El 1 de noviembre de 1755, entre las 9:30 y 9:40 de la mañana, las costas portuguesas sufrieron un terremoto de escala 8,4 que se hizo notar hasta en la capital del Santo Reino. Los cimientos de la catedral pudieron quedar seriamente dañados, lo que provocó que el Obispo Fray Benito Marín encargara la realización de la obra del Sagrario de la ciudad al prestigioso arquitecto Ventura Rodríguez, que envió los primeros dibujos en 1761 y colocó la primera piedra tres años más tarde.
En el exterior, la portada, de
estilo corintio, contiene dos grandes columnas en el que los capiteles sostienen
el entablamento sobre el que está el ático. En este conjunto, se pueden ver las
esculturas de San Miguel venciendo al demonio, San Pedro y San Pablo, cuya
autoría se atribuye al escultor Miguel Verdiguier. En la fachada oriental, se
representan las imágenes de Melquisedec, Sansón, Isaac y David, mientras que en
el lado norte se encuentran reproducidos las alegorías de la Caridad, la
Gracia, la Inocencia y la Sabiduría.
El interior está dividido en tres
partes; la sacristía, donde se guardaba la Santa Forma, la iglesia y el
pórtico. El Sagrario, propiamente dicho, es de planta elíptica, rodeada por 16
columnas de estilo corintio, y cubierta con una cúpula, también elíptica, por
donde entra la luz a través de ventanas elipsoidales junto con unos arcos de medio
punto. Contiene 288 casetones hexagonales y se encuentra rematada con una
linterna.
El coro está decorado con una media
naranja sobre pechinas que, a su vez, está dividida por radios con alegorías
musicales acompañados de diversos instrumentos. Entre los intercolumnios, sin embargo,
existen varios balcones terminados en arco y techo abovedado, todo ello cerrado
con una balaustrada de mármol.
En el altar mayor, podemos ver una
pintura que representa la Asunción de la Virgen realizada por el artista
Mariano Salvador Maella. En los altares laterales, se encuentran la Agonía del Señor,
es decir, el Calvario, y el Martirio de San Pedro Pascual, realizadas por
Zacarías González de Velázquez.
Bajo el complejo se encuentra una
cripta iluminada a través de un arco de medio punto. Fue acondicionada en 1940
para acoger los restos de los muertos en la Guerra Civil. En su interior se
encuentra colocado un óleo, del pintor Rafael Hidalgo de Caviedes, y una talla
del Cristo Expirante realizada por Jacinto Higueras. En las paredes existen
ocho losas de mármol con los nombres de 328 combatientes, afines al bando
franquista, asesinados durante el conflicto bélico.
Si bien el diseño de la fábrica la
realizó el arquitecto madrileño Ventura Rodríguez, la construcción la dirigió
su sobrino Manuel Martín Rodríguez. El templo fue inaugurado en 1801,
consagrándose el mismo un 22 de marzo de ese mismo año.
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