La
Magdalena ha sido el germen de la ciudad que tenemos hoy en día. Se dice que su
raudal fue edificado en época romana porque era el único punto del cerro de
Santa Catalina por donde se expulsaba agua. Hoy en día el enclave urbano es una
zona con grandes carencias y demasiadas descompensaciones. En el siglo XIX
amplió fronteras con la anexión de la parroquia de San Miguel, quedando el
barrio a su extensión actual.
La
Plaza de la Magdalena es el verdadero corazón del barrio con la Iglesia
Parroquial de Santa María Magdalena presidiendo el lugar. Anteriormente, esta
fábrica religiosa fue una mezquita musulmana distribuida en cuatro naves, patio
porticado con estanque y una torre morisca. En el siglo XVI quedó su estructura
como templo de arquitectura gótica rectangular con naves separadas con
pilastras que soportan arcos apuntados y sus bóvedas.
El
antiguo alminar de la desaparecida mezquita fue convertido en torre con planta
octogonal rematado con cerámica vidriada allá por el año 1555. En esta
intervino el prestigioso arquitecto Andrés de Vandelvira. Su última
remodelación fue entre 1966 y 1983, manteniendo su aspecto actual.
Frente
al templo se encuentra la Fuente de la Magdalena, espacio famoso por una
leyenda simbólica de la ciudad de Jaén, la del Lagarto de la Magdalena, de la
Malena o de Jaén, como se prefiera nombrar. A mediados del siglo XX el entorno
sufrió una fuerte mejora que provocó la destrucción de diversas casas
solariegas, como la famosa Casa de los Rincones, de época medieval.
La
calle Alta y Baja de la Magdalena cumplía la función de calles maestras del
barrio, porque para ir a cualquier punto del mismo había que atravesar alguna
de estas dos calles. Ambas vías concluían en las murallas de la ciudad, más
concretamente en la desaparecida Puerta de Martos. De éstas, la calle Alta de
la Magdalena vio como, en su margen izquierdo, se encontraba la ermita de San
Sebastián, posteriormente Humilladero de Nuestra Señora de Consolación.
La
calle de la Almona, hoy conocida como de Santa Úrsula, debía su nombre a una
almona u obrador donde se elaboraba jabón. Esta vía conectaba la Plaza de la
Magdalena con el campillejo del Poyato y la Puerta del Aceituno.
Desgraciadamente, en el siglo XX, con las ampliaciones del antiguo Hospital de
San Juan de Dios, la dejaron totalmente desfigurada. Al principio de la calle,
junto a la Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena, se edificó un edificio
para que en él se le pudiera dar cobijo a las mujeres de mala vida que residían
en la capital. Posteriormente, en el siglo XVI, la casa se transformó en el Convento
de Santa Úrsula, un complejo, hoy en día cerrado, cuya imagen más venerada es
la de Santa Rita de Cassia.
En
la desaparecida calle de Atienza, hoy en día un tramo de la actual calle del
Molino de la Condesa Teresa de Torres, se instalaron unos molinos harineros que
se servían del Raudal de la Magdalena. En el siglo XV, Teresa de Torres, esposa
del Condestable Iranzo y Condesa de Villadompardo, los compró, de ahí el nombre
de la calle.
El
diseño de la actual vía se debe a una reordenación de mediados del siglo XX en
el que se sanearon callejones, se demolieron casas y se reordenó
urbanísticamente la zona con el único fin de crear una calle con la suficiente
amplitud como para dar salida al tráfico rodado del barrio hacia las nuevas
zonas de expansión de la ciudad.
La
calle Vacas de la Magdalena puede ser la via que reine la parte alta del
barrio. Junto a ella existen multitud de calles empinadas denominadas de
Bovadilla. Empedrada de la Magdalena fue la primera calle que pavimentó su
suelo con un empedrado original. Al principio de la misma se encuentra un
monumento dedicado al famoso lagarto de Jaén, del que se dice que pudo existir
una cueva donde se refugiaba el animal.
En la calle Horno de los Mírez se edificó la denominada la Casa de los Priores, residencia de los priores y párrocos de la parroquia de la Magdalena. Muy cerca de ella se encuentra la calle del Hospital de Santa María Magdalena, más conocida como del Hospitalico, por el edificio sanitario que atendía a enfermos y desvalidos del barrio. Con la desamortización de Mendizábal la casa pasó a formar parte de las administraciones públicas, y con este hecho el espacio se transformó en hospitalico o casa de acogida para ancianas sin familia o, posteriormente, en unas escuelas públicas hasta que el mismo fue destruido.
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