viernes, 24 de septiembre de 2021

Cristo del Corpus

En la Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena existió una cofradía en el siglo XVI conocida como Corpus Christi. De ésta tan sólo queda un retablo en el que se representa a Jesús muerto en la cruz en bulto redondo. El material empleado fue madera de nogal, policromada y estofada, dorada en algunas zonas al agua y en otras al aceite, y con aplicación de elementos de plata y brocados en las vestiduras. El conjunto formaba parte de un bajorrelieve que mostraba la ciudad de Jerusalén, hoy desaparecido.

A la izquierda de cristo podemos ver a la Virgen María mientras se desmaya, siendo sostenida por San Juan y por María de Cleofás. Justo detrás se encuentra Nicodemo y José de Arimatea conversando, mientras otra mujer mira hacia Jesús de forma dramática. A la derecha de cristo se encuentra María Magdalena arrodillada al pie de la cruz mientras la abraza mirando a Jesús. Dos sayones judíos y otros dos soldados romanos completan el retablo. La figura de Cristo, muerto en la cruz, presenta las manos semicerradas, con los dedos flexionados. Jesús no tiene corona de espinas ni potencias, pero sí tres clavos que lo sujetan en la cruz.

Sus diferentes cambios de posición dentro de la nave parroquial han provocado ciertas mutilaciones y modificaciones, dejándonos los restos que se mantienen en la actualidad. Desde el siglo XVI se encontraba colocado en el muro lateral izquierdo de la iglesia, junto al patio de abluciones. Ya en el siglo XX, y tras ser trasladado a la Exposición Universal de Sevilla, se trasladó al lateral izquierdo del altar mayor. Tras un breve periodo en el que estuvo almacenado en los depósitos del Museo Diocesano de la Catedral, en 1988 el retablo fue trasladado de nuevo al lateral izquierdo del altar mayor.

Ocho años más tarde, doña Mari Paz Barbero restaura la obra, pasando ésta a parar a los pies del templo parroquial junto a la puerta de entrada. Finalmente, ocupa el testero frontal de la nave del lado del Evangelio.

viernes, 17 de septiembre de 2021

La banda municipal de Jaén

 


Si bien hasta bien entrado el siglo XIX existía en nuestra ciudad alguna que otra banda de música, no es hasta 1901 cuando la casa consistorial local decide crear la distinguida Banda Municipal de Música de Jaén bajo la dirección de don Rafael de la Torre Brieva. Su presentación tuvo lugar un 15 de agosto de ese mismo año en la Plaza de Santa María. Cuatro años más tarde, don Rafael fue destituido para volver a ocupar su puesto en 1911. Una etapa en la que, según algunos, se colocaron los cimientos de la banda que conocemos hoy en día.

Entre 1905 y 1911, don Manuel López Fernández dirigió al grupo con muchísimas dificultades, puesto que logró obtener la oposición frontal de los músicos por sus prácticas profesionales.

En 1932, don Emilio Cebrián Ruiz se hace, vía oposición, con la dirección de la banda municipal. Durante ese año, el compositor y don Federico Mendizábal se reunieron en la residencia del primero para componer un canto que ensalzara la belleza de las pastiras y el paisaje de la ciudad. Nació, un seis de octubre de 1932, el famosísimo Canto a Jaén.

Tras su estreno en el desaparecido Teatro Cervantes trece días más tarde, la crítica fue tan abrumadoramente favorable que la corporación municipal aceptó, un treinta y uno de mayo de 1935, convertirla oficialmente en el Himno de Jaén. La partitura original se encuentra depositada en el Palacio Municipal de la ciudad.

Como anécdota, algunos de sus compases también se incluyeron en la marcha Nuestro Padre Jesús, obra también del maestro Cebrián.

Su letra es la siguiente:

Eres harén con luz de sol

en que cautivo se deshoja el corazón.

Es tu mujer, radiante flor,

gentil sultana favorita del amor.

En tu olivar, soñé por ti,

con luz de luna,

jaenera ser feliz.

Y al despertar con esa luz,

a mi pastira junto al monte de la cruz.

Bella Ciudad de luz

que tienes cuando miras,

el corazón y el sol,

rendidos a tus pastiras.

Sultana tú, mujer,

que al despertar un día,

se hizo clavel de amor,

al sol de Andalucía.

Alcemos bajo el sol,

como una antorcha el corazón,

la tierra de Jaén,

abre sus brazos de mujer.

Bella ciudad...

¡Viva Jaén...!

viernes, 10 de septiembre de 2021

La reja de la Capilla de San Andrés

La reja, obra de Maestro Bartolomé, pertenece a un período de transición entre el Gótico y el Renacimiento o, lo que es lo mismo, al período comprendido entre 1490 y 1530. Presenta estructuras de grandes proporciones diferenciadas en dos cuerpos, de mayor altura el primero, separadas por una franja intercorporal corrida o que a veces sube en el centro para marcar el dintel de la puerta.

