viernes, 2 de octubre de 2020

En el olvido: Acueducto del Carmen


En la actual calle Senda de los Huertos, en su parte alta y a mano derecha, nació sobre una abundante pedriza un incontable raudal de aguas cristalinas y frescas. Sus aguas venían del conocido como Raudal de Santa María, y durante siglos regaba de agua a un importante sector de la población, entre ellas más de ochenta fuentes privadas de los barrios del Sagrario y San Idelfonso, además de las fuentes públicas que se encontraban en Cañuelo de Jesús, Pilar de la Imprenta, los Pajarillos de Santa María, el Pilarejo del Borrego, las fuentes de San Francisco y San Ildefonso y el Pilar de la Alameda.

La calidad de sus aguas era excelente, sobre todo cuando estas reposaban unas horas, pero provocaba cal en tuberías y repartidores, lo que provocaba limpiezas frecuentes. En época medieval, incluso, se reglamentó su uso y distribución, naciendo unas comunidades de usuarios que se mantuvieron hasta el siglo pasado.

En el manantial se realizó una gran balsa provista de un rebosadero, haciendo que el agua cayera en cascada hacia el barranco de Santa Ana, uniéndose al arroyo dependiente desde Almodóvar y El Almendral. Gracias a este accidente natural se construyeron unos lavaderos públicos conocidos como La Poceta. Desde este lugar se construyó un cauce abovedado para que el agua pasara junto a los conventos de Santa Ana y Carmelitas Descalzos, llegando este a un gran repartidor junto a la fuente del Cañuelo de Jesús.

El Barranco de los Escuderos presentaba importantes desniveles de terreno, por lo que se tuvieron que realizar obras para nivelar el discurrir de las aguas y favorecer su rápido tránsito. Este acueducto, de época romana y rehabilitado en época medieval, se le renombró como Acueducto del Carmen, porque lindaba con el huerto y jardín del Convento de San José, de la Orden de los Carmelitas Descalzos.

Cuando la orden religiosa se vio obligada a cerrar por culpa de la Desamortización de Mendizabal en 1836, Rodrigo de Aranda, Conde de Humanes, lo utilizó como barandilla del jardín de su palacio. En 1862, Isabel II estuvo disfrutando desde ese punto de unos fuegos artificiales que el ayuntamiento le ofreció a la monarca con motivo de su visita.

Ya en pleno siglo XX, el acueducto quedó cubierto con la vegetación de la zona permitiendo que sus vecinos lo utilizara de lindero de un cine de verano, conocido como Cinema Jardín, entre 1965-1970. Ya con la llegada de la democracia, el preciado monumento desaparece para construir bloques de pisos, dejando tan solo unas fotos que demuestran la fuerza que tiene el ser humano para destrozar parte de nuestra historia.

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