viernes, 25 de mayo de 2018

En el olvido: Puerta de Baeza

En la actual Plaza de los Huérfanos se encuentra unos restos de lo que en su día perteneció a una de las puertas de acceso a la Capital del Santo Reino, la Puerta de Baeza. Dicha puerta está localizada en el tramo de la muralla existente entre la Puerta de San Agustín, que se encontraba situada en la actual Plaza de los Jardinillos, y la Puerta del Sol, junto al Pilar del Arrabalero, donde una antigua muralla discurría a lo largo de la actual calle Millán de Priego en dirección noroeste.


La puerta se describía como "dos puertas en una dispuestas de modo que ninguna se descubre de frente", o dicho de otro modo, era una puerta que, debido a su anchura, tenía doble entrada: un pequeño postillo por donde pasaban las personas, y otra entrada más grande por donde circulaban las bestias y los vehículos. Estas puertas eran separadas por una columna para realizar un control más exhaustivo de las personas y mercancías que entraban y salían de la ciudad. Se sabe que la puerta contaba con arcos de ladrillo, estaba flanqueada por dos torres almenadas, y era defendida por un cantón y torreón adelantado.


Especial importancia obtuvo la Puerta de Baeza en el siglo XIV, cuando los judíos fueron objeto de persecuciones, lo que hizo que el pueblo judío aproximaran sus casas a esta puerta. Durante mucho tiempo, la Puerta de Baeza daba acceso al barrio de la judería, siendo la entrada principal a esta.


Entre los muros de la puerta se sitúa una de las leyendas más curiosas y esotéricas que se conservan. Se dice que unos ganaderos que estaban de viaje pidieron pasar la noche en una casa entre la plaza de los Huérfanos y la calle del mismo nombre. Aceptando la dueña por la generosa retribución que le ofrecían los pastores, estos se alojaron en el sótano, como ellos querían.


A media noche la hija de los dueños se despertó y oyó unos extraños susurros que procedían de los sótanos de la casa, y sigilosamente descendió hacia ellos y vio, sin que los hombres se percataran de su presencia, como estos se encontraban alrededor de una vela encendida y pronunciaban unas palabras en un idioma que no comprendía. Tras las palabras y el ritual se abrió mágicamente uno raja en los muros; sin pausa, los pastores entraron por la grieta y al poco salieron cargados de monedas, joyas y otros objetos preciosos.


Apagaron la vela y entonces la brecha del muro se cerró. Al día siguiente los ganaderos abandonaron la casa, y la muchacha, que había memorizado las extrañas palabras que oyó pronunciar, pidió a su madre, tras decirle escuetamente lo que había visto, que la acompañara al sótano esa misma noche. Encendió la vela, que estaba ya muy pequeña por el uso de los pastores, y repitió el ritual que había observado, pronunciando las palabras mágicas; entonces, efectivamente, se abrió de nuevo el muro, ante el gran asombro de la madre.


Mientras que la madre se quedó sosteniendo la vela, la hija entró en la cueva y deslumbrada ante el magnífico tesoro que cobijaba se entretuvo, la madre desesperada advirtió que la vela estaba a punto de apagarse, que cogiese cualquier cosa y saliera corriendo, pero la codicia de la joven la entretuvo hasta que por fin la vela se apagó sin que la muchacha reaccionara a tiempo ante los gritos de la madre que veía cómo la entrada a la cueva se cerraba. La madre, desesperada, se lanzó hacia el muro, pero este ya era de nuevo una sólida pared de piedra. Allí dentro se quedó la muchacha.
En pleno siglo XXI, un puente de madera invita a cruzar los restos arqueológicos que se hallan bajo el mismo, al igual que lo hacían nuestros antepasados a lo largo de la historia.

viernes, 18 de mayo de 2018

Personajes ilustres de nuestra tierra: Emilio Cebrián Ruiz



Este ilustre personaje dejó una enorme huella en la Capital del Santo Reino, al ser director de la Banda Municipal de Jaén, y de crear las composiciones musicales "Himno a Jaén" y "Nuestro Padre Jesús". Emilio Cebrián Ruiz nació en Toledo el 30 de julio de 1900, en la Mezquita del Cristo de la Luz, museo del que sus abuelos eran conserjes.


En 1915 ingresó en la Música de la Academia de Infantería de Toledo y, al año siguiente, ocupó plaza de Clarinete segundo en la Orquesta del Teatro Rojas, de la que al poco sería nombrado subdirector. A su frente demostró el gran talento artístico del que estaba dotado. Completó sus estudios musicales en Madrid, con Emilio Vega, director de la Banda de Alabarderos, quien le propuso ingre­sar como subdirector en la Banda de la Guardia Civil, ofrecimiento al que rehusó. Hasta su nombramiento como director de la Banda Municipal de Jaén en 1932, dirigió en Toledo los Coros del Colegio de Huérfanos Militares María Cristina y la Banda de La Lira.
En Talavera de la Reina reorganizó la Banda Municipal, con la que obtuvo en Toledo el Primer Premio de Bandas Civiles. Al frente de la Banda Municipal de Jaén, hizo que esta estuviera entre las mejores bandas de España. En 1933 mostró interés por participar en la oposición convocada para cubrir el puesto de director de la Banda Municipal de Sevilla, a lo que renunció tras conocer la intención de la Asociación Nacional de Directores de impugnar la convocatoria.


Dedicó "Nuestro Padre Jesús" (1935), su obra cumbre en el género de la música procesional, a Nuestro Padre Jesús Nazareno, "El Abuelo", aunque la hermandad malagueña del paso del Nazareno quiso apropiarse de su dedicatoria. La hermosa composición incluye como contrapunto en su trío final un fragmento del "Himno a Jaén", cuya autoría corresponde también al propio Emilio Cebrián.


Las restantes marchas que compuso fueron: "Cristo de la Sangre" (imagen del pueblo toledano de Torrijos), "Macarena" (1943, Esperanza Macarena de Sevilla), "Jesús Preso" (1943, de Jaén) y "María", marcha cuya existencia se conoce por medio de su hermano Francisco. La fuerte atracción que sobre él ejercía Sevilla le impulsó a dedicarle la bella pieza de guitarra "Recuerdo a Sevilla", que estrenó el afamado guitarrista flamenco "Niño Ricardo".  

Su muerte, signada por la tragedia, le sorprendió en Liria (Valencia) el 3 de octubre de 1943, donde su hermano Francisco dirigía la Banda Primitiva, en el que ambos tenían que dirigirla. La lluvia obligó a trasladar el concierto a un local cubierto, con tan infausta fortuna que, poco antes del comienzo, se asomó a un balcón que carecía de balaustrada y cayó al exterior golpeándose en la cabeza con el borde de la acequia que rodeaba al edificio, falleciendo instantáneamente. La conmoción que el suceso causó en el pueblo fue indescriptible. Allí fue enterrado hasta que, años después, sus restos fueron reinhumados en su Toledo natal.

viernes, 11 de mayo de 2018

Nuestro Cristo del Arroz


Desde el viernes anterior al segundo domingo de mayo se festeja una verbena popular en las calles del barrio de la Glorieta, al sur de la ciudad, con barras y carpas improvisadas en bares, cocheras y espacios públicos, así como mercadillos y atracciones de feria, toda ella en honor al Cristo de los Charcales, popularmente conocido como Cristo del Arroz.


Este Cristo se encuentra muy vinculado al paraje de la Fuente de la Peña. Aunque ya en el siglo XV era tradición celebrar allí la Pascua del Espíritu Santo o Pentecostés, no es hasta el siglo XVI cuando la fuente es sacralizada bajo una advocación mariana donde se construye una ermita que estuvo en pie hasta el siglo XVIII. El 11 de agosto de 1588 se documenta la fecha de constitución de la cofradía y capellanía de Nuestra Señora de la Peña, a iniciativa y expensas del jienense Sebastián Carrera.


La actual advocación cristológica es de principios del siglo XIX, cuando se inicia la construcción de una nueva ermita para acoger al Santo Cristo de la Peña. A partir de 1885 se empezó a conocer como Cristo de Charcales, año en el que se funda su cofradía, y en 1905 el Ayuntamiento financia la construcción de la ermita actual. Durante la Guerra Civil la imagen fue destruida, encargándose la imagen de una nueva en 1939, y otra en 1947, la que hoy se procesiona y que fuera bendecida el 20 de mayo de ese año en un acto al que asistió una representación de la cofradía del Cristo de Chircales, de la localidad de Valdepeñas de Jaén.


La romería comienza el domingo del segundo fin de semana de mayo a las ocho y media de la mañana, siendo previamente anunciada con el lanzamiento de cohetes. La procesión romera, acompañada de repique de tambores, sale del barrio para realizar un pasacalles por el centro histórico de la ciudad, en cuyo camino se realiza una ofrenda floral en el Camarín de Jesús.​  Posteriormente, la procesión se dirige a la ermita del Cristo de Charcales, donde se celebra una misa al mediodía. Al llegar la tarde, la hermandad regresa a la ermita, porta al Cristo en unas andas, y se inicia una procesión por las calles del barrio, en compañía de una banda de música y en la que tradicionalmente participa el alcalde de la ciudad. Al caer el sol, la imagen retorna a su templo.

viernes, 4 de mayo de 2018

Judería en Jaén: Historia de la Judería II

En la España musulmana, cristianos y judíos se integran armoniosamente en el nuevo estado musulmán que se fue forjando. Los judíos españoles tuvieron la oportunidad de reencontrarse con aquellos otros judíos que vivían en Oriente o en África. En el año 912 nace el Califato de Córdoba. Abderramán III se proclama Califa y Príncipe de los Creyentes. De este modo comenzará la Edad de Oro del Judaísmo Español.


Para justificar su antigüedad en Sefarad, las comunidades judías de España generaron algunas leyendas medievales que situaban a este pueblo en la Península Ibérica desde tiempos muy remotos, como la leyenda de la Mesa de Salomón.


El Califato Cordobés dejó su huella en Jaén, llamada en época musulmana Medina Yayyan. Varias mezquitas e, indudablemente, una sinagoga, presidirían la vida religiosa de la ciudad. Ishaq ibn Shaprut costeó la construcción de esa sinagoga. Ishaq tuvo un hijo, Hasday ibn Shaprut, que con el tiempo se convirtió en uno de los judíos más importantes de la historia musulmana.


Se tiene constancia que en Jaén se construyeron hasta cuatro baños árabes, cuyos nombres eran Hamman al-Tawr, Hamman ibn Tarafa, Hamman al-Walad y Hamman ibn Ishaq, este último como baño judío.


Tras la caída del Califato de Córdoba, el territorio se dividió en los Reinos Taifas, pasando Jaén a depender del Reino Zirí de Granada. La judería de Jaén será, tras la de Granada, la más grande de ese reino.


En el año 1066, un motín contra los judíos de Granada dará comienzo a una etapa menos afortunada. En Jaén, su Gobernador se apoderó de las riquezas de los judíos jiennenses. Este hecho provocó que años más tarde la población hebrea parezca llegar a su exterminio, ya que se vieron obligados a huir hacia los territorios cristianos de Castilla, donde sus gobernantes les daban ciertos privilegios y podían vivir con relativa paz. A partir de ese momento serían los cristianos los que de nuevo, convivieran con los judíos españoles.


En el año 1246, se volverán a ver judíos en Jaén como arrendadores de rentas. La judería de Jaén se recompone y cuenta con un tamaño considerable. En esa época  la judería estarían enclavadas entre las desaparecidas parroquias de San Andrés y San Pedro.


En el año 1391 la judería de Jaén fue asaltada. La chispa estalló en Córdoba, arrasando con todas las juderías jiennenses. Muchos de los judíos se vieron obligados a convertirse al cristianismo, que comenzaron a llamarse judeo-conversos o criptojudíos. Muchas de ellas fueron ficticias, aparentando ser cristianos exteriormente conservando sus creencias judías en la más estricta intimidad.


La judería de Jaén que conocemos como tal, en el antíguo barrio de la Santa Cruz, es la zona que ocuparon los judíos y posteriormente los judeo-conversos, durante los años de denominación cristiana, desde que Jaén pasara al dominio del rey cristiano Fernando III El Santo. Este barrio tiene una morfología que coincide con la definición de los barrios judíos en las ciudades hispano-musulmanas: "barrios separados, calles apartadas y angostas y escasas salidas que se cerraban por la noche".


En el año 1483 se establece en Jaén el Tribunal de la Santa Inquisición. Muchos judeo-conversos fueron condenados a muerte por esta institución, se les llamaba marranos, o vestían a estos con trajes amarillos con una o dos cruces diagonales pintadas sobre ellos. Los que habían de ser relajados en un Auto de Fe tenían que llevar puesto un sambenito negro con llamas, demonios y demás temas similares. Cuando la condena concluía, estos sambenitos eran colocados en las puertas de las iglesias con el nombre de los condenados.


Finalmente, en el año 1491, los Reyes Católicos dictaron un decreto en el que ordenaron la expulsión de todos aquellos judíos que no quisieran abrazar el cristianismo. Aunque muchos judíos permanecieron en Jaén aparentando ser cristianos, seguirían las persecuciones contra ellos. Prueba de ello fue la creación del Estatuto de Limpieza de Sangre, donde la población debería mostrar pruebas documentales de no tener antecedentes judíos o musulmanes para ingresar en colegios mayores y universidades, o en órdenes religiosas y militares.