educativa, dándose prisa en acogerse en tan oportuna disposición.

Para los gobernantes locales de la época la apertura del colegio suponía una puerta abierta hacia una enseñanza más profesionalizada, aun no habiendo conseguido los terrenos de la Fundación Peñalosa, provocando que unas nuevas casas en el barrio de la Merced sirvieran para realizar esta labor.

Entre las asignaturas impartidas se encontraban, entre otras, la de primeras letras, la de filosofía, la de latinidad, la de matemáticas, la de cátedra de lengua francesa, la de gramática castellana o la de dibujo natural. Su aventura se inició el 18 de octubre de 1838.

La actividad colegial se iniciaba a muy temprana hora. A las seis y media se colocaba la luz en los aposentos del internado y se tocaba la campana que marcaba el comienzo de la jornada. Una vez levantados, los alumnos rezaban las oraciones de la mañana, el ofrecimiento del día y la plegaria “Creator Inefábilis” de Santo Tomás.

A las ocho menos cuarto era el momento del desayuno en la que se ofrecían huevos fritos con patatas, carne en salsa, pescado y ensalada. Quince minutos más tarde se iniciaban las clases. Tres veces por semana se impartía latín, ésta dividida en tres partes; Rudimentos, Sintáxis y Proviedad. A continuación, les seguía matemáticas, escritura o gramática y francés. A eso de las una de la tarde comenzaba el recreo o las clases de baile y música.

Media hora más tarde se iniciaba el almuerzo que consistía en sopa de fideos, arroz o pan, cocido con garbanzos, legumbres, carne y jamón, fruta fresca o seca, dulces, miel o confituras. Tras la comida existía un pequeño recreo o siesta y, a eso de las tres de la tarde, se reanudaban las clases. La primera de ellas era matemáticas. Tras ésta era el turno de la merienda y un nuevo recreo hasta las oraciones oportunas.

A continuación, los colegiales pasaban al salón de estudio o se incorporaban a la clase de dibujo. Después se rezaba el rosario y, sobre las ocho y media o nueve de la noche, se cenaba ensalada, guisado y postre y los alumnos se retiraban a descansar. La disciplina del colegio era muy rígida. Cada grupo de diez alumnos eran acompañados por un inspector que les acompañaba constantemente.

La institución se vio obligada a cerrar años más tarde motivada por los recelos, la ignorancia del pueblo y los intereses privados que hoy en día se practica en cada nuevo proyecto progresista y de bien que se imparte en nuestra ciudad sea de la temática o del fin que sea. 

viernes, 1 de abril de 2022

La decoración del Sagrario de la Catedral de Jaén

 

El 1 de noviembre de 1755, entre las 9:30 y 9:40 de la mañana, las costas portuguesas sufrieron un terremoto de escala 8,4 que se hizo notar hasta en la capital del Santo Reino. Los cimientos de la catedral pudieron quedar seriamente dañados, lo que provocó que el Obispo Fray Benito Marín encargara la realización de la obra del Sagrario de la ciudad al prestigioso arquitecto Ventura Rodríguez, que envió los primeros dibujos en 1761 y colocó la primera piedra tres años más tarde.

En el exterior, la portada, de estilo corintio, contiene dos grandes columnas en el que los capiteles sostienen el entablamento sobre el que está el ático. En este conjunto, se pueden ver las esculturas de San Miguel venciendo al demonio, San Pedro y San Pablo, cuya autoría se atribuye al escultor Miguel Verdiguier. En la fachada oriental, se representan las imágenes de Melquisedec, Sansón, Isaac y David, mientras que en el lado norte se encuentran reproducidos las alegorías de la Caridad, la Gracia, la Inocencia y la Sabiduría.

El interior está dividido en tres partes; la sacristía, donde se guardaba la Santa Forma, la iglesia y el pórtico. El Sagrario, propiamente dicho, es de planta elíptica, rodeada por 16 columnas de estilo corintio, y cubierta con una cúpula, también elíptica, por donde entra la luz a través de ventanas elipsoidales junto con unos arcos de medio punto. Contiene 288 casetones hexagonales y se encuentra rematada con una linterna.

El coro está decorado con una media naranja sobre pechinas que, a su vez, está dividida por radios con alegorías musicales acompañados de diversos instrumentos. Entre los intercolumnios, sin embargo, existen varios balcones terminados en arco y techo abovedado, todo ello cerrado con una balaustrada de mármol.

En el altar mayor, podemos ver una pintura que representa la Asunción de la Virgen realizada por el artista Mariano Salvador Maella. En los altares laterales, se encuentran la Agonía del Señor, es decir, el Calvario, y el Martirio de San Pedro Pascual, realizadas por Zacarías González de Velázquez.

Bajo el complejo se encuentra una cripta iluminada a través de un arco de medio punto. Fue acondicionada en 1940 para acoger los restos de los muertos en la Guerra Civil. En su interior se encuentra colocado un óleo, del pintor Rafael Hidalgo de Caviedes, y una talla del Cristo Expirante realizada por Jacinto Higueras. En las paredes existen ocho losas de mármol con los nombres de 328 combatientes, afines al bando franquista, asesinados durante el conflicto bélico.

Si bien el diseño de la fábrica la realizó el arquitecto madrileño Ventura Rodríguez, la construcción la dirigió su sobrino Manuel Martín Rodríguez. El templo fue inaugurado en 1801, consagrándose el mismo un 22 de marzo de ese mismo año.