viernes, 12 de agosto de 2022

En el olvido: Antiguas Casas Consitoriales de Jaén

A lo largo de su extensa historia la capital del Santo Reino ha disfrutado de diversas casas consistoriales desde donde se controlaba la vida política y social de la ciudad. Una de ellas, anterior a la actual, se situaba en el costado sur de la Plaza de Santa María, ocupando parte de lo que hoy es calzada, entre la calle Príncipe Alfonso, junto a la Torre de Alcotón, que solía utilizarse como prisión para los caballeros veinticuatro, y el desaparecido Palacio de Montemar.


El edificio se levantó en tiempos del emperador Carlos V, pero las necesidades constructivas de la Catedral fueron recortando el edificio, que perdió en 1555 y 1590 buena parte de su fachada. Dos siglos más tarde, allá por 1758, fue preciso hacerle una reforma a fondo, aprovechando la supresión del Postigo de las Cadenas para ampliarlo por esa zona.

LA fachada fue respetada pero se aumentó su función de fachada-mirador. La planta baja se abría con un acceso que daba al zaguán. A su izquierda había dos puertas que daban paso a las oficinas de los escribanos. Bajo unos ventanales que daban luz al interior se crearon otras dos puertas simuladas. La planta principal estaba compuesta por una galería que daba acceso a un balcón a través de dos puertas de media hoja en los extremos de la misma. En el sótano se diseñó un ropero y un espacio conocido como La Nevera.

Aun en el interior se siguieron creando otras dependencias como los oficios de escribanía, la sala capitular para celebrar sesiones de verano, la dependencia de Contaduría y una vivienda para el portero o el conserje del edificio. La planta noble contaba con una gran sala capitular para las reuniones del Ayuntamiento y su oratorio, y en la segunda planta se contaba con dos habitaciones destinadas a almacenar armería.

En 1837 se empezó a modificar las viejas Casas Consistoriales y en 1862 se volvió a remodelar su fachada con motivo de la visita de Isabel II a la ciudad. Años más tarde, el Ayuntamiento pasó al Palacio de Montemar, procediéndose al derribo total del edificio, ganando la plaza espacio y un alineamiento más regular.

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