viernes, 28 de mayo de 2021

En el olvido: Edificio El Pósito

Al frente de la actual Plaza del Pósito, entre las calles Pescadería y Cronista Cazabán, se mantuvo en pie durante muchos años un antiguo edificio conocido como El Pósito. La construcción del mismo se debió a una donación que realizó el Conde de Ureña en 1474 para limpiar sus pecados. Gracias a esto las casas consistoriales se hicieron cargo de un hermoso espacio que daba a la antigua Plaza del Mercado.


No fue hasta 1547 cuando se inició su edificación. El interior se distribuía en tres plantas más desván. Las plantas se comunicaban por rampas, para facilitar el acceso a las caballerizas. El sótano disponía de almacenaje de aceite y el piso bajo era un zaguán. El inmueble era sólido y de trabajada cantería y su portada se abría en arco de medio punto.

En el siglo XIX corrieron nuevos tiempos y el edificio El Pósito decayó en su función principal. El Ayuntamiento lo empleó de cuartel, de prisión, de almacén, de casa de socorro, parque de bomberos, cuartelillo de la Guardia Civil, academia de la Banda Municipal…

En 1916 se pensó en rehabilitar el edificio y en convertirlo en Casa de Correos pero un año después se optó por venderlo a un particular. En 1919 se decidió desmontar su portada y utilizarla como acceso principal del nuevo Museo Provincial, condenando el espacio a su desaparición, cuya destrucción sirvió para hacer viviendas.

viernes, 21 de mayo de 2021

El friso gótico de la Catedral de Jaén

En el testero de la fachada este de la Catedral de Jaén se conserva un friso gótico flamígero en el que se pueden apreciar multitud de figuras fantásticas y elementos ornamentales realizados a principios del siglo XVI. Se trata de uno de los pocos restos que se conservan de la antigua Iglesia Mayor situada en la pequeña vía conocida popularmente como Callejón de La Mona.

Se trata de una alegoría de la resurrección y de la eterna dualidad del Bien y del Mal y de una galvanización de La Ciudad de Dios de San Agustín. En el paño central de este muro gótico existió una puerta de arco apuntado tapiada con posterioridad. Esta permitía el acceso a la capilla del obispo Alonso Suárez. Con esta modificación se destruyó un pequeño tramo de la moldura y, de este modo, se interrumpió su mensaje iconográfico.

El friso ha de leerse de derecha a izquierda. El modillón recorre la moldura en su totalidad, lo que provoca que todo el discurso se aposente sobre él. Éste está compuesto por gavillas de trigo, que están tachonadas de granadas. De ella, surgen hojas de cardo y de acanto, que simbolizan el triunfo, la victoria de los elegidos. Éstas se encuentran atadas por una correa que da sucesivas vueltas a lo largo del modillón, expresando protección por medio de las virtudes morales.

El bufón, que se encuentra en cuclillas con las manos reposando en las espinillas, tiene una apretada sonrisa y una mirada hierática, así como un turbante. Respecto a la gárgola, en la Edad Media era símbolo de fuerzas del submundo demoníaco y draconífero. A partir de aquí hay una pentalogía de animales alados en la moldura. El primer animal, descabezado por la erosión, tiene un cuerpo de mechones de pelo al estilo de los leones. El segundo animal tiene las alas plegadas. Del pico abierto le sale una lengua, posee cresta y su mirada es atemorizada.

Tras la gárgola aparece un hombre tocado con casco que simboliza al guerrero derrotado y capturado por el animal del submundo demoníaco. El tercer animal, decapitado, tiene el cuerpo lleno de plumas. A su lado aparece un olivo, lo que hace pensar que este ser vivo pudiera ser un pelícano. El cuarto y el quinto animal se ha convertido, por desgracia, en auténticas ménsulas.

Continuando con la descripción existe una piña asociada a un falo, dando simbolismo a la renovación de la vida. Después nos encontraríamos con un dragón, símbolo del adversario divino que trata de impedir desde el principio de los tiempos la obra redentora de Jesucristo. El que la piña apareciera justo antes de la bestia draconífera quiere decir que representa el eterno combate entre el Bien y el Mal que se reproduce una y otra vez en los sucesivos estadios de la vida.

A la izquierda del dragón aparece La cara lunar, realizada en relieve, de trazas esféricas y de rasgos esquemáticos. Se trata de dos agujeros a modo de ojos, el orificio de la nariz y una gran boca abierta mostrando en su interior dientes o algún alimento. De este modo se representa el antagonismo entre la luz del cielo y el dragón terrestre.

Encima del modillón aparece una moldurilla mixta y una serie de arcos apuntados de cuyos vértices salen unos capiteles que sustentan los diferentes florones del conjunto arquitectónico. En el centro de cada remate de los arcos aparecen pequeñas hornacinas, de las que sólo bajo la cara lunar aparece la figura de un escorpión.

El olivo situado junto al pelícano, anteriormente citado, se encuentra anterior a La bellota, símbolo de fortaleza y de duración. El racimo de uvas se utiliza para representar la alegoría de Cristo, al proceder de ésta el vino. En uno de los capiteles que sostienen los florones se pueden apreciar una sucesión de tres nudos, en una clara conexión del infinito con la Santísima Trinidad. A continuación hay dos figuras humanas mirándose mutuamente, conocidos como Gemelos, que simbolizan la dualidad, el Bien y el Mal, el nacer y el morir.

Seguido de los gemelos se encuentra una pareja de leones de sexo opuesto, la leona con la cabeza hacia arriba y el león, con abundante melena, la mantiene boca abajo, conformando una idea circular, de rotación. Éstos están atados a una columna, manteniéndose el león macho con los ojos vendados. La siguiente figura, muy erosionada, es un bajorrelieve de una testa varonil con tupida barba.

Pasada la puerta cegada se pueden ver dos guirnaldas de laurel donde reposan dos figuras zoomorfas. Éstas últimas expresan la idea de sacrificio a la divinidad. De la guirnalda izquierda sobresale una serpiente mordiendo la cola a otra, formando el número ocho. Justamente debajo de la sierpe se puede hallar una concha, símbolo del bautismo.

A continuación se encuentran dos leones bocabajo, los dos machos, siendo el de la izquierda el que continúa teniendo los ojos vendados. De este modo se quiere lanzar el mensaje de que para salvar el alma hay que negarse a sí mismo, dando la espalda al mal. Los siguientes elementos decorativos son dos cerdos y dos corderos, ambos bocabajo, un olivo, otros dos cerdos, dos nuevas guirnaldas con las figuras zoomorfas posadas en ellas, una cabeza hindú, una pareja de cerdos con el hocico hacia abajo, una cabeza de mono, nuevamente dos cerdos bocabajo, una cabeza de lobo y, por último, una cabeza de cerdo.

viernes, 14 de mayo de 2021

1940-1941: Hacinamiento en la Prisión Provincial

Si bien por todos es sabido que la capital del Santo Reino fue republicana hasta el 1 de abril de 1939, día en que concluyó la sangrienta Guerra Civil originada por el intento de golpe de estado de algunos militares republicanos en 1936, durante la posguerra, el bando franquista, en sus primeros años de oscuridad, organizó un minucioso proceso de búsqueda y captura de autores, cómplices, encubridores y colaboradores del régimen anterior, convirtiéndose estos en auténticos represaliados.

Generalmente, el perfil de los presos-tipo que encarcelaba los sublevados eran los siguientes: Varón, de 37 a 38 años, campesino, de humilde condición social y carente de instrucción, que procede de ambiente rural y con una condena impuesta de reclusión mayor por adhesión a la rebelión.

Al no existir edificio público que congregara a tanto preso, una vez finalizada la guerra, miles de reclusos que se repartieron entre los Depósitos Municipales y las Prisiones del Partido Judicial fueron trasladados a la recién construida Prisión Provincial de Jaén, actual Museo Internacional de Arte Íbero, entre 1939 y 1941. Tan sólo aquellos presos que por problemas de espacio en el edificio no podían ingresar en dicha cárcel, cumplieron condena en los conventos de Santa Clara y Santa Úrsula.

No sólo vecinos de Jaén se encontraban encerrados en atroces circunstancias sino también republicanos de otros municipios jiennenses y de otros puntos de la geografía andaluza como Granada, Córdoba o Sevilla vivieron aquel calvario.

En definitiva, 4.000 personas confinadas en un edificio diseñado sólo para 80. En cada brigada o dormitorio, con una capacidad normal para 15 personas, convivían entre 89 y 90. En las celdas individuales se alojaban hasta 7 individuos. Cada patio fue ocupado por entre 800 y 900 personas, y el resto se distribuían por los pasillos interiores de acceso hasta la misma puerta del segundo rastrillo.

Los internos se refugiaban como podían entre tenderetes o en tiendas diseñadas con lona y cuerdas. Por la noche, tras el toque de queda, aquellos que hubieran tenido la fortuna de conseguir un jergón relleno de crin vegetal, más conocido como petate, dormían en un suelo en el que apenas existía humedad. Otros menos afortunados dormían sobre unas esteras o en el mismo suelo.

No fue hasta el año 1950 cuando la capacidad normal del establecimiento se estabilizó al lograrse, según el bando franquista, esa limpieza ideológica que necesitaba España.

viernes, 7 de mayo de 2021

Barrios de Jaén: Santa Cruz

El barrio de la Santa Cruz, por desgracia, siempre ha sido una de las barriadas más desaprovechadas de nuestra ciudad. Tan sólo contaba con tres calles, Campillejo del Rostro, las Callejuelas de Santa Cruz y la calle de Don Gregorio Murcia, y su territorio siempre ha estado ligado con la judería de Jaén.


En ella convivieron la mayoría de las familias judeo-conversas de Jaén con el fin de protegerlas frente a posibles enfrentamientos entre cristianos y judíos. Eran calles fáciles de cerrar y con una sinagoga en pleno corazón del barrio.

En 1492, año del descubrimiento de América, el barrio se cristianizó y su sinagoga se transformó en una parroquia más, bajo la advocación de la Santa Cruz. Poco a poco esta fábrica religiosa fue remodelándose gracias a las fundaciones y patronatos que allí existieron, todas ellas con derecho a enterramiento, como por ejemplo la construcción de su última portada en 1504 y la ejecución también de su último retablo en 1560.

Desde el siglo XV, la parroquia de la Santa Cruz sufrió serios conflictos con el anexo Convento de Santa Clara, cuyas monjas provocaron la demolición del campanario de la parroquia y la instalación allí, por parte de las religiosas, de una imagen de San Francisco.

En el interior de la parroquia existieron altares dedicados al Santo Sepulcro, a la Asunción de Nuestra Señora y Ánimas de Purgatorio y hasta un lienzo de la Inmaculada. El altar mayor estaba ocupado por pequeñas capillas dedicadas a Nuestra Señora de la Santa Cruz y Nuestra Señora del Tránsito.

Justo antes de la Guerra de la Independencia, el templo comenzó a arruinarse, provocando su cierre, anexión a la iglesia de San Pedro y extinción en 1801. Años más tarde, su solar fue integrado dentro del Convento de Santa Clara transformado en un huerto y cementerio del mismo.

La calle de Santa Cruz, por otro lado, vio como hasta allí dio a parar el Tribunal de la Inquisición en su parte alta en 1484. La calle del Rostro, sin embargo, viene su nombre debido a una hornacina donde se veneraba el Santo Rostro. En ella también se encuentra la Santa Capilla de San Andrés y también existió la Casa del Vicario y las escuelas fundadas por don Gutierre González Doncel para la enseñanza cristiana de los niños y jóvenes de la vecindad. Gracias a esto también se le conoció a la calle como de las Escuelas.

Campillejo del Rostro se encuentra unido al callejón del Gato, y lindero a estos se construyó un jardín por parte de la Cofradía de la Limpia Concepción de Nuestra Señora para la práctica de la doctrina pedagógica que desde Granada promulgó el Padre Manjón con sus Escuelas de Ave-María.

Junto con la calle de la Santa Cruz existió un lugar conocido como Huerto de la Inquisición. En este existió un nacimiento de agua propio. El terreno fue comprado por la Santa Capilla en el siglo XX para, posteriormente, venderlo con el fin de que allí se construyera un baño y después una piscina femenina.

En esa plazoleta existió pasado el siglo XV un quemadero inquisitorial, donde los reos, una vez celebrado el Auto de Fe en la iglesia de la Santa Cruz, eran entregados a las llamas purificadoras del patíbulo.

Fue un barrio, por desgracia desaparecido, cuyo único enlace con el resto de la ciudad fue la calle de Gregorio Murcia que desemboca junto al Pilar de los Caños.