A
lo largo de su extensa historia la capital del Santo Reino ha disfrutado de diversas
casas consistoriales desde donde se controlaba la vida política y social de la
ciudad. Una de ellas, anterior a la actual, se situaba en el costado sur de la
Plaza de Santa María, ocupando parte de lo que hoy es calzada, entre la calle
Príncipe Alfonso, junto a la Torre de Alcotón, que solía utilizarse como
prisión para los caballeros veinticuatro, y el desaparecido Palacio de
Montemar.
El edificio se levantó en tiempos del emperador Carlos V, pero las necesidades constructivas de la Catedral fueron recortando el edificio, que perdió en 1555 y 1590 buena parte de su fachada. Dos siglos más tarde, allá por 1758, fue preciso hacerle una reforma a fondo, aprovechando la supresión del Postigo de las Cadenas para ampliarlo por esa zona.
LA
fachada fue respetada pero se aumentó su función de fachada-mirador. La planta
baja se abría con un acceso que daba al zaguán. A su izquierda había dos
puertas que daban paso a las oficinas de los escribanos. Bajo unos ventanales que
daban luz al interior se crearon otras dos puertas simuladas. La planta
principal estaba compuesta por una galería que daba acceso a un balcón a través
de dos puertas de media hoja en los extremos de la misma. En el sótano se diseñó
un ropero y un espacio conocido como La Nevera.
Aun
en el interior se siguieron creando otras dependencias como los oficios de
escribanía, la sala capitular para celebrar sesiones de verano, la dependencia
de Contaduría y una vivienda para el portero o el conserje del edificio. La
planta noble contaba con una gran sala capitular para las reuniones del
Ayuntamiento y su oratorio, y en la segunda planta se contaba con dos
habitaciones destinadas a almacenar armería.
En 1837 se empezó a modificar las viejas Casas Consistoriales y en 1862 se volvió a remodelar su fachada con motivo de la visita de Isabel II a la ciudad. Años más tarde, el Ayuntamiento pasó al Palacio de Montemar, procediéndose al derribo total del edificio, ganando la plaza espacio y un alineamiento más regular.
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