viernes, 23 de julio de 2021

Barrios de Jaén: La Magdalena

La Magdalena ha sido el germen de la ciudad que tenemos hoy en día. Se dice que su raudal fue edificado en época romana porque era el único punto del cerro de Santa Catalina por donde se expulsaba agua. Hoy en día el enclave urbano es una zona con grandes carencias y demasiadas descompensaciones. En el siglo XIX amplió fronteras con la anexión de la parroquia de San Miguel, quedando el barrio a su extensión actual.


La Plaza de la Magdalena es el verdadero corazón del barrio con la Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena presidiendo el lugar. Anteriormente, esta fábrica religiosa fue una mezquita musulmana distribuida en cuatro naves, patio porticado con estanque y una torre morisca. En el siglo XVI quedó su estructura como templo de arquitectura gótica rectangular con naves separadas con pilastras que soportan arcos apuntados y sus bóvedas.

El antiguo alminar de la desaparecida mezquita fue convertido en torre con planta octogonal rematado con cerámica vidriada allá por el año 1555. En esta intervino el prestigioso arquitecto Andrés de Vandelvira. Su última remodelación fue entre 1966 y 1983, manteniendo su aspecto actual.

Frente al templo se encuentra la Fuente de la Magdalena, espacio famoso por una leyenda simbólica de la ciudad de Jaén, la del Lagarto de la Magdalena, de la Malena o de Jaén, como se prefiera nombrar. A mediados del siglo XX el entorno sufrió una fuerte mejora que provocó la destrucción de diversas casas solariegas, como la famosa Casa de los Rincones, de época medieval.

La calle Alta y Baja de la Magdalena cumplía la función de calles maestras del barrio, porque para ir a cualquier punto del mismo había que atravesar alguna de estas dos calles. Ambas vías concluían en las murallas de la ciudad, más concretamente en la desaparecida Puerta de Martos. De éstas, la calle Alta de la Magdalena vio como, en su margen izquierdo, se encontraba la ermita de San Sebastián, posteriormente Humilladero de Nuestra Señora de Consolación.

La calle de la Almona, hoy conocida como de Santa Úrsula, debía su nombre a una almona u obrador donde se elaboraba jabón. Esta vía conectaba la Plaza de la Magdalena con el campillejo del Poyato y la Puerta del Aceituno. Desgraciadamente, en el siglo XX, con las ampliaciones del antiguo Hospital de San Juan de Dios, la dejaron totalmente desfigurada. Al principio de la calle, junto a la Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena, se edificó un edificio para que en él se le pudiera dar cobijo a las mujeres de mala vida que residían en la capital. Posteriormente, en el siglo XVI, la casa se transformó en el Convento de Santa Úrsula, un complejo, hoy en día cerrado, cuya imagen más venerada es la de Santa Rita de Cassia.

En la desaparecida calle de Atienza, hoy en día un tramo de la actual calle del Molino de la Condesa Teresa de Torres, se instalaron unos molinos harineros que se servían del Raudal de la Magdalena. En el siglo XV, Teresa de Torres, esposa del Condestable Iranzo y Condesa de Villadompardo, los compró, de ahí el nombre de la calle.

El diseño de la actual vía se debe a una reordenación de mediados del siglo XX en el que se sanearon callejones, se demolieron casas y se reordenó urbanísticamente la zona con el único fin de crear una calle con la suficiente amplitud como para dar salida al tráfico rodado del barrio hacia las nuevas zonas de expansión de la ciudad.

La calle Vacas de la Magdalena puede ser la via que reine la parte alta del barrio. Junto a ella existen multitud de calles empinadas denominadas de Bovadilla. Empedrada de la Magdalena fue la primera calle que pavimentