viernes, 29 de septiembre de 2017

La casería de Jesús

Se trata de una casería situada en las proximidades del Puente de la Sierra, en una hacienda rural una vez pasado el puente de la carretera que va hacia la urbanización Puerto Alto, junto a la curva que existe algo más allá del Restaurante el Portazgo, tomando un amplio carril que lleva directamente a ella. De ahí se narran dos versiones respecto a la procedencia de la imagen. La primera de ellas es la siguiente:

Una tarde del año 1590, un anciano caminante apareció a las puertas de un caserío cercano al Puente de la Sierra (otras versiones la sitúan en un cortijo que había cerca de la Merced en la actual calle de Jesús). Estaba agotado y a punto de desfallecer y pidió asilo humildemente para pasar la noche.

La familia se apiadó del pobre anciano y no dudó en acogerlo en su casa. Mientras compartían su cena con él, el forastero se fijó en un gran tronco que usaban como banco y exclamó: “¡Qué buen Nazareno saldría de ahí!”. Le pidió a la familia que se lo dieran, pues deseaba tallar una imagen de Jesús para agradecerles su acogida, pues según les dijo, era muy hábil trabajando la madera.

La familia accedió, y el anciano les dijo a sus anfitriones que no saldría de su habitación hasta haber terminado el trabajo, así que no debían preocuparse por él ni molestarle. Transcurrieron dos días y el matrimonio comenzó a preocuparse. Nada se sabía del anciano, que no había solicitado instrumento alguno, y ningún ruido salía del cuarto. Por fin, al tercer día, no pudieron esperar más y decidieron ir a ver cómo estaba el anciano.

Al llegar a la habitación encontraron la puerta abierta. Penetraron con temor en la estancia y se quedaron boquiabiertos al encontrar la figura de Jesús apenas cubierta por un tosco sudario. Su cuerpo encorvado y cubierto de heridas y sangre; sus ojos, vidriosos y angustiados fijos sin ver en el suelo; su rostro contraído por el dolor, con los labios agrietados derramando su sangre por una de las comisuras.

El matrimonio buscó al anciano viajero, pero no lo encontraron por ningún lado. Lo que sí hallaron fue una nota escrita por él que decía: “A través de esta imagen, amadle con todo el corazón, en la seguridad de que nunca os abandonará”. La figura alcanzó una gran fama y fueron muchas las peregrinaciones al cortijo para contemplar la magnífica obra. A la muerte del matrimonio, fue trasladado al Convento de la Carmelitas Descalzas, donde la gente acudía repleta de fe, a contemplarlo.

La segunda leyenda, menos conocida, es la siguiente: En la cuadra de esta casería de Jaén, una noche una de las bestias se hallaba terriblemente inquieta. El animal dio una coz tremenda contra la pared y abrió un agujero en ella. El mulero entró para tratar de calmar a la bestia y vio sorprendido que tras la pared rota había una habitación oculta. Penetró en ella y fue allí donde encontró la figura de Nuestro Padre Jesús Nazareno, cubierto por un sudario.

Estas y más leyendas termina en un mismo punto, la imagen fue tapada con un sudario en dicha casería. Lamentablemente todos los datos que la cofradía y la propia iglesia tienen en su poder puede demostrar que la imagen no fue tallada como tal sino que pudo salir de la fábrica de Sebastián de Solís, por orden de los Carmelitas Descalzos del convento de San José allá por 1588, fecha en la que se fundó la orden en la capital, con el fin de dar culto a uno de los momentos más significativos de la pasión y muerte de Jesús.

Lo que sí está claro es que el origen de tanto la cofradía como de la imagen sigue estando cubierta por esa densa niebla que no deja ver la luz, quién sabe si algún día concluirá el misterio.