La
calle Roldán y Marín es un pequeño vial que unía antiguamente la desaparecida
Plaza del Mercado con las afueras de Jaén porque al final de esta se encontraba
el antiguo cuartel de la Policía y una puerta que unía la ciudad con la
estación de ferrocarril. Esta manzana se construyó cuando se edifica el Paseo
de la Estación, justo cuando se derriba una tapia que cercaba el antiguo
matadero de la ciudad, hoy calle Madre Soledad Torres Acosta. Cuando se produce
este hecho, había que enlazar la Plaza del Mercado con el bulevar recién
diseñado del Paseo de la Estación, por lo que se construye esta calle con el
nombre de calle del Progreso, porque se pensaba que por esta zona de la ciudad
llegaba el progreso a Jaén.
A
lo largo de la historia este espacio ha tenido una serie de edificios
importantes como el de Galerías Preciados, un centro comercial que tuvo que
desaparecer en los años 80 cuando se hizo la famosa expropiación forzosa que
realizó el gobierno español a el holding Rumasa. También justo enfrente a este
edificio se encontraba la oficina central del Banco Español de Crédito,
conocido popularmente como Banesto. Esta sede bancaria comenzó a construirse en
1948 diseñado por el arquitecto Juan Barroso, quien lo proyectaría cuatro años
antes.
El
edificio presenta dos cuerpos laterales adelantados y rematados con balaustrada
y pináculos. La fachada, precedida por una escalinata, presenta una portada con
pilastras planas y un amplio dintel que soporta el balcón central, surgiendo, a
ambos lados, varios ventanales con rejería enrasada. En la cornisa, a eje con
la puerta, se establece un frontón partido sostenido sobre falsas pilastras.
Esta, a su vez, se encuentra decorada por pináculos y centrada por un sobrio
frontón que serviría para poder colocar un reloj. Así mismo, el edificio se
encuentra rodeado por pequeños jardines y una verja modernista, muy parecido al
antiguo chalet que se encontraba en ese mismo solar conocido como Chalet de Don
Fidel, un desaparecido hogar muy característico del Jaén modernista y que se
mantendrían muchas de sus características compositivas en edificaciones
posteriores.
En
definitiva, Roldán y Marín ha sido siempre una calle agradable de transitar por
el lugar estratégico en el que se encuentra. Un espacio en el que comercio y
peatones siempre han ido de la mano por las aceras anchas y por el grato paseo
que se puede dar por la misma.
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