Se
conoce como Catedral al templo donde tiene su sede o cátedra el obispo, siendo
así la iglesia principal de cada diócesis religiosa. Desde ahí, el prelado
preside la comunidad cristiana, enseñando la vida de fe y la doctrina de la
iglesia. Jaén necesitaba una Catedral en la que sus vecinos abrazaran la
religión católica y, sobre todo, se le diera culto a uno de los símbolos
religiosos más importantes de la iglesia católica, el Santo Rostro.
Su
construcción comenzó en 1371, 125 años después de la conquista cristiana de
Fernando III, terminando las obras en 1806 con la colocación de las rejas de la
lonja, posterior a la construcción de la iglesia parroquial del Sagrario en
1801.
La
Mezquita Mayor que se encontró Fernando III tenía como emplazamiento el mismo
que el de la Catedral actual, siendo esta mezquita de tamaño reducido por el
sitio que ocupaba, pues su ubicación tuvo que ser lógicamente opuesta a la de
los templos que la suceden. El monarca cristiano renombra el templo árabe como
iglesia en 1246 y como Catedral tres años tarde.
Siendo
obispo Don Nicolas de Biedma se emprende la construcción de la Catedral
antigua, la primera versión de este templo capitalino. En la actualidad no han
sobrevivido restos del mismo. Existen documentos que demuestran que era un
templo rectangular con capillas perimetrales y una cabecera plana, formado por
cinco naves de moderadas dimensiones con la axial más ancha, y rematadas por
otra transversal en la cabecera a modo de crucero que en su intersección con la
nave central acogía un cimborrio ochavado. En la nave central se encontraba el
coro y en frente la capilla mayor, puesta y arrimada a la misma muralla de la
ciudad. Los púlpitos se situaban a ambos lados de la capilla mayor y las naves
estaban separadas por cuatro muros longitudinales con arcos a nivel inferior y
seis o siete pilares. La fachada principal contaba con tres puertas y
contrafuertes adosados. La nave central era más alta que las otras cuatro, y en
todas ellas utilizaronn cubiertas de madera sin ventanas a los lados, ya que la
luz entraba en el interior por el cimborrio.
La
catedral gótica del siglo XV se comenzó a construir durante los últimos años de
dicho siglo y nunca llegó a finalizarse, ya que en la segunda mitad del siglo
XVI se tomó la decisión de construir una catedral diferente en el lenguaje
clásico imperante. De esta se mantiene en pie la parte inferior del muro que
conformaba el testero de la Catedral gótica y que forma la cabecera de la
Catedral actual, fijando el conjunto arquitectónico en la zona de la calle
Valparaíso. En el paño central se puede apreciar una puerta tapiada con arco
apuntado, que permitía el acceso provisional a la capilla del Obispo, de forma
cuadrada y comunicada con la Catedral antigua para conciliar temporalmente el
culto entre las dos catedrales. Dicha capilla se encontraba elevada siete
escalones respecto a la Catedral anterior y con una escalera situada tras el
muro del altar mayor que previsiblemente permitía el acceso al espacio bajo la
capilla resultante del desnivel del terreno.
La
Catedral actual fue iniciada a mediados del siglo XVI, prolongándose su
construcción hasta principios del siglo XIX. Su primera etapa, conocida como
renacentista, es la más importante porque se corresponde con la construcción
que sienta las bases del templo que aún en pleno siglo XXI conocemos. En esta
fase se edifica el Panteón y la Sala Capitular en 1556, y la Sacristía, el
testero sur del crucero y las capillas de la nave izquierda más próximas a la
cabecera un año más tarde.
Las
obras comienzan a gestarse en 1548 por orden del obispo Don Manuel Esteban
Gabriel. Andrés de Vandelvira realiza la traza y el modelo de la Catedral,
convirtiéndose en Maestro Mayor de la misma con 38 años. Construye el bloque
sur con las dependencias auxiliares y el Muro Interior que cierra el salón por
el lado derecho y que ocupa el espacio existente que va desde las capillas de
Santa Teresa y Virgen de las Angustias hasta el testero y la fachada sur del
crucero.
Alonso
Barba fue nombrado Maestro Mayor en 1578 tras la muerte de Vandelvira,
manteniendo la idea de su antecesor. La Catedral fue diseñada como un gran
salón rectangular en doble cuadrado, como una plaza cubierta, con las bóvedas
vaídas a igual altura y con los arcos formeros descansando en unos rebancos que
se apoyan sobre las pilastras cuyos intercolumnios dan lugar a la disposición
espacial con tres naves.
En
el piso inferior se crean capillas con dos arcos de medio punto en los
intercolumnios de mayor tamaño y que simulan puertas que comunican con un mundo
espiritual que se materializa mediante pinturas, esculturas y retablos. En el
superior se construyen balcones en número de uno o tres, donde el vano queda
enmarcado por pilastras jónicas bastante planas.
Andrés
de Vandelvira diseñó la Sala Capitular como una planta rectangular en doble
cuadrado cubierto con bóveda de cañón, organizando rítmicamente sus paramentos
con dobles pilastras con hornacinas intermedias, arcos que acogen los
ventanales apoyándose sobre un basamento plano que visualmente aumenta la
esbeltez de la sala al tiempo que sirve de apoyo a la bóveda fajonada y que se
encuentra decorada geométricamente.
En
la Sacristía Vandelvira utiliza también una planta rectangular para demostrar
la especialidad como una unidad longitudinal en la que las permutas de
valencias entre espacio y estructura es evidente, provocando una solución parietal
dual y de cobertura que inscribe sin correspondencia en el contenedor de
prismático que define la volumetría exterior de la estancia. El cerramiento se
soluciona con la construcción de un muro interior rítmicamente plasmado con un
orden corintio en el que los haces de cuatro columnas desempeñan un papel
fundamental en la transparencia que se percibe en la composición. En
definitiva, Islamismo, Medioevo y Clasicismo se fusionan en un solo espacio,
siendo la composición de esta sala algo complejo, único, refinado y genial.
En
el exterior, el muro que protege la Sacristía, la Sala Capitular y el Panteón
se asemeja a una superficie prismática que se componen de tres fachadas que no
permiten intuir su contenido al haber sido diseñados sus cerramientos con una
solución que permitiera construir un entablamento jónico coincidente con los
primeros palacios del Quattrocento que no obedecían a las trazas clásicas de
dichos edificios. Se puede decir que a mayor altura estos elementos adquieren
características especiales de ático.
En
1635 el obispo cardenal Don Baltasar Moscoso y Sandoval adjudica las obras de
continuación de la Catedral a Juan de Aranda y Salazar continuando las obras
por la cabecera hasta el crucero. Para ello, se derriba casi la totalidad de la
catedral y la capilla gótica realizadas respectivamente por Nicolás de Biedma y
Don Alonso Suárez.
Juan
de Aranda es fiel seguidor de las ideas de diseño de Vandelvira, siendo este el
culpable directo de la aparencia exterior que existe en la actualidad tanto en
los laterales como en la cabecera del templo. Para ello, el diseño con el que
se soluciona los balcones situados en el muro exterior de la cabecera son los
mismos que años más tarde se volverían a utilizar en los muros exteriores que
cierran las capillas laterales. La fase realizada por Juan de Aranda concluye
con Pedro Portillo, sucesor del anterior, que levanta el paredón a la altura de
la línea de pilares del crucero, aislando la obra nueva y consagrando el templo
en 1660.
Durante
los últimos años del siglo XVII se inicia las obras para construir la fachada,
dejando libre el hueco entre esta y el crucero para para ser edificado
posteriormente. Eufrasio López de rojas es nombrado Maestro Mayor de la
Catedral el 1 de enero de 1666, siendo este el responsable del diseño y
construcción del cierre de la Catedral casi en su totalidad. Comenzó derribando
el Ayuntamiento, que en aquella época ocupaba una parte del solar donde se
pretendía ubicar la fachada, y posteriormente comenzó los trabajos de diseño de
la torre derecha. En 1670 se inicia los trabajos en la torre sur y los
cimientos de la fachada concluyeron dos años más tarde.
En
1684, el arquitecto muere, dejando la catedral con la fachada ejecutada sin el
ático. Los siguientes arquitectos en comandar las obras del templo fueron
Francisco Landeras desde 1685, Blas Antonio delgado desde 1686, y Eufrasio
López entre 1688 y 1702. Con ellos se termina la fachada y se cierran las
cúpulas de las torres durante esos años. El cerramiento de los pies de la
iglesia es solucionado con un gran pórtico, a manera de vestíbulo, cubierto con
bóveda de cañón, arcos fajones y lunetos, creando un lugar de transición que
hubiera predispuesto a la percepción del anterior.
Frontalmente
la fachada aparece protegida por dos torres idénticas y simétricas a modo de un
arco del triunfo con dos pisos, organizándose en forma de retablo. Esta parte
delantera está coronada con una balaustrada con pedestales intercalados y
esculturas superpuestas, articulándose verticalmente en cinco calles mediante
un orden corintio colosal y horizontalmente en dos pisos, acogiendo el inferior
los tres accesos principales a la Catedral. Los balcones del piso superior son
realizados en medio punto, mientras que la continuidad de los pisos es definida
mediante el empleo de marcos y decoración.
El
cuerpo superior, con su forma de ático, está ordenado verticalmente con
pilastras, que se corresponden con las columnas inferiores, y que sostienen la
cornisa y el antepecho superpuesto. En las torres se organizan los troncos con
su desnudez dominante en contraste con la superficie interior de la fachada. El
cuerpo de campanas exento y con triples vanos de medio punto se diseña con un
orden corintio de columnas semiembebidas en pilastras. Como complemento se
colocan chapiteles octogonales finalizados con pilastras cajeadas y huecos de
medio punto. Las esculturas colocadas en ese espacio representan a San Miguel,
la Asunción, la Santa Faz, San Pedro y San Pablo, y se personifican además los
Doctores de la Iglesia intercalados con los Evangelistas presididos por
Fernando III el Santo: San Agustín, San Gregorio, San Mateo, San Juan, San
Lucas, San Ambrosio y San Jerónimo.
Entre
los años 1701 y 1702 se procedió a la unión de la fachada con el crucero de la
mano de los arquitectos Blas Antonio Delgado, Miguel de Quesada y José Gallego
y Oviedo del Portal. Los muros de las capillas y cerramiento exterior que
delimitan la nave derecha, según se entra, se realizaron en la primera mitad de
esta fase, iniciándose hasta 1701, comenzando entre los años 1713 y 1716 los
situados a la izquierda. El cierre exterior de las capillas y galerías se
realizó con unos muros perfectamente definidos y dominados por unos balcones,
organizándose estos en dos pisos con una serie de vanos ordenados verticalmente
de menor a mayor. Estos huecos se unen ornamentalmente en el piso superior.
El
coro de la iglesia Catedral de Jaén fue construido durante el siglo XVIII,
siendo colocado en la nave central y conectado con el presbiterio por un
corredor de rejería. Los coros no realizados tienen unos paramentos de corte
estática con tendencia a la independización del contenido de su entorno,
desempeñando un papel similar al del muro que define el espacio que los rodea.
José Gallego, que ejecuta los muros laterales entre 1730 y 1736, emplea una
planta ondulante que acusa el movimiento de la pared. Respecto al trascoro,
ejecutado también por el mismo arquitecto, soluciona el diseño con otra planta
ondulante que lo aúna con el academicismo de las esculturas y la pintura de La
Virgen de las Tijeras, obra del maestro Mariano Salvador Maella.
En
el costado norte junto a la cabecera de la Catedral, sobre una cripta, Don
Ventura Rodríguez Tizón diseña en la segunda mitad del siglo XVIII un conjunto
simétrico y de tamaño semejante al bloque contenedor de la Sacristía, Sala
Capitular y Panteón, espacio más conocido como Sagrario. Los arquitectos Francisco
Calvo Bustamante, Manuel Godoy, Ángel Vidal y Manuel Martín Rodríguez fueron
los encargados de ejecutar ese diseño que se complementó con las esculturas de
Miguel Verdiguier y José Arias y las pinturas de Mariano Salvador Maella y
Zacarías González Velázquez.
La
imagen de templo romano es muy evidente en la fachada posterior que está
resuelta con una articulación axial, frontón y pódium, y se confirma en la
fachada lateral, donde manteniendo la traza se refuerza con el ventanal termal
del basamento. Ventura Rodríguez instauró el cuerpo superior con el ático
retránqueado, los óculos, las estatuas sobre la balaustrada y los jarrones
llameantes.
El
Sagrario está definido como una iglesia oval de eje longitudinal. El espacio
continuo interior se soluciona con un paramento perpetuo, articulado con un
orden gigante corintio cuyas columnas pareadas se separan de un muro que
presenta alternancia en vanos, unos como ventanas místicas en los altares de un
solo piso y los otros de dos alturas con nichos abalconados, que se retrotraen
expandiendo el espacio interior e imprimiendo cierto carácter civil. El
arquitrabe del templo soporta la cúpula finalizada con dovelas hexagonales, colocando
sobre la misma una corona de grandes ventanales ovales y estableciendo un ritmo
ondulante en su superficie cóncava, iluminando el interior y creando un lugar
para la oración de primer orden.