viernes, 24 de noviembre de 2017

Personajes ilustres de nuestra tierra: Luis Sagaz Zubelzu

Aunque no era de Jaén, fue capaz de dar mucho a esta tierra. Luis Sagaz Zubelzu nació en Madrid en 1905, viviendo su juventud en la capital de España, donde estudió la Licenciatura en Medicina en la Universidad de Madrid. Era el más joven de su promoción y discípulo predilecto de Santiago Ramón y Cajal. Trabajó con destacados médicos, especialmente con Gregorio Marañón, hasta que en 1928 se mudó a Villargordo.

Meses después, volvió a mudarse a Jaén Capital. Gracias a la inestimable ayuda del Doctor Fermín Palma García, llegó a ser el primer director del Dispensario Antituberculoso, pionero en la lucha contra la tuberculosis. En 1933 ingresó en la Beneficencia Provincial, trabajando en el campo de la tuberculosis que, por aquella época, presentaba un panorama terrible.

Con el Doctor Sagaz Zubelzu nació y se desarrolló el Sanatorio de "El Neveral", dirigido por éste durante cuarenta años con más de 25000 pacientes a sus espaldas. En 1952 fue el primer director del Instituto de Estudios Giennenses, dejando su cargo meses más tarde por su pasión por la medicina. Recibió ofrecimientos para ocupar cargos representativos tanto en la vida política como en ámbitos culturales, pero decidió seguir al cargo del hospital provincial, aunque siempre mantuvo contacto con el seminario médico de dicha institución hasta su muerte en 1983.


El 21 de noviembre de 1981 recibió el título de Hijo Adoptivo de Villargordo. Días más tarde, el Ayuntamiento de Jaén le entregaba la Medalla de Oro de la ciudad. Por aquellas fechas la Asociación de Neumólogos del Sur le hacía miembro de honor, y el Sanatorio de El Neveral empezó a llamarse desde entonces Centro Hospitalario de Enfermedades del Tórax Dr. Sagaz.

Médico extraordinario, es admirado por su cariño y devoción a la profesión, no sólo por la clase médica, sino por aquellas personas que mantuvieron relación con el doctor.

viernes, 17 de noviembre de 2017

¡Al castillo por Santa Catalina!

Cuenta la leyenda que estando Fernando III el Santo en las inmediaciones de la ciudad, a dicho monarca le sucedió algo mágico. Estando en sueños, la joven mártir Santa Catalina de Alejandría se le apareció en sueño y le entregó unas llaves grandes. Una vez despierto, se entendió que eran las llaves de la ciudad de Jaén y que en el sueño Santa Catalina estaba mostrando su apoyo a las tropas cristianas que estaban a punto de rendir Jaén.

Habría que recordar que Jaén estaba sitiada por las tro
pas del monarca cristiano, con el objetivo de rendirla y tomarla por fin para dichos dominios, empujando cada vez más a los musulmanes hacia su último reducto, Granada.

Muy poco después, Fernando III consiguió del rey musulmán Alhamar la rendición de Jaén, declarándose este último como vasallo de Castilla y retirándose a Granada, donde perduraría el dominio musulmán durante dos siglos y medio más. 

Hoy día, el cerro donde se asienta la ciudad, y también el castillo, donde la santa tiene una capilla en el interior de este, son conocidos con los nombres de monte o cerro y castillo de Santa Catalina.

Es por ello que cada 25 de noviembre, ya sea ese mismo día o en días cercanos, Jaén celebra la romería de su patrona Santa Catalina. La jornada se inicia con una romería que comienza en el casco urbano de la capital.

Desde ahí se asciende al cerro de Santa Catalina hasta el interior del castillo que lleva el mismo nombre donde la imagen se introduce en su capilla situada junto a la Torre de Homenaje de la fortificación. A dicha capilla se entra por un arco ojival, que antiguamente era de medio punto, en ladrillo todavía visible.

A lo largo de dicho cerro, los jiennenses disfrutan de una comida al más puro estilo campestre, en la que no faltan sardinas, paellas y guisados típicos de la región, amenizada con la alegría y el espíritu de los romeros presentes.

viernes, 10 de noviembre de 2017

Los lavaderos de la Fuente de la Peña

Justo en la salida de Jaén en dirección a la localidad de Los Villares de Jaén, nos encontramos con unos hermosos lavaderos públicos utilizados a lo largo de la historia. Situado al pie del Cerro Fuente de la Peña, este lugar es aprovechado por el agua de un manantial que servía también para regar las huertas y olivares de las tierras colindantes.

Este manantial terminaba alimentando el Arroyo de Riocuchillo, convertido en el eje pluvial del valle del paraíso de Jaén, o como popularmente se conoce la zona de Valparaiso. En el siglo XVIII se ordenó construir una pequeña balsa en dicho manantial con un muro de contención, pero no será hasta inicios del siglo XX cuando esta obra se lleve a cabo, sufriendo una pequeña remodelación en estos últimos cincuenta años.

Estos lavaderos fueron construidos para sustituir unos más antiguos del mismo nombre alimentados también por el agua del mismo manantial, por lo que no son los únicos existentes. Los terrenos de los antiguos lavaderos fue propiedad de los descendientes de los Bonilla, familia establecida en Jaén en el siglo XV de ilustres antepasados. En dicho lugar, que aún se mantiene en pie, se conserva un centenario y seco álamo, con unas piedras bastante gastadas de tanto lavar.

El primer lavadero está casi destruido por las obras de la nueva carretera de Los Villares mientras que el segundo se mantiene en buenas condiciones, conformándose de un recinto rectangular de fábrica de sillarejo con hueco lateral de acceso y ventanas laterales con rejas de hierro, antetecho de ladrillo y cubierta de teja árabe rehabilitados. En su interior se conserva varias piletas de piedra separadas por un pilón rectangular surtido por un caño de agua procedente del agua sobrante de la Fuente de la Peña. Esas aguas van por acequias hasta las albercas del mismo nombre.

En los antiguos lavaderos existe una leyenda sobre la existencia de un horrible monstruo. En ella se comenta que un arriero procedente de Los Villares oyó el intenso llanto de un bebé. Este hombre se acercó y allí encontró al pequeño abandonado a su suerte y a la intemperie, con signos de haber estado abandonado bastante tiempo. El hombre decidió cargarlo en la misma mula en la que iba montado, a sus espaldas, puesto que llevaba varias mulas a su cargo.

Cuando estaba a las puertas de la ciudad notó que la mula que portaba al supuesto bebé iba más despacio de lo habitual. Miró hacia atrás y descubrió que el niño que había recogido se había convertido en una bestia verde y enorme que le dijo: - ¿Tienes dientes como yo? - El pobre hombre salió huyendo.En la actualidad, se comenta que por la zona se sigue escuchando por las noches el llanto de un niño en las inmediaciones.

viernes, 3 de noviembre de 2017

Personajes ilustres de nuestra tierra: Rafael Ortega y Sagrista

Resultado de imagen de rafael ortega y sagristaEl escritor e historiador español, que nació en Jaén en el año 1918 y murió en 1988 a la edad de 70 años de una imprevista afección pulmonar, fue uno de los autores más destacados del panorama intelectual contemporáneo de Jaén.

Pertenecía a una familia de profundas raíces jiennenses. Cursó estudios de bachillerato en el actual edificio del Conservatorio de Música, sito en la calle compañía, hasta el año 1935. Tras el estallido de la Guerra Civil sirvió en el batallón de fortificaciones de la capital jiennense hasta el final de la contienda. Tras la guerra fue destinado al Cuerpo de Farmacia del Ejército, terminando en ella por libre la carrera de Derecho y titulándose como abogado por la Universidad de Granada en 1942.

Entró el año siguiente a formar parte del cuerpo técnico de Hacienda por oposición, residiendo en diferentes puntos de la geografía española, hasta que regresó de forma definitiva a la capital del santo reino en 1960.

A nivel local, fue consejero provincial de Bellas Artes, gobernador, administrador y cronista de la Santa Capilla de San Andrés y consejero del Instituto de Estudios Giennenses, así como académico de la Bibliográfica Mariana, académico de la Real Academia de la Historia y ayudante del profesorado de la Cátedra de Historia del Derecho en la universidad durante su estancia en Madrid, entre otros.

A lo largo de su vida fue cronista de muchas cofradías jiennenses, donde trabajó en la elaboración de los archivos históricos de las mismas. En la actualidad, su archivo personal, sus documentos y obras se encuentran custodiadas en el Archivo Histórico Diocesano de la Catedral de la Asunción de Jaén.