El
22 de diciembre de 1983 Jaén vio cómo se encontraba el cuerpo sin vida de
Gonzalo Muñoz Ramos, un estudiante de COU del Instituto Virgen del Carmen, en
una zona de difícil acceso en el Arroyo de Valparaíso. El cadáver presentaba un
fuerte golpe en la cabeza, cinco heridas cortantes de 20 centímetros de
profundidad, del que uno de ellos le atravesó el corazón, y pequeñas
mordeduras.
Las
fuerzas de seguridad del estado pensó en un primer momento que la víctima pudo
participar en una pelea al encontrarse ribera arriba pisadas de al menos tres
personas, resbalones en el barro, colillas, un abrigo y sangre de la víctima.
Un
confidente de la policía alertó a esta de que el joven había cambiado de amigos
y que frecuentaba un bar en compañía de una mujer morena, menuda y de cara
redonda. También se supo que la víctima le regaló a esta chica un machete
comprado en una desaparecida armería en la calle Bernabé Soriano.
La
hipótesis que sostuvo los investigadores decía que el estudiante mantenía una
relación sentimental con una mujer que pudo costarle la vida. Debido a la falta
de pruebas, el crimen prescribió en diciembre de 2003 sin conocerse quién era
la pareja de la víctima y por qué desapareció esta sin dejar rastro.
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