Se
podría decir que el arquitecto toledano fue uno de los responsables de la
introducción del estilo renacentista a la manera como la entendió Italia en
suelo español. En 1520, año en que visita por primera vez nuestra ciudad, Pedro
Machuca realizaría la obra de pintura y dorado del altar de Santa María de la
Consolación en la Santa Iglesia Catedral, destruido en la Guerra Civil por
parte del bando republicano.
También
algunos historiadores sostienen que pudo diseñar un relieve que formó parte del
retablo del Corpus de la iglesia de Santa María Magdalena, vinculado oficialmente
a Jacobo Florentino y a Jerónimo Quijano.
Veinte
años más tarde, el arquitecto volvió a la ciudad después de unos años dedicado
exclusivamente a su trabajo en Granada para construir el retablo de la Virgen
de la Capilla en la Basílica Menor de San Ildefonso. En ella, además de Pedro
Machuca, intervienen los pintores Lucas Quiterio y Lorenzo Gómez. El retablo
estaba compuesto por cuatro tableros cuya pintura fue ejecutada por nuestro
protagonista. Esta construcción fue sustituida, presumiblemente, en 1690 por
otra obra de estilo barroco diseñada por don Andrés Bautista Carrillo.
También
cabe la posibilidad de que el arquitecto y pintor pudo realizar el retablo mayor
de la basílica justo cuando terminó el retablo de la patrona en ese mismo año.
Este retablo pudo ser cambiado en 1734 por uno nuevo ante el lamentable estado
de conservación que sufría.
Lo
que sí está demostrado es que Pedro Machuca también se encargó, por aquella
época, del retablo mayor de la iglesia de San Andrés. En esta representación se
desarrollaría un programa pictórico con un marcado protagonismo del artista. Se
piensa que la construcción pudo finalizarse al año siguiente de su inicio. Un
retablo que, con el paso del tiempo, ha sufrido innumerables modificaciones.
En la primavera de 1546 Pedro Machuca recibió el encargo de diseñar el retablo para la capilla de San Pedro de Osma en la Catedral de Jaén, una obra existente en la actualidad en la sala capitular de la misma. Consta de un armazón reducido, rigurosamente ordenado, y limitado a los marcos de las diferentes pinturas, en el que se desarrolla una guarnición de talla con motivos de medallas o sarmientos, hojas y racimos de vid. El ático escapa de la traza general porque adopta un diseño semicircular con decoración calada en el que se dan cita motivos naturalistas semejantes a la decoración del armazón y los grutescos.
El
clero se quedó tan impresionado con el resultado que estos le encargaron al
arquitecto la realización de dos retablos más destinados a las capillas
funerarias de don Pedro Monrroy y de don Pedro de Ocón. También se comenta que
pudo diseñar el retrato de la Sagrada Familia, conocida también como de la
Virgen de la Cinta, uno de los dibujos más característicos de nuestra joya
renacentista.
Ante
tanto trabajo, Pedro Machuca se compró una casa en la actual calle Bernabé
Soriano, vivienda que posteriormente ampliaría para poder disfrutar de una
mejor residencia. Lamentablemente, su vida llegó a su fin en 1550, siendo su
hijo, Luis de Machuca, quien continuó con la labor de su padre.
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