viernes, 7 de agosto de 2020

De leyenda: Habitación maldita en el Parador de Jaén


Por todos es conocido que en el Parador de Turismo de la capital del Santo Reino se han ido experimentando diferentes acontecimientos que son difíciles de explicar. Muchos empleados han escuchado pronunciar su nombre cuando estaban completamente solos en el complejo. Se ha tenido constancia de objetos cambiados de lugar, de desapariciones de los mismos, de ruidos extraños y golpes de madrugada, y de habitaciones que no estaban ocupadas y por el que se veía salir de esas mismas a supuestos clientes.

El epicentro de tantos misterios se encuentra en la habitación nº 22. En ella se ha sentido la presencia de alguien invisible que anda por la misma, que llora, que provoca anomalías eléctricas y descensos de temperaturas, movimientos de muebles y cajones, etc. Hay clientes que comentan que, en plena madrugada, alguien llama a la puerta y, al abrir la puerta, no hay nadie visible. Vuelven a acostarse y de nuevo llaman a la puerta.

Otros testigos comentan también que han notado como, en plena noche, alguien les tiraba de la manta y caminaba alrededor de ellos. Estos hechos han provocado que muchos clientes hayan salido despavoridos del hotel por los hechos inexplicables que vivían. En la habitación contigua, la nº 23, una noche un hombre llamó a la policía porque comentaba que su habitáculo se encontraba lleno de gente.

Todos estos sucesos son achacables a una supuesta leyenda del siglo XV. Se comenta que el noble condestable Don Miguel Lucas de Iranzo mantenía una relación extramatrimonial con una joven musulmana. El profundo amor que se profesaban los enamorados despertaron las envidias y los celos de sus súbditos, ya que pensaban que la muchacha hacía que el gobernador desatendiera sus funciones públicas. Un día, aprovechando la ausencia del Conde de Castilla, un grupo de hombres asaltó el castillo y prendió fuego a la mujer que se encontraba embarazada. Hay quien piensa que fue en esta parte del Parador donde la mora encontró la terrible muerte y que son sus lamentos los que algunos dicen oír mientras arrastra y golpea los muebles.

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