Caminando por la actual calle Baja de la Magdalena actualmente podríamos seguir disfrutando de la Puerta de Martos si esta se hubiera mantenido en pie. Era la primera puerta con la que se topaba la muralla cuando esta bajaba del Castillo de Santa Catalina. La defendía unos torreones que fueron rebajados en 1705 cuando ya no cumplía ese papel defensivo que la caracterizaba.
Desde
allí el camino buscaba los ejidos de Santa Isabel y la Coronada Vieja, desde
donde partían los senderos hacia Andújar y Martos. La muralla entonces hacía un
quiebro y se dirigía a la también desaparecida Puerta del Aceituno.
Su
aspecto descubría su origen musulmán aunque las piedras de su basamento fueran
romanas. Como anécdota histórica se puede decir que por ella entró un día de
mayo de 1525 Carlos V para visitar Jaén.
La
elevación de sus muros, su visión sobre la vega y la campiña y una serie de
arcos estrechos y muy altos formaban un punto defensivo que la hacía
inexpugnable. Jugó un papel fundamental en la Guerra de la Independencia y más
tarde en el conflicto bélico entre los carlistas y las tropas del General
Riego, en 1823. Esta última guerra la volvió a poner en servicio,
rehabilitándose su fortificación.
A mediados del siglo XIX algunos vecinos la tomaron con la puerta, alegando que era muy estrecha y que impedía el tránsito de los carruajes, y el Ayuntamiento, en 1865, acordó su demolición. Esta se hizo a medias, ya que durante muchos años se han mantenido en ese lugar las piedras de sus muros. De la puerta solo queda el espacio angosto del terreno provocada por esa entrada.
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