Esta casa estaba situada frente a la Iglesia de San Bartolomé, en pleno casco histórico de la capital. El edificio fue construido en 1866 y perteneció al Conde de Águila, que vivió allí con su mujer y el hijo de ambos de muy corta edad. Es aquí cuando nace la leyenda, a raíz de un trágico suceso: la muerte del hijo tras caérsele a una mujer del servicio por un balcón. Ante este suceso, el conde y su mujer deciden trasladarse de residencia por el dolor que sufrían el estar allí sin su hijo.

Este inmueble se pone en alquiler y es en este momento donde varios inquilinos del inmueble fallecieron en extrañas circunstancias. Durante este periodo nace una segunda leyenda, conocida como el fantasma de la casa del miedo. Se contaba que este fantasma, vestido de blanco y haciendo ruido con cadenas al arrastrarlas sobre el suelo, merodeaba las inmediaciones de este edificio y cuando se disponía a acceder al edificio, la puerta se abría sola.

Ante tal revuelo suscitado entre los vecinos, uno de estos decide hacer guardia escondido en plena plaza durante una noche. Cuando ve acercarse al supuesto fantasma a la citada casa, este vecinocorre hacia él dándose cuenta que en realidad se trataba de un caballero alto con una sábana, el cual era amante de una de las inquilinas del edificio y que creyó que, haciéndose pasar por un ser no vivo, nadie sabría su identidad y podría seguir con su relación prohibida.

Pasados unos años el edificio se abandonó, ya que, aunque la leyenda del fantasma era falsa, la leyenda creada ante las muertes en extrañas circunstancias de antiguos inquilinos, era cierta. Es aquí cuando este edificio toma el nombre de “la casa del miedo”.

Años más tarde, un grupo de jóvenes utilizaron ese edificio para jugar en ella, lo cual, ante el ruido que hacían y que los transeúntes no supieran que pasaba dentro del edificio en realidad, generó que cundiera el pánico y se elevara la leyenda. Posteriormente, la Casa del Miedo albergó la sede del Catastro de Rústicas, donde muchos de los antiguos trabajadores de esta institución, comentaron que fueron testigos de numerosos y extraños sucesos como papeleras que se movían solas, sillas que cambiaban de lugar y papeles que desaparecían.

Desde entonces, no existen testimonios de que haya sucedidio nuevos fenomenos paranormales o al menos no está documentado.