En
la zona sur de la capital del Santo Reino, pasado el puente de Santa Ana, la
zona sufrió en los primeros años de existencia un tímido crecimiento geográfico.
Tan sólo existían construcciones aisladas y cuevas excavadas en las laderas de
los montes, habitualmente habitadas por vecinos de clase humilde. No fue hasta
el siglo XIX cuando se incrementó la población en las laderas de la cañada del
Castillo ya que la Senda de los Huertos limitaba las construcciones.
En
agosto de 1902 se colocó la primera piedra de la barriada de obreros del ejido
de Santa Ana, posteriormente conocido como San Felipe, en un acto institucional
celebrado junto a las obras del Seminario que se estaban realizando. Ya en los
años 40, se incrementó su población a base de chabolas que fueron levantadas
por familias humildes. En los 60 se construyeron viviendas sociales, procediendo
al derribo total de los viejos albergues de Betania y de las antiguas chabolas.
Gracias a esta intervención, se saneó el barrio y se embelleció el límite con
La Glorieta.
En
la actualidad, San Felipe dispone de un comedor escolar, un centro social, y el
popularmente conocido como Escuelas Cervantes, situadas en la calle Juan
Montilla. En el barrio de La Glorieta, destaca el colegio Andrés de Vandelvira,
un complejo educativo nacido de la cooperativa participada por el viejo colegio
de los Ángeles, Santo Rostro, Nuestro Padre Jesús, Santiago Apóstol y Domingo
Savio, en 1974.
El
segundo domingo de mayo se celebra en el entorno de La Glorieta la romería del
Cristo de Charcales. Las actividades comienzan el viernes anterior con el corte
de arrayán para forrar con ella los palos de banderas colocadas en la ermita.
Dos días más tarde, se celebra el tradicional pasacalles por el entorno y, tras
la celebración de la misa, comienza la romería con una copa de vino previa al
tradicional arroz guisado que comen los romeros. Por la tarde, se celebra la procesión
por los pagos de la fuente de la Peña y el barrio.
La
barriada también juega un papel fundamental en la romería de Santa Catalina, ya
que desde el templo de San Pedro Pascual y la Purísima se inicia la celebración.
Una iglesia que abrió sus puertas por primera vez el 1 de mayo de 1975.
A
finales del siglo XIX, el obispo Victoriano Gisasola inició el estudio de construcción
de un seminario bajo el nombre de la Inmaculada y San Eufrasio, cuya primera fase
comenzó en 1899. A partir de 1903 se iniciaron las obras principales, las cuales
se inauguraron el 6 de enero de 1905. El autor del proyecto fue el arquitecto
Justino Flórez Llamas. Seis años más tarde se abrió la capilla mayor, eje
central de la fábrica. En 1909 el ayuntamiento intentó adquirir el edificio
para transformarlo en cuartel, pero su intento cayó en vano.
Durante
la Guerra Civil las obras se paralizaron y el edificio fue militarizado. Tras esta,
los trabajos se reanudaron bajo la dirección de los arquitectos Francisco de
Paula López Rivera y Juan Piqueras Menéndez. Los últimos detalles se terminaron
unos años después. En 1995 volvió a remodelarse el edificio para que los seminaristas
vivieran y se formaran en el complejo eclesiástico. Junto al Seminario, a
finales del siglo XX, el Ayuntamiento construyó un parque, adaptándose los
jardines y paseos a la orografía del terreno en pendiente.
La
Fuente de la Peña es un espacio natural situado a los pies de la Peña de Jaén.
En dicho enclave se puede disfrutar de un rico muestrario de pintura rupestre
de la Sierra Sur del periodo Eneolítico. Ya en el siglo XV, las crónicas
comentan que el propio don Miguel Lucas de Iranzo celebraba, junto con el
pueblo de Jaén, la Pascua de Resurrección. En ella, el Condestable mandaba
soltar osos peñas para después capturarlos.
En
1588, Sebastián Carrera fundó una capellanía y cofradía bajo la advocación de Nuestra
Señora de la Peña. Sobre la zona se edificó una ermita, de las que aún se
conservan sus ruinas, para atender las necesidades espirituales de sus
seguidores. En el siglo XVIII, la ermita se arruinó y su cofradía se extinguió.
A
finales del siglo XVIII, el deán José Martínez de Mazas ordenó plantar álamos,
arreglar el camino, diseñar una gran balsa con piedras y recuperar la fuente de
la Peña como espacio de recreo y paseo. Un siglo más tarde, se construye una
nueva ermita dedicada al Santo Cristo de la Peña, o de Charcales, levantando
también un lavadero público.
1885 fue terrible para la capital del Santo Reino. Una pandemia obliga a muchos vecinos a abandonar la ciudad y a refugiarse en casas de campo. Algunas de estas familias realizaron voto de formar la cofradía y erigir una ermita al Cristo a cambio de salvarse de la epidemia. En 1905, las administraciones sufragaron las obras. Ya en plena Guerra Civil, la ermita fue saqueada, siendo destruida la imagen titular. Esta fue sustituida por una nueva en 1947.
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