En
el espacio comprendido entre las huertas del Recinto y la Alcantarilla y la
Fuente de Don Diego se alzaba la ermita de San Félix de Cantalicio. Este
espacio abierto al culto era una fundación benéfica abierta el 25 de mayo de
1718 que disponía de un templo y más tarde de una de las primeras escuelas de
niñas de la ciudad.
En
el siglo XIX el colegio pasó a depender del Ayuntamiento, que destinó el
espacio a hospital de coléricos y contagiosos en épocas de epidemias. El
pequeño templo quedó afecto a la parroquia del Sagrario, que lo utilizó como
iglesia auxiliar, cayendo de este modo en decadencia.
Durante
muchos años, la vieja ermita fue el referente obligado de una plazuela llena de
encanto y personalidad. Allí nacieron la fiesta y procesión de San Félix, a
quienes los hortelanos de la Huerta Baja adornaban con las primeras cerezas del
año, o la romería del Cristo del Arroz, cuya cofradía se fundó en la sacristía
de esta ermita.
En 1963 se creó en ella las primeras casas giennenses de las Hermanas Nazarenas, y el 8 de septiembre de 1970 el obispo Félix Romero Mengíbar erigió entre sus muros la parroquia de San Eufrasio. Esta dedicación pastoral obligó en 1974 a demoler la vieja ermita para levantar sobre su solar la nueva parroquia de San Eufrasio, una nueva fábrica con la que se heredaría muchos de sus elementos arquitectónicos y artísticos.
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