viernes, 30 de julio de 2021

De leyenda: Mona de la Catedral

Existen opiniones que aseguran que la escultura colocada sobre el entablamento del muro gótico de la catedral es la imagen grotesca de un moro, colocado allí por algún motivo especial. Este pudo tratarse de un Bafomet, o representación de Dios para los templarios, que estaría dando un carácter sagrado a la greca gótica que presenta el muro. Otros sostienen que la cabeza puede ser un judío.


La escultura presenta la imagen de una persona sentada al estilo moro, inclinándose hacia delante y sujetándose los pies con las manos. Los labios se encuentran apretados, como indicando el secreto que debe guardar el iniciado que descifre el contenido de la cenefa cuya dirección señala. La nariz se encuentra cercenada, según la leyenda, por un niño que apareció muerto al día siguiente tras una crisis de locura.

A finales del siglo XIX, unos niños conocedores del encantamiento maléfico que pesaba sobre la pequeña figura, decidieron pasar bajo la imagen demoníaca, algo impensable antiguamente. Las personas que por allí transitaban le recomendaron a los niños que dejaran de pasar por este punto, como si les fuera la vida, y los niños continuaron pasando bajo esta como si nada.

De vuelta a su barrio, los niños fueron recibidos como héroes por otros pequeños. Enterados sus padres de lo acontecido, les recriminaron duramente su actitud y los castigaron con volver a ese lugar. Pasado un tiempo, los niños regresaron a la zona en compañía de aquellos niños que dudaban de su anterior hazaña. Llegados al punto, los niños comenzaron a pasear bajo la Mona y, uno de ellos, cogió varias piedras y las lanzó con más o menos fortuna hacia la imagen del judío, impactando contra la nariz, cercenándosela.

A los pocos minutos, ese mismo niño comenzó a sudar y a sentir escalofríos. De vuelta a casa, los padres llamaron al médico. Éste le aplicó ungüentos y cataplasmas y le hizo ingerir pócimas y brebajes, pero el niño continuaba convulsionando en la cama entre gritos. A la mañana siguiente, fue su propia madre la que encontró el cuerpo sin vida de su hijo.

También existe otra leyenda que comenta que cualquier estudiante que haya estudiado y después insulte a la Mona, aprobará.

viernes, 23 de julio de 2021

Barrios de Jaén: La Magdalena

La Magdalena ha sido el germen de la ciudad que tenemos hoy en día. Se dice que su raudal fue edificado en época romana porque era el único punto del cerro de Santa Catalina por donde se expulsaba agua. Hoy en día el enclave urbano es una zona con grandes carencias y demasiadas descompensaciones. En el siglo XIX amplió fronteras con la anexión de la parroquia de San Miguel, quedando el barrio a su extensión actual.


La Plaza de la Magdalena es el verdadero corazón del barrio con la Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena presidiendo el lugar. Anteriormente, esta fábrica religiosa fue una mezquita musulmana distribuida en cuatro naves, patio porticado con estanque y una torre morisca. En el siglo XVI quedó su estructura como templo de arquitectura gótica rectangular con naves separadas con pilastras que soportan arcos apuntados y sus bóvedas.

El antiguo alminar de la desaparecida mezquita fue convertido en torre con planta octogonal rematado con cerámica vidriada allá por el año 1555. En esta intervino el prestigioso arquitecto Andrés de Vandelvira. Su última remodelación fue entre 1966 y 1983, manteniendo su aspecto actual.

Frente al templo se encuentra la Fuente de la Magdalena, espacio famoso por una leyenda simbólica de la ciudad de Jaén, la del Lagarto de la Magdalena, de la Malena o de Jaén, como se prefiera nombrar. A mediados del siglo XX el entorno sufrió una fuerte mejora que provocó la destrucción de diversas casas solariegas, como la famosa Casa de los Rincones, de época medieval.

La calle Alta y Baja de la Magdalena cumplía la función de calles maestras del barrio, porque para ir a cualquier punto del mismo había que atravesar alguna de estas dos calles. Ambas vías concluían en las murallas de la ciudad, más concretamente en la desaparecida Puerta de Martos. De éstas, la calle Alta de la Magdalena vio como, en su margen izquierdo, se encontraba la ermita de San Sebastián, posteriormente Humilladero de Nuestra Señora de Consolación.

La calle de la Almona, hoy conocida como de Santa Úrsula, debía su nombre a una almona u obrador donde se elaboraba jabón. Esta vía conectaba la Plaza de la Magdalena con el campillejo del Poyato y la Puerta del Aceituno. Desgraciadamente, en el siglo XX, con las ampliaciones del antiguo Hospital de San Juan de Dios, la dejaron totalmente desfigurada. Al principio de la calle, junto a la Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena, se edificó un edificio para que en él se le pudiera dar cobijo a las mujeres de mala vida que residían en la capital. Posteriormente, en el siglo XVI, la casa se transformó en el Convento de Santa Úrsula, un complejo, hoy en día cerrado, cuya imagen más venerada es la de Santa Rita de Cassia.

En la desaparecida calle de Atienza, hoy en día un tramo de la actual calle del Molino de la Condesa Teresa de Torres, se instalaron unos molinos harineros que se servían del Raudal de la Magdalena. En el siglo XV, Teresa de Torres, esposa del Condestable Iranzo y Condesa de Villadompardo, los compró, de ahí el nombre de la calle.

El diseño de la actual vía se debe a una reordenación de mediados del siglo XX en el que se sanearon callejones, se demolieron casas y se reordenó urbanísticamente la zona con el único fin de crear una calle con la suficiente amplitud como para dar salida al tráfico rodado del barrio hacia las nuevas zonas de expansión de la ciudad.

La calle Vacas de la Magdalena puede ser la via que reine la parte alta del barrio. Junto a ella existen multitud de calles empinadas denominadas de Bovadilla. Empedrada de la Magdalena fue la primera calle que pavimentó su suelo con un empedrado original. Al principio de la misma se encuentra un monumento dedicado al famoso lagarto de Jaén, del que se dice que pudo existir una cueva donde se refugiaba el animal.


En la calle Horno de los Mírez se edificó la denominada la Casa de los Priores, residencia de los priores y párrocos de la parroquia de la Magdalena. Muy cerca de ella se encuentra la calle del Hospital de Santa María Magdalena, más conocida como del Hospitalico, por el edificio sanitario que atendía a enfermos y desvalidos del barrio. Con la desamortización de Mendizábal la casa pasó a formar parte de las administraciones públicas, y con este hecho el espacio se transformó en hospitalico o casa de acogida para ancianas sin familia o, posteriormente, en unas escuelas públicas hasta que el mismo fue destruido.

viernes, 16 de julio de 2021

En el olvido: Palacio Montemar

La Casa de Montemar fue un edificio construido en plena Plaza de Santa María, propiedad de los Ponce de León, en el terreno donde actualmente se encuentra edificado el palacio municipal. Algunos historiadores sitúan la fecha de su fábrica entre 1528 y 1538 a impulsos de doña Isabel de Mendoza, esposa de don Pedro Ponce de León.


Por alianzas matrimoniales la Casa de Montemar pasó a manos de don Antonio María Ponce de León Dávila y Corellá. Durante la Guerra de la Independencia este edificio fue ocupado por la presidencia de la Junta Provincial de Defensa del Reino de Jaén, donde se instaló unas oficinas y unas secretarías. De ahí vino la denominación de Palacio de Montemar, por su ocupación militar.

El de Montemar fue un ducado creado en 1735 y su hogar lindaba con las antiguas Casas Capitulares y con la calle conocida actualmente como la del Obispo.

A la casa se accedía por una escalinata amplia. En su portada se diseñaron cuatro grandes rejas que daban luz a los salones de su planta baja. En la parte media existieron varios balcones y una tribuna que el pueblo bautizó como El Balcón de Pilatos porque allí se iniciaba la I Estación de los Vía-Crucis populares que instituyó Fray Diego José de Cádiz cuando misionó Jaén en 1780. Bajo esta tribuna había una fuente en forma de concha que refrescaba el lugar. En la parte alta construyeron huecos para dos pajares y una torrecilla-mirador que se continuaba a través de una galería.

Las dependencias interiores se centraban en un patio porticado engalanado con otra fuente. Disponía de cuatro salones principales, catorce alcobas-dormitorios, un corredor en cuadro sobre el patio, dos cocinas, cinco dormitorios de verano, tres caballerizas, dos huertos, dos bodegas y un corral. Además, se construyó una casa accesoria para el servicio.

Todos los detalles decorativos estaban labrados en piedra. La mayor parte de ellos estaban dotados de un gran artesonado. Más de una vez el edificio fue arrendado. Cuando los franceses invadieron Jaén, el Duque de Montemar se marchó, y con la huida de estos, apenas quiso regresar a la ciudad. En sus bajos hubo oficinas y negocios desde entonces. Luego se alquiló a la administración local cuando las Casas Capitulares empezaron a ser viejas y pequeñas.

Ya en la época de la Restauración, los Duques de Sessa la vendieron en una subasta en Madrid en 1878. El Ayuntamiento acudió a la puja y consiguió comprar los terrenos. Desde entonces, el Palacio de Montemar fue sede oficial del Ayuntamiento de Jaén. Este fue demolido y sus elementos artísticos se desmontaron y se guardaron en el Pósito a la espera de poder incluirse en el nuevo proyecto, pero en 1916 estas piezas desaparecieron.

viernes, 9 de julio de 2021

El Casino de Artesanos de Jaén

En la segunda mitad del siglo XIX la población de nuestra ciudad se encontraba bien definida en diferentes estamentos. Por un lado estaban los señoritos, aquellos que poseían los escasos títulos nobiliarios que residían en la capital. Por otro lado estaban los rentistas o propietarios, es decir, el conjunto de la burguesía jiennense. También se encontraban los artesanos, formado por miembros de la clase media y, por último, los pobres, el grupo más mayoritario que vivían con miserables sueldos aun trabajando incesantes horas.

En 1841 se funda, en la calle Hurtado, en la famosa Casa de los Domedeles, el primer casino abierto de la capital del Santo Reino. Sin embargo, son un grupo de artesanos finos con inquietudes sociales y políticas, que acostumbran a reunirse en sus talleres y trastiendas en animadas tertulias, los que entienden que hay que crear entidades o asociaciones similares a los casinos, pero en las que el ocio sea tan sólo una motivación para aglutinar otros proyectos socio-educativos.

De este modo se funda la Sociedad Caja de Socorros, Ilustración y Recreo, más conocida como Casino de Artesanos, un espacio de entretenimiento y de asistencia social. En la calle Obispo Arquellada número 2 es donde se abre este lugar de ocio en el año 1857 con cincuenta socios bajo la denominación Círculo Industrial y Caja de Ahorros.

Un año después, esta sociedad se reorganizó bajo el nombre de Sociedad de Socorros Mutuos y Círculo de Recreo de Jaén. Fue en ese año cuando se redacta un reglamento en el que se fijan los fines de la institución, que eran recreativos y asistenciales. Finalmente, la fundación acabó cerrando tiempo después por discrepancias políticas y también por la dificultad de muchos de sus socios a responder al pago de la cuota obligatoria.

En los años setenta del siglo XIX, de la mano de don Marino Ximénez de la Linde, se refunda de nuevo la asociación con la ayuda inestimable de un grupo de artesanos, bautizando a esta como Sociedad Caja de Socorros, Ilustración y Recreo, Casino de Artesanos. Al quedarse pequeño la sede anteriormente citada por el aumento de socios, la junta directiva decidió buscar una nueva ubicación donde realizar sus actividades.

En 1877, autorizada por el Gobierno Civil, se reformaron los reglamentos para definir los nuevos fines que buscaba cumplir la institución, como era socorrer a los socios en caso de enfermedad, promover en los asociados un mayor grado de ilustración y cultura creando una biblioteca, cátedras de extensión culturales, etc… y mantener un local que sirviera de punto de encuentro y reunión de sus socios. Hasta quince años más tarde, en 1892, bajo la dirección de don José del Prado y Palacio, no se realizaron modificaciones sustanciales en sus estatutos, reiterando en el mismo su libre independencia ideológica de la que disfrutaba.

El Casino de Artesanos buscó cumplir con una de sus aspiraciones históricas, conseguir una sede definitiva. Desde su fundación ha ocupado innumerables salas tales como las que existieron en la desaparecida Plaza del Mercado, tanto en la esquina de la calle de San Clemente como en el antiguo edificio de la Pescadería, en la calle Cerón, en la desaparecida Casa de los Corregidores en la calle Martínez Molina y de nuevo en la calle Cerón, en el actual Palacio de Asuntos Sociales, convirtiéndose esta en su sede definitiva.

Con la llegada de los años treinta, la prestigiosa asociación entró en una complicada situación por las personas de diferentes ideales que la confluían. Durante la guerra civil, el casino estuvo incautado e intervenido y, a su finalización, la autoridad militar lo destinó a casino de suboficiales de la guarnición. Ésta intentó limpiar su imagen cediendo algunas de sus dependencias a asociaciones tales como el Club de Ajedrez o la sociedad deportiva Olímpica Giennense.

En los años setenta del siglo pasado la decadencia de la fundación era inevitable. Poco a poco el número de socios fueron disminuyendo. Los nuevos tiempos provocaron que el casino perdiera atractivo. Se intentó salvar al mismo con la instalación de una sala de bingo, pero esta decisión acabó arruinando a la institución. Ante la impotencia de su junta directiva, en 1982 se crea una comisión gestora que solvente a la asociación, como así sucedió, aunque este último movimiento no consiguió parar su cese de actividad cuatros años más tarde.

En 1996, el gobierno municipal derechista del Partido Popular adquiere el edificio, acomete una serie de reformas y, con estos movimientos, consigue instalar en el inmueble la sede del Patronato Municipal de Asuntos Sociales, vigente en la actualidad.

viernes, 2 de julio de 2021

Vida y obra de Fabián de Castro

Fabián de Castro y Heredia es un desconocido pintor de etnia gitana nacido en la capital del Santo Reino en el año 1868. Era hijo de un gitano tratante de caballos que se trasladó a la ciudad minera de Linares poco después de nacer nuestro protagonista. Antes de mudarse a Paris, Fabián de Castro fue buñolero, sillero, minero, torero y guitarrista, y no es hasta su viaje al país vecino cuando ejerce su oficio de pintor. Su finalidad era convertirse en un verdadero artista de raza gitana. Quizás por eso tuvieron tanta fama sus obras, porque en ellas la burguesía parisina apreciaba el atractivo de las civilizaciones puras y primitivas que en ellas se plasmaba.

Pero el motivo de su viaje no fue otro que el de ser un verdadero músico. Ocasionalmente, viajó a Rusia con un grupo de ballet, ganándose la vida de este modo, pero añorando al mismo tiempo la capital francesa. Es por eso que a esta ciudad viajaba frecuentemente, estrechando lazos con amigos que fueron muy importante para él en un futuro.

Frecuentando a varios artistas llegó incluso a formar parte de los denominados Banda de Picasso, porque los artistas españoles vivían en París esporádicamente. En definitiva, Fabián de Castro se hizo pintor a fuerza de conversación con pintores donde en los talleres de estos tocaba la guitarra.

A nuestro protagonista se le atribuye alguna que otra estrecha amistad con damas parisinas pertenecientes a la alta burguesía. Una de estas mujeres era musicóloga y protectora del pintor. Era tal la pasión que sentía por el artista que llenó su casa de obras de este.

De su estudio salieron cuadros que fueron expuestos en Barcelona. Pinturas realizadas del modo más primitivo posible cuya temática religiosa reflejaba retratos de supuestos obispos o cardenales, definidos en ocasiones como un Greco o un Tristán primitivos y vocacionales. La concepción de su pintura estuvo sujeta a un ejercicio de utilización de las formas que dejan atisbar aspectos más planos en la forma y menos aéreo en la concepción del espacio con resultados arcaicos en la forma pero para nada naïf.

Si bien nunca se conoció descendencia alguna, si es cierto que era tío de Natalia Castro, conocida por ser una de las modelos favoritas de Julio Romero de Torres. Su vida se apagó en 1948, ochenta años después de su nacimiento, en la ciudad a la que le debía todo lo que fue, París.