viernes, 25 de diciembre de 2020

De leyenda: Almas errantes en el Hospital de San Juan de Dios

A continuación, se puede leer el texto original sobre dicha leyenda.


“Esta tarde se ha puesto a llover; a llover de esa forma tan especial con que lo hace en Jaén.

El viento zarandeaba las baldas de la persiana que, a media altura, dejaban pasar al comedor la última cuota de claridad que los pardos nubarrones permitían filtrar por sus frías y húmedas paredes. Izó un poco más aquella persiana, y agudizó mis sentidos.

El silbido del viento se hacía presente por las invisibles rendijas de la ventana. Las ramas de los árboles siseaban al rozarse con fuerza las unas contra las otras, mientras las gotas de agua, estrelladas en los cristales, imprimían una visión distorsionada de las personas que, encorvadas por el viento y asiéndose el sombrero con una mano o aguantando el paraguas ya vuelto con la otra, caminaban lo más deprisa que podían por las calles empedradas. Alguna de ellas parecía volverse, y mirarme, y llamarme.

Estaba en un punto en que lo onírico se podía transmutar en realidad, o en el que tal vez, la realidad, podía adquirir tintes oníricos. En estos casos, la curiosidad tiende a dejarse llevar por las apariencias y, quizás, conducimos al encuentro de algo o alguien mostrándonos un camino que, de tomarlo, no acertaríamos a adivinar si es real o imaginario. En ese estado, atrapado por las redes que lanza el viento al entrecruzarse con las ramas de los invisibles olmos, me siento transportado al viejo barrio de San Miguel.

La cuesta que lleva hasta su perdida iglesia se torna resbaladiza. Allí, al igual que en sus calles aledañas, tampoco hay árboles, pero sin embargo se sigue escuchando el quejido de las ramas, trayendo quizás alguna oración perdida desde el vecino convento de Santa Catalina.

Como si de un sendero trazado se tratase, sigo los húmedos y brillantes guijarros de la Calle Córdoba hasta llegar a la todavía llamada de la Almona. En ella, una monja enjuta y pálida, con hábito azul, mandil blando y blanca toca almidonada desplegada al viento, baja impasible hacia la del Carnero, perdiéndose inexplicablemente antes de tomar el recodo de la misma.

El viento me empuja y fuerza mis pasos hasta aquel lugar, pero no encuentro su rastro. Paso por delante del callejón, llamado en otro tiempo de los muertos, siempre bordeando la tapia del benéfico hospital de San Juan de Dios, y abierta su antigua puerta gótica de par en par, decido entrar al vislumbrar entre las palmeras del patio por pálida silueta de la monta. Ya dentro, me pareció verla entrar en el ascensor. Me acerco, entro también, y compruebo que no hay nadie en su interior, solo yo.


El aire, que se arremolinaba por el claustro creando pequeños torbellinos, ha arrojado un papel dentro del ascensor, dejándolo a mis pies. Me inclino para cogerlo y, cuando me disponía a desdoblarlo para leerlo, se cierra sin más su puerta conmigo dentro y comienza un descenso a lo desconocido que encogió mi ánimo, mientras una ráfaga de viento cruzaba mi espalda, produciéndome un escalofrío, un repelús, que me hizo languidecer con tal rapidez que, de no ser porque la puerta se abrió de nuevo y pude salir, hubiese caído sin duda en una crisis de pánico.

Me encuentro ahora en una estancia con bóvedas bajas, justo al lado de la cafetería. La temperatura es fría. Sin embargo, un prolongado perfume a azahar inundaba el momento, creando un ambiente de bienestar espiritual.

Pero esa conjunción con lo eterno pronto fue turbada por un repentino y fugaz apagón de luces que actuó, al parecer, como resorte para que se abriera la pesada puerta de cristal por la que se accede a la cafetería.

Perdida ya la razón y dejándome llevar por los impulsos del alma, crucé el umbral de aquella puerta y recorrí una larga estancia. En ella, tras la barra del mostrador, se encontraba una mujer morena de ojos grandes, oscuros y profundos, que más que camarera, asemejaba encarnar una vestal romana rodeada de un aura blanca por todo su cuerpo.

Miró mis asustados e incrédulos ojos mientras me ofrecía un café.

Sobre el fuego apagado de la cocina, la cafetera silbaba indicando que el café estaba en su punto. Me sirvió una taza. Pero otro repentino y fugaz apagón de luces me hizo desviar la mirada de aquellos profundos ojos y dirigirla al lugar por el que entré. El ascensor abría su puerta nuevamente sin nadie dentro de él, y a los pocos segundos, se vuelve a abrir sola la de aquella cafetería, a la vez que unos pasos sordos parecían avanzar hasta mí deteniéndose a escasos metros. Entonces, la puerta se cerró con la misma lentitud con la que antes se abrió.

No reacciono. Vuelvo la mirada a la sacerdotisa y le pregunto con la mía. Ella pausó unos segundos la contestación, a la vez que su rostro se tomaba en cada uno de ellos más afable. Después, con voz dulcísima, me dijo “En este Hospital hubieron muchos llantos, lamentos, agonías dolorosas… muertes imprevistas”. Aquella estancia, dijo dirigiendo su mano a la de baja bóveda donde se encontraba el ascensor, y sin dejar de mirarme, era la cripta. Allí dejaban a los muertos hasta que eran transportados al cementerio o a la iglesia. Muchas almas, continuó diciendo, han quedado apresadas entre estos muros esperando el momento de ver la luz que las lleve hasta la infinita misericordia.

Una nueva ráfaga de viento zarandeó mi cuerpo, mientras mis ojos se perdían en el océano proceloso de los de aquella mujer.

Se había abierto un postigo de la ventana y la lluvia penetraba en mi comedor mojándome la cara. Lo cierro con rapidez y me siento despertar de un sueño un tanto absurdo.

Las escasas personas que pasaban por la calle, iban cobijándose como podían de las inclemencias de la tarde, y las ramas de los árboles seguían en su desaforada desazón blandiéndose las unas contra las otras.

El subconsciente me llevó de nuevo hasta los ojos de aquella mujer, a esos ojos negros, grandes y profundos, pero achinados un tanto a causa de la sonrisa virginal y mágica que me deparaba.

Esos ojos, llenos ahora de dulzura, incidieron con suavidad en una de mis manos, en la que tenía cerrada y apoyada sobre el frío cristal, me vuelve a mirar forzando mi ánimo para que yo mirase también esa mano. Así lo hayo y veo como en ella, fuertemente apretado, había un papel aprisionado. Era el mismo papel que recogí en el ascensor del Hospital.

Como si el tiempo y el lugar se hubiesen trasladado desde aquella cripta hasta mi comedor, me enfrento de nuevo a las almas mudas y penitentes que vagaban por las frías salas de aquel hospital. Miro de nuevo el papel arrugado dentro de mi mano, pero no me atrevo a leerlo inmediatamente a pesar de la intriga que de su contenido percibo. Lo despliego poco a poco, receloso de lo que pueda encontrar escrito en él, pero al mismo tiempo ávido por saberlo. Al cabo de un rato, fijo mis ojos sobre unas letras grandes, un tanto deformes, de color apagado, en las que se puede leer con estupor. ORA PRO NOBIS”.

viernes, 18 de diciembre de 2020

Jaén y deporte, deporte y Jaén: CB Jaén

Club Baloncesto Jaén es el equipo más representativo de la capital del Santo Reino relacionado con esta disciplina deportiva. Su estilo se basa en una fuerte cantera bien trabajada por los distintos integrantes de este conjunto deportivo.

Sus integrantes pueden disfrutar de unas instalaciones donde entrenar, de entrenadores formados académicamente y de hasta un equipo senior con quienes algún día sus jugadores podrán jugar con los mejores jugadores del baloncesto español.

Sus señas de identidad hacen única a esta formación deportiva, como los vínculos y las amistades que se crean para toda la vida y los valores que se transmiten más allá del deporte. En ella se ofrece un entorno donde se desarrollan habilidades sociales, hábitos saludables y valores como la amistad, el respeto y el compromiso en el día a día de los jugadores.

Actualmente, Club Baloncesto Jaén cuenta con equipos en categoría junior masculino, junior femenino, cadete masculino, cadete femenino, infantil masculino, infantil femenino, minibasket masculino, minibasket femenino y minibasket mixto.


viernes, 11 de diciembre de 2020

Personajes ilustres de nuestra tierra: Magdalena del Prado

Magdalena del Prado nació en Jaén entre 1620 y 1625 y pertenecía a una de las familias nobles del vecino municipio de Torredonjimeno, siendo hija de don Manuel del Prado y de doña María de Valenzuela. Con el paso del tiempo contrajo matrimonio con don Cristóbal de Vilches y Alférez, a su vez caballero veinticuatro perpetuo de la ciudad de Jaén y cofrade de San Andrés.

Fue abuela de don Cristóbal de Vilches Alférez y Talavera, el cual hizo valiosos donativos a la Virgen de la Capilla, a la postre sepultado bajo los pies de la patrona. Nuestra protagonista también era pariente de Santo Tomás de Villanueva, venerable muy limosnero conocido como Padre de los Pobres. Su imagen aún se encuentra en la capilla de Santiago Apóstol en la Santa Iglesia Catedral de nuestra ciudad.


La vivienda de doña Magdalena del Prado se encontraba en el número 12 de la calle que lleva su nombre. El edificio fue destruido, sin embargo, aún se conservan restos de la misma, a destacar un blasón, un sol partido con el león y el castillo escudo de los Vilches, y un baquetón gótico con alfiz partido.

Mujer de la época, se encargaba de controlar a los esclavos que poseía, permitiéndose incluso el placer de darles permisos a estos para que contrajeran matrimonio cristiano entre ellos.

viernes, 4 de diciembre de 2020

Crimen del Pub Princesa

Manuel José Castro, tosiriano de 37 años y camarero del Pub Princesa, fue encontrado muerto en dicho local el 23 de marzo de 1995. El cuerpo presentaba un fuerte golpe producido por un extintor y varias heridas de arma blanca en el pecho. Este fue hallado envuelto en espuma, según la policía, en un intento del asesino por borrar cualquier indicio que lo involucrara.

Durante semanas la policía interrogó a los clientes que esa noche estuvieron en el establecimiento, a amigos de la víctima y a delincuentes habituales. Los investigadores no encontraron nada. Cuando la investigación parecía estar en punto muerto, meses después, un vecino de la capital con graves problemas psiquiátrico amenazó a una pareja con un cuchillo.

Fue la madre quien denunció a su hijo porque este le había confesado que había cometido un crimen. Cuando la policía registró su casa, encontró el arma y un pijama del hospital manchado de sangre. Francisco José C. A. fue ingresado en prisión por orden del juez, pero debido a sus trastornos mentales fue trasladado a la planta de psiquiatría del Hospital Princesa.

Las pruebas forenses que se efectuaron dieron como resultado que la sangre hallada en dicho pijama pertenecía al camarero asesinado. Por desgracia, cuando estos resultados se hicieron públicos, el asesino se suicidó. El caso fue archivado de forma provisional en 1997 aún sin esclarecer si Francisco José pudo o no contar con la ayuda de una presunta mujer de la que nunca existieron pruebas sólidas que la incriminara en los hechos.

viernes, 27 de noviembre de 2020

Historias del ferrocarril

El ferrocarril por nuestras tierras no ha vivido un camino de rosas precisamente. La provincia siempre ha sido considerada de segunda categoría aun existiendo una industria minera importante en pleno corazón de la misma.


Todo comenzó cuando en 1856 se constituye la Compañía de Ferrocarriles Madrid-Zaragoza-Alicante (MZA). Esta empresa obtiene cuatro años más tarde el tramo Manzanares-Córdoba, dentro de la línea general de Andalucía. En 1866 la meseta castellana queda finalmente comunicada con Andalucía mediante el tramo Venta de Cárdenas-Vilches atravesando el Paso de Despeñaperros con una longitud de casi 30 kilómetros. Días más tarde se inaugura el tramo Vilches-Córdoba y en 1877 se inaugura el ramal de Vadollano con Linares. Por ese motivo se constituye en mayo de ese año la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces.

1879 fue clave para la provincia jiennense. Por fin se construyó la ampliación del ramal de Vadollano, conectando el Paseo de Linarejos con Los Salidos. De este modo, la comarca minera del norte de Linares exportaba el plomo y la plata sustraídos de las minas.

No fue hasta el 18 de agosto de 1881 cuando llega el primer tren de pasajeros a la capital del Santo Reino al inaugurarse el tramo Espeluy-Jaén perteneciente a la línea Puente Genil-Linares. A finales del siglo XIX se inauguran nuevas vías de ferrocarril, en este caso los tramos Cabra-Puente Genil, Cabra-Jaén y Espeluy-Linares.

No será hasta la dictadura de Primo de Rivera cuando la Compañía de Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante (MZA) optó por aprovechar buena parte de la línea Madrid-Alcázar de San Juan para continuar desde ese punto, a través de Despeñaperros, hacia Córdoba y Sevilla.

Tras el fracaso de este proyecto se intentó llevar a cabo el conocido como Plan Guadalhorce, o lo que es lo mismo, una línea de ferrocarril que conectara Puertollano con Córdoba atravesando la serranía andaluza. Dicho plan fue refrendado en 1926 aunque no fue aprobado hasta dos años más tarde. El Ministerio de Fomento aprovechó la ocasión para contratar las obras del ferrocarril de Puertollano a Marmolejo, desde donde finalmente se empalmaría con la línea de Madrid a Sevilla.

Paralelamente a esta actuación, comienza la construcción de la línea Baeza-Utiel-Frontera Francesa, unas obras que se prolongaron en el tiempo. Ya con la llegada del Franquismo culmina la electrificación del Paso de Despeñaperros dentro de un plan de modernización que llevaría a la electrificación de todo el tramo entre Alcázar de San Juan y Córdoba.


En los años 60 comienza el declive de lo que un día fueron los años gloriosos del ferrocarril en nuestra provincia. Un informe del Banco Mundial obliga al abandono de las obras del ferrocarril de Puertollano a Marmolejo y paraliza las de Baeza-Utiel-Frontera Francesa. A continuación se cerraron también los tramos Linares-La Carolina y Linares-Espeluy.

Sin embargo, también se modernizan las líneas de tranvía de Linares y La Loma, uniendo estas mediante una estación subterránea bajo las vías de Linares-Baeza. De este modo, la ciudad minera acabó unida con las ciudades renacentistas de Úbeda y Baeza mediante un ferrocarril que sustituyó a los obsoletos tranvías. Además, en 1976, se produce la electrificación del tramo Espeluy-Jaén y también comienza un periodo de pruebas del nuevo electrotrén conocido popularmente como Platanito.

Sin embargo, en 1984, ya con el partido socialista en el poder, un Real Decreto aprobado en Consejo de Ministro provoca el cierre del tramo Jaén-Puente Genil y de la línea de ferrocarril Baeza-Utiel-Frontera Francesa. Esto, unido a la construcción del AVE Madrid-Sevilla atravesando la serranía de Córdoba, confirma el desmantelamiento ferroviario que sufre la provincia y que se mantiene en la actualidad para desgracia de los que vivimos en estas tierras.

Actualmente, la provincia espera su conexión a la Alta Velocidad a través del prometido corredor Alcázar de San Juan–Jaén, algo que a duras penas verá la luz.

viernes, 20 de noviembre de 2020

Jaén en Miniatura: Maquetas que hablan de nuestra historia

 Palacio de los Duques de Garcíez y Montemar

Casa adosada al Torreón de la Puerta Noguera
Convento de la Coronada y Prisión Provincial
Pensión Martín
Iglesia de la Merced
Parroquia Santa María Madre de la Iglesia

Iglesia de Santa Isabel
Palacio de la Familia de los Saenz
Puerta del Aceituno
Puerta de Martos
Iglesia del Salvador
Castillo de Santa Catalina
Arquitectura doméstica de La Carrera
Iglesia de San Eufrasio
Casa de la Familia Estabatirado
Puerta de Baeza
Alhóndiga
Casa de los Rincones
Arco de San Lorenzo
Iglesia de San Juan Pablo II
Casa de Socorro
Parador Nuevo
Convento de San Antonio
Palacio del Capitán Quesada
Iglesia de Cristo Rey
Iglesia de San Félix de Valois
Palacio de Villadompardo
Camarín de Jesús
Iglesia de San Bartolomé
Pilar del Arrabalejo
Iglesia de Belén y San Roque
Diputación Provincial
Basílica Menor de San Ildefonso
Ayuntamiento

Casa de la Familia Jódar
Casa del Chantre de la Catedral
Las Carnicerías
Cine Norte
Cuartel de San Rafael
Santa Iglesia Catedral
Iglesia de San Juan
Raudal de la Magdalena
Iglesia Parroquial de la Magdalena
Puerta del Ángel
Casa-Mirador del Doctor Eduardo Arroyo
Antigua Prisión Provincial
Casa-Palacio de los Uribe
Teatro Cervantes
Museo Provincial
Palacio Episcopal
Convento de Santa Teresa de Jesús de las Carmelitas Descalzas
Casa de la sede de el periódico El Pueblo Andaluz
Hospital de Jesús, María y José
Clínica del Doctor Cáceres
Casa de Piedra
Casa del Guarda
Casa de Comedias
Torreón Puerta del Sol
Parroquia de San Miguel
Palacete-Casería de la Familia Jódar
Parroquia de Santa Cruz
Posada del Santo Rostro
Correos y Telégrafos
Clínica Fermín Palma
Parroquia de San Lorenzo