viernes, 15 de mayo de 2020

Personajes ilustres de nuestra tierra: Teresa de Torres


Para muchos Teresa de Torres puede ser una gran desconocida, pero este personaje femenino fue una de las grandes heroínas de nuestra historia. Nació en la capital del Santo Reino a mediados del siglo XV dentro de una de las familias más notorias de la Jaén medieval. En su juventud se le buscó un candidato perfecto para contraer matrimonio. La persona elegida fue el famoso Don Miguel Lucas de Iranzo, Condestable de Castilla y amigo muy íntimo del rey de Castilla Enrique IV.

Poco antes a la celebración de su boda, nuestra protagonista adoptaría el título de Condesa de Castilla gracias a la legitimación que hubo con la adopción del apellido de Torres, que daba nombre al mayorazgo que heredaba, tomando posesión de la mayor fortuna de la ciudad al ser hija legítima del mismo. Gracias a esta acción entre sus vecinos era conocida como La Condesa.

Al contraer matrimonio con el Condestable, Teresa de Torres se mudó a un palacio que construyeron en el espacio ocupado entre la calle Maestra, Plaza de la Audiencia y calle Colón, calle Cerón y calle Bernardo López. Cuando la vida del condestable corría peligro, se mudaban temporalmente al alcázar nuevo del Castillo de Santa Catalina, y no regresaban de nuevo al centro de la ciudad hasta que dichas amenazas se disipaban.

Se comenta que, residiendo temporalmente en el castillo, don Miguel Lucas de Iranzo realizaba su vida en la Torre del Homenaje y su esposa vivía en la Torre de las Damas por culpa de diferencias matrimoniales difíciles de solucionar, quizás estas derivadas por la presunta ambigüedad sexual del esposo.

En 1473 tuvo que soportar el asesinato de su marido en la capilla mayor de la Catedral primitiva de Jaén. Teresa de Torres subió al castillo definitivamente para empoderarse. Desde allí gestionó la ciudad durante más de 25 años, gracias al mantenimiento de toda una red familiar y clientelar que arrastraba desde su niñez. Mantuvo una política de corte, de cámara, privada… Fue una mujer indispensable en el gobierno de Jaén y su autorización y conformidad eran necesarias para cualquier asunto que llegara al consejo municipal.

A nuestra protagonista le debemos la estancia temporal en nuestra ciudad de Isabel de Castilla, junto con Fernando de Aragón, durante la lucha con los árabes para conquistar Granada. En esos seis meses, su estancia tuvo lugar en un antiguo palacio, ya desaparecido, de la calle Cerón esquina con la calle Campanas.

Al final de sus días decidió dejar la gobernación municipal para trasladarse a Granada y convertirse en Abadesa del Real Monasterio de Santa Isabel.

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