A su vez están divididos en tres calles semejantes de la que destaca la central por estar en ella la puerta. Posee un barrotaje muy variado, fajas intercorporales, frisos y en los remates aparecen formas renacientes hechas en chapa doble calada. Por último, los ornatos y los redropies son casi siempre muy goticistas.

La función de la reja es la de cerrar o abrir la Capilla de la Purísima Concepción, cuya entrada contiene un arco de medio punto. La reja se alza sobre un pequeño zócalo interrumpido en el centro. En ella descansa el primer cuerpo de la obra, un espacio de tres calles formada por cuatro barrotes capitales cuadrillados y decorados con formas vegetales doradas. Las dos calles laterales presentan ocho barrotes torsos de escisión central romboidal, que en cuatro de ellos, alternados, se complica en forma de ojiva, mientras que en el resto hay pequeñas lanchas con decoración vegetal.

En la calle central se encuentra la puerta en forma de arco de medio punto, con ocho barrotes torsos, idénticos a los de los laterales, pero flanqueados por dos más gruesos. El arco del hueco de la puerta está decorado por motivos vegetales dorados y dos angelitos a modo de enjustas o alfiz. Sobre ella se encuentra la parte central de la faja intercorporal, elevado para facilitar la forma arqueada.

El conjunto en sí, dorada y pintada, está flanqueada por dos formas curvilíneas iguales a las ménsulas o las rocallas y que, a su vez, están sujetas por los angelitos. La faja intercorporal basa su decoración en formas vegetales repetidas y afrontadas a modo de candelieri.

El segundo cuerpo contiene también tres calles flanqueadas por cuatro barrotes capitales torsos, siendo los dos extremos más largos, que a su vez están divididos en dos partes y decorados en la parte central por unas mazorcas doradas. Los dos barrotes capitales centrales son más cortos por la franja intercorporal en su calle central.

Las dos calles laterales tienen ocho barrotes cada una que combinan las formas cuadrilladas en su primer tercio con los torsos de los dos tercios inferiores con escisión romboidal a la altura del primer tercio empezando por abajo. El paño central representa el abrazo de San Joaquín y Santa Ana ante la Puerta Dorada, donde aparecen enlazando sus manos con un ángel sobre sus cabezas. A los lados se encuentran dos hombres y dos mujeres. En ella se puede apreciar el estudio de las anatomías y los volúmenes y el intento de plasmar el movimiento. Sobre la escena cuelgan unas guirnaldas y demás motivos vegetales. 

El segundo cuerpo está rematado por un friso decorado con formas vegetales y animales que se repiten a lo largo de todo él en una labor calada y de filigrana de hierro. El friso está dividido en tres partes y manifiesta, en cuatro figuras humanas, que descansa en los barrotes capitales del cuerpo inferior.

El remate de la obra es una representación del Árbol de Jessé, o árbol genealógico de María, que arranca en la figura de David yacente sobre el friso en el centro de la composición. Respecto a la ascendencia de la Virgen, sólo aparecen representadas doce de las veintiséis generaciones como frutos del árbol.

Esta última parte del conjunto está hecho a base de formas curvas o volutas de hierro en las que se entrelazan las formas vegetales y humanas en hierro repujado, dorado y coloreado, dando así un aspecto variado y rico. Posee doble ornamentación, es decir, las figuras se repiten tanto en el interior como en el exterior de la capilla.

viernes, 3 de septiembre de 2021

La transición y Jaén

 


Se conoce como Transición española al proceso político por medio del cual se deja atrás la dictadura franquista para dar paso a la democracia regida por una Constitución. Durante esos años, diversas movilizaciones y protestas colectivas ayudaron a tener el régimen democrático que la sociedad española, un seis de diciembre de 1.978, votó a favor para así tener la vida que actualmente tenemos.

Las protestas en la ciudad durante los últimos años del franquismo eran leves y de poca notoriedad. Sin embargo, entre la sociedad se va diseñando una serie de relaciones que dieron cabida, a principios de los setenta, de asambleas organizadas en salones parroquiales, colegio universitario, bares… Estos sirvieron de base para conectar con gremios ligados a la izquierda.

Si en la capital del Santo Reino y su provincia no se vivieron huelgas y movilizaciones de calado como en otros puntos de la geografía española, se debe a que en nuestras tierras existía una nula o escasa organización de producción industrial. En Jaén, la clase campesina y trabajadora se conformó, con absoluta pasividad, a las condiciones de vida que les tocaba vivir.

Militantes de partidos políticos como el Partido Comunista de España, la extrema izquierda o los sacerdotes obreros, entre otras organizaciones, pusieron todas sus fuerzas para crear vínculos entre sus vecinos con el que aumentar las participaciones en las protestas.

Sectores de la iglesia facilitaron el ingreso en partidos políticos de miembros de su propia organización y potenciaron la participación de los ciudadanos en temas tan clandestinos en aquella época como la libertad, los derechos democráticos o la cultura crítica.

El Partido Comunista, como oposición más importante de la dictadura, comienza a organizarse en la ciudad y en otros puntos de la provincia. El régimen franquista comenzó a verse amenazado, por lo que iniciaron una ola de represiones contra esta formación tras la aparición, en diciembre de 1970, de propagandas repartidas por Jaén. La detención de 60 militantes y el encarcelamiento de algunos de ellos produjo la desaparición momentánea del PCE a principios de 1971.

Al año siguiente, Juan Martos, Emilio Fuentes, Manuel Monereo y Paco Fuentes, jóvenes estudiantes del colegio universitario, solicitaron ingresar en el PCE de Granada, reconstruyéndose el partido en nuestra ciudad, tal y como sucedió dos años antes. Se recaudó dinero para sufragar despidos, para presos políticos y familiares, para huelguistas… y se seguían visitando a los comunistas que seguían en prisión. 1976 marcó un antes y un después en la organización, con la creación de comités locales y la primera dirección provincial con Felipe Alcaraz como secretario general.

El PSOE también empezó a reorganizarse a principios de los setenta tras su caída definitiva en 1946. Una pequeña célula del partido estaba presente en Jaén y se encontraba dividida en dos grupos. La primera de ellas estaba comandada por Alfonso Fernández Torres, mientras que el segundo estaba liderado por Diego Vadillos. Un grupo de veinte socialistas mantenían contactos y reuniones en la residencia habitual de Diego Vadillos, constituyéndose allí la constitución de la agrupación local de Jaén.

La extrema izquierda, sin embargo, estaba representada por las siguientes organizaciones: Movimiento Comunista (MC), Autonomía Obrera/Liberación, Partido del Trabajo de España (PTE) y Organización de la Izquierda Comunista (OIC). En sus círculos más íntimos, trabajaban  por defender las libertades y la democracia para así conseguir que los vecinos se unieran a su causa. Se creó la asociación de vecinos PASSO, movimientos sindicales…



Tras la muerte de Franco, se celebraron intensamente actos públicos, huelgas, manifestaciones… Todas ellas fueron protagonizadas por el sector olivarero, como la salida de tractores en protesta por las guerras agrarias que existieron por toda España. Buscaban mejorar unas condiciones laborales que el franquismo, por sus ideales, nunca les quiso dar.

Con la llegada de la democracia, las asociaciones de vecinos renacieron de sus cenizas ya que hasta ese momento no se luchaba de manera constante por resolver los problemas vecinales. Comenzaron con escritos, recogidas de firmas o campañas de prensa para continuar con manifestaciones, cortes de circulación, etc. Ya que los partidos ilegales las utilizaron a su antojo, estas asociaciones se convirtieron en escuelas de democracia de líderes políticos.

En 1976, por primera vez desde la Guerra Civil, el Partido Comunista convoca ante el Gobierno Civil una manifestación en el que participaron estudiantes del Colegio Universitario. La institución educativa pagó las multas impuestas a los estudiantes organizando mercadillos benéficos. Días más tarde se celebró otra manifestación bajo el lema Amnistía y Libertad.

En ese mismo año, la actividad del PSOE fue tan vertiginosa que en tan sólo seis meses pasó de tener 9 agrupaciones locales a 41 en toda la provincia. Cándido Méndez y Julián Jiménez constituyeron el primer comité provincial.

En el lado opuesto, la UCD se organiza desde el gobierno Civil, formado por representantes de importantes sectores productivos y de concejales del régimen franquista. En noviembre de 1981, el partido político sufre su primera crisis en la capital, aunque siguiera elevándose el número de afiliados en la misma. Un año más tarde, el comité local se disolvió al desaparecer UCD a nivel nacional.

Alianza Popular reunió una serie de asociaciones políticas que participaron por toda la provincia, mientras que la extrema derecha también intentó quedarse con un hueco del arco parlamentario, sin éxito. La población jiennense no podía darle su apoyo a aquellos que permitieron, durante años, los delirios del régimen caído.

Esta fue la época donde los jiennenses expresaron su opinión pidiendo ser escuchados, buscando respeto y consideración. No querían que cualquier persona disfrazado de político les dijera lo que tenían o dejaban de hacer. Querían ser libres y lucharon por ello. Gracias a ellos, tenemos la libertad que disfrutamos en la actualidad. Donde cada uno puede pensar, amar y respetar como nunca la historia de nuestro país había hecho.