miércoles, 31 de agosto de 2022

¡Gracias!

Más de 250 publicaciones durante cinco años. Todos los viernes, sobre las diez de la mañana, una nueva historia que contar. Fiestas, gastronomía, leyendas, monumentos, sucesos… en definitiva, historia.

¿La intención de este blog? Dar a conocer la riqueza patrimonial e inmaterial de la capital del Santo Reino, la gran desconocida para muchos. Lo que somos, y cómo somos los jiennenses, nuestras costumbres, lo que usamos, lo que nos rodea, tiene su origen en la historia.

No se puede ignorar de donde venimos, pues esa es nuestra razón de ser. Representantes del sector, administraciones públicas, el pueblo en sí, debe cuidar y apoyar algo tan importante como nuestras raíces. Apoyar la cultura, el turismo, proteger nuestro patrimonio, nuestras costumbres, debería ser uno de nuestros deberes en nuestro día a día.

Que este blog ponga su granito de arena en ayudar a descubrir lo que para muchos es desconocido es un auténtico sueño hecho realidad. Ha servido para promocionar, informar y orientar sobre lo que tenemos, porque, aunque no se quiera asumir, cada calle, cada monumento, cada fiesta, etc, es también parte de cada uno de nosotros, de los que podemos decir que tenemos la enorme suerte de nacer en una ciudad como la nuestra.

La despedida se merece un gracias hacia aquellas personas que han dedicado, al menos, un segundo de su vida en interesarse por su ciudad, por sus gentes. Por suerte o desgracia, esta aventura llega a su fin, con el convencimiento de ser uno de los mayores proyectos personales y/o profesionales de quien les escribe.

¡Hasta siempre!

viernes, 26 de agosto de 2022

El viaje de los Reyes Católicos a la capital del Santo Reino

 

A finales del siglo XV nuestra ciudad vivió una de las épocas más apasionantes de su historia, todo ello porque la capital del Santo Reino servía de frontera con el reino de Granada. Nuestros antepasados vivieron la visita, hasta en cuatro ocasiones, de sus majestades Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, popularmente conocidos como los Reyes Católicos. Tres de sus estancias se produjeron antes de la reconquista y una última después de la misma.

Uno de sus viajes se produjo desde el 10 de septiembre hasta mediados de octubre de 1485 para conquistar Cambil y Alhabar, como así sucedió. La tercera visita tuvo lugar entre el 22 de mayo y el 20 de octubre de 1489 para tomar Baza. En esta visita, la reina Isabel vivió sola junto con sus hijos y su corte en el desaparecido Palacio del Obispo, situada en la calle Campanas esquina con la calle Cerón.

Tan importante era su estancia en dicho palacio que se construyó un arco volado que comunicaba el inmueble con la primitiva Catedral de Jaén para que la monarca pudiera asistir a las misas que se celebraban en el templo. Esta época pudo marcar un antes y un después en el futuro del reino, puesto que algunos historiadores aseguran que fue aquí, en Jaén capital, donde Isabel de Castilla le dio el sí a Cristóbal Colón para que éste pudiera hacer su ansiado viaje a las Indias.

La cuarta y última estancia se encuentra documentada y de ella se comenta que duró apenas unos ocho días, ya que regresaron a Jaén el 2 de agosto y la abandonaron el día 10 para dirigirse a Granada.

Siempre se ha comentado que la capital del Santo Reino era la ciudad perfecta para que los Reyes Católicos pudieran dirigir desde aquí una Reconquista de Granada con el que poner fin a la época árabe en la península iberíca, pero quizás tanta visita pudo estar relacionado con una intensa amistad que Isabel la Católica mantuvo con la gobernadora de Jaén, y a su vez viuda de don Miguel Lucas de Iranzo, Teresa de Torres.

Tal era el cariño que la monarca le tenía a la noble que, una vez Teresa de Torres abandonó la ciudad para enclaustrarse en un convento sevillano en la categoría de monja rasa, decidió sacarla de dicho recinto cristiano para convertirla en Abadesa Mayor del Monasterio de Isabel la Real situado en el barrio del Albaicín de la capital nazarí, donde Teresa de Torres vivió sus últimos años de vida.

viernes, 19 de agosto de 2022

El desposorio De Iranzo-De Torres: Una unión singular

 

Si hay una familia destacada en la historia de la capital del Santo Reino es aquella formada por don Miguel Lucas de Iranzo y doña Teresa de Torres. Don Miguel Lucas nació en Belmonte, un municipio de Albacete, en 1453. De origen humilde, vivió sus primeros años en el seno de una modesta familia hasta que entró en la corte real al servicio de Juan Pacheco, Marqués de Villena. A través de éste lograría servir como paje del futuro rey Enrique, logrando ascender en su carrera profesional gracias al vínculo afectivo que mantenía con el futuro monarca.

Pese a su rivalidad con el propio Juan Pacheco, Beltrán de la Cueva y Pedro Girón, Miguel Lucas llegó a desempeñar puestos de responsabilidad tales como Halconero Mayor del Reino, Chanciller Mayor de Castilla y Alcaide de Alcalá la Real, Andújar y Jaén. Después fue nombrado Corregidor de Baeza y Condestable de Castilla.

Doña Teresa de Torres, en cambio, era Condesa de Villadompardo. Si bien se desconoce la fecha de su nacimiento, si se han encontrado documentos que certifican que era la única hija legítima nacida del matrimonio entre Carlos de Torres, IV señor de Villadompardo, y doña Guiomar Carrillo.

Aprendió a leer y a escribir gracias a la educación recibida en el convento de las clarisas de Jaén, de la orden franciscana. Poco tiempo más tarde, bajo la tutela de su tío Juan de Torres tras la muerte de su padre, comienza a recibir una educación típica de las señoras de la corte, como montar a caballo o conocer los juegos, bailes y formas de actuar y vestir de aquellas damas que acompañaban a los nobles.

Fue el propio rey Enrique IV el que decide desposar a nuestros protagonistas, celebrando su boda el 1 de noviembre de 1456. Dos años más tarde, con el nombramiento de Miguel Lucas como barón, conde y condestable de Castilla, nuestro protagonista se mudó definitivamente a la capital del Santo Reino. A partir de entonces, Teresa de Torres controla el mayorazgo urbano, las propiedades de su familia y todos los temas económicos y políticos de su familia a la sombra de su marido.

En diciembre de 1460 el matrimonio inaugura su sede definitiva, un desaparecido palacio, del que aún quedan algunos restos, en pleno casco antiguo de la ciudad, cercano a la Catedral de Jaén. Tras varios abortos, el 7 de enero de 1465, a las 10 horas, nació Luisa de Torres. Tres años más tarde, el 11 de abril de 1468, en plena madrugada, Teresa de Torres da a luz a un sano varón, Luis de Torres, a la postre heredero de la herencia de su familia. Después de sucesivos alumbramientos, un brote de peste acaba con la vida de Luisa de Torres el 8 de enero de 1470, tras una crisis de epilepsia.

Las malas lenguas aseguraron en aquella época que el matrimonio, precisamente, era de todo menos feliz. De hecho, se comentaba que el matrimonio dormía en alcobas diferentes. En el centro de la ciudad, en el desaparecido Palacio del Condestable, tanto Miguel Lucas como doña Teresa dormían en torres diferentes, construidas en el espacio comprendido actualmente como Teatro Darymelia. Cuando estos se mudaban temporalmente al Castillo de Santa Catalina, Miguel Lucas realizaba su vida en la Torre del Homenaje, mientras que doña Teresa vivía en la Torre Portera, popularmente conocida como Torre de las Damas.

Estas habladurías también comentaban que la dama sufría innumerables infidelidades por parte de su marido. Las más notorias fueron una bella mora que acabó fatalmente asesinada en el Alcázar Viejo de la fortaleza cristiana, y también la estrecha relación que, al parecer, mantuvo Miguel Lucas con el monarca Enrique IV.

El 21 de marzo de 1473, Miguel Lucas de Iranzo fue asesinado mientras rezaba de rodillas en la capilla mayor de la Catedral. Los culpables de tal fatal desenlace justificaban su acto en que, al parecer, la víctima apoyaba a los judíos de la ciudad. Su cuerpo fue enterrado en el panteón que la familia De Torres se había construido en la Santa Iglesia Catedral.

Desde entonces, Teresa de Torres gobernó la ciudad hasta el año 1500, época en el que abandona Jaén para convertirse a monja. Durante su gobierno, debido a la estrecha relación de amistad que mantenía con Isabel la Católica, la noble consiguió que los monarcas se hospedaran en la ciudad hasta en cuatro ocasiones. Incluso se comenta que fue en su tercera visita donde la reina Isabel acuerda con Cristóbal Colón su supuesto viaje a las Indias.

La vida de nuestra protagonista acabó en el año 1521, siendo Abadesa Mayor del Monasterio de Santa Isabel la Real por orden de Isabel la Católica, en pleno barrio del Albaicín de la ciudad nazarí.

Su único hijo, Luis de Torres, se enclaustró en un monasterio cordobés, según las habladurías de la época, porque no fue correspondido en el amor. De este modo, finalizó, para siempre, el linaje de los De Torres-De Iranzo. Una familia que tanto dio, y tanto le tenemos que agradecer, aún en pleno siglo XXI, los habitantes de Jaén.

viernes, 12 de agosto de 2022

En el olvido: Antiguas Casas Consitoriales de Jaén

A lo largo de su extensa historia la capital del Santo Reino ha disfrutado de diversas casas consistoriales desde donde se controlaba la vida política y social de la ciudad. Una de ellas, anterior a la actual, se situaba en el costado sur de la Plaza de Santa María, ocupando parte de lo que hoy es calzada, entre la calle Príncipe Alfonso, junto a la Torre de Alcotón, que solía utilizarse como prisión para los caballeros veinticuatro, y el desaparecido Palacio de Montemar.


El edificio se levantó en tiempos del emperador Carlos V, pero las necesidades constructivas de la Catedral fueron recortando el edificio, que perdió en 1555 y 1590 buena parte de su fachada. Dos siglos más tarde, allá por 1758, fue preciso hacerle una reforma a fondo, aprovechando la supresión del Postigo de las Cadenas para ampliarlo por esa zona.

LA fachada fue respetada pero se aumentó su función de fachada-mirador. La planta baja se abría con un acceso que daba al zaguán. A su izquierda había dos puertas que daban paso a las oficinas de los escribanos. Bajo unos ventanales que daban luz al interior se crearon otras dos puertas simuladas. La planta principal estaba compuesta por una galería que daba acceso a un balcón a través de dos puertas de media hoja en los extremos de la misma. En el sótano se diseñó un ropero y un espacio conocido como La Nevera.

Aun en el interior se siguieron creando otras dependencias como los oficios de escribanía, la sala capitular para celebrar sesiones de verano, la dependencia de Contaduría y una vivienda para el portero o el conserje del edificio. La planta noble contaba con una gran sala capitular para las reuniones del Ayuntamiento y su oratorio, y en la segunda planta se contaba con dos habitaciones destinadas a almacenar armería.

En 1837 se empezó a modificar las viejas Casas Consistoriales y en 1862 se volvió a remodelar su fachada con motivo de la visita de Isabel II a la ciudad. Años más tarde, el Ayuntamiento pasó al Palacio de Montemar, procediéndose al derribo total del edificio, ganando la plaza espacio y un alineamiento más regular.

viernes, 5 de agosto de 2022

Barrios de Jaén: San Pedro

La barriada de San Pedro fue una de las zonas de la ciudad que más notoriedad obtuvo a lo largo de su historia hasta los primeros años del siglo XX, gracias a la unión de otros espacios anexos a su collación, pasando de tener diecisiete calles bajo su jurisdicción a cuarenta y siete.


El símbolo del barrio fue durante muchos años la parroquia de San Pedro, un espacio delimitado por el Convento de Santa Clara y el Arroyo de San Pedro. Su diseño, de estilo sencillo y sobrio, de piedra labrada, corrió a cargo de Francisco del Castillo El Mozo y se mantuvo en pie hasta el año 1967, época en la que se cumplieron más de medio siglo de abandono, ya que el templo fue anexionado a la Iglesia de San Juan por los daños que existían en la estructura del templo.

Su patrimonio artístico fue recogido de otros templos religiosos como el de Santa Cruz y San Miguel, o de los Conventos de La Coronada y Santo Domingo. También fue sede de numerosas cofradías, entre ellas la de San Pedro, la del Santísimo Sacramento, la de Ánimas Benditas, la del Santo Cristo de las Penas, la de la Virgen del Carmen y la de Nuestra Señora del Socorro, ésta última procedente de la extinta parroquia de San Miguel.

Junto al templo comenzaba la calle del Ataúd, actualmente como calle Bailén, porque allí se guardaba la parihuela y el ataúd utilizado para los entierros de feligreses humildes. Si se quería llegar al centro de la ciudad se atravesaba la calle de San Bartolomé, lugar donde se encontraba el Campillejo del Vinagre. Aún se mantiene allí una hornacina dedicada al Santo Cristo de la Amargura.

Por esta calle se llegaba al antiguo Barranco de la Coronada, conocido previamente como Barranco de San Pedro. Un hecho trágico manchó de sangre un solar colindante en 1957. Los fuertes vientos que azotan habitualmente a la capital del Santo Reino hicieron que saliera expulsada por el cielo la pantalla del Cine Rosales, provocando la muerte de cuatro personas que residían en la primera vivienda de la calle.

La entrada principal del barrio se realizaba por el Arco de San Agustín, también conocido como Portillo del Arroyo de San Pedro, un monumento destruido en 1860. El inmueble defensivo desembocaba en el Campillejo de San Agustín o Plaza de las Moreras, hoy en día desaparecido porque allí se edificó parte de la actual calle del Doctor Eduardo Arroyo.

La calle de los Caños, o del Caño, debe su nombre a un pilar público frente a las antiguas Carnicerías, bajo la traza de Francisco del Castillo en 1959 y reformada en 1648. En ella hubo un nicho en forma de concha donde aparecía una imagen de la Virgen, flanqueado por dos leones. De los leones se conoce que en la actualidad se encuentran en la Casería de San José, luego del Portón de los leones.

En el edificio de Las Carnicerías, del siglo XVIII, se puede leer lo  siguiente: Se acabó esta obra siendo Corregidor Don Vicente Caballero Illanes Henríquez de Guzmán del Orden de Santiago, Señor de la Isla y Coto de la Grana, Justicia Mayor e Intendente General de Guerra, Hacienda y Justicia y Policía de esta ciudad de Jaén y su partido por su Magestad Católica, siendo comisarios de la Junta de Propios y Arbitrios D. Pedro Esteban del Río, Don Agustín Marín de Viedma, Veinticuatros de esta ciudad a 3 de abril de 1763”.

En este espacio, aparte de la función que cumplía primitivamente, posteriormente se habilitó también para abrir allí un Grupo Escolar y, en la actualidad, se encuentra abandonado a su suerte. Se dice que bajo el inmueble se encuentran los restos de unos baños árabes conocidos como Baños del Naranjo. Cercano a este también existió un edificio porticado donde se abrió una pescadería y un horno, del que se dice se hizo famoso el mítico Hornero de los Caños.

También es cierto que la calle de Los Caños la podríamos dividir claramente en dos partes. En la primera se concentraba grandes casas solariegas de la época, mientras que la segunda estaría formada por una especie de plaza que sirvió para instalar un pequeño mercado de frutas y verduras a principios del siglo XX. En su tramo final existió una mezquita, de cuyo alminar han quedado algún que otro resto arqueológico.

El Real Monasterio de Santa Clara, en la calle dedicada a la santa, es una fundación religiosa creada por Fernando III en el siglo XIII que estuvo primitivamente en la zona sur de la ciudad. Buscando mayor seguridad, con el apoyo de Juan de Narváez, las franciscanas se trasladaron a su sede actual en 1495. En el interior se expone en veneración la imagen del Cristo de las Misericordias, Cristo del Bambú o Cristo de los Estudiantes, una talla anónima de comienzos del siglo XVI.


La calle de las Higueras siempre ha sido una calle solitaria protegida por tapias de huertos y corralones en los que siempre existieron las higueras, de donde vino su nombre. Como el barrio siempre estuvo repleto de tahonas, varias de sus calles están dedicadas a estas. La calle del Horno de la Santa Cruz servía de conexión entre los barrios de San Pedro y Santa Cruz. La calle del Horno de los Caños, renombrado como Horno de la Bovedilla, es también conocida como Caño de San Agustín y de Gracia.

La calle de Ludeña, posteriormente de Josefa Sevillano, y la calle de las Palmas, eran las calles limítrofes con el barrio de San Bartolomé. La calle del Remojadero del Pescado, sin embargo, demuestra la existencia de una lonja municipal donde se traficaba con pescado, bien fuera fresco o en salazón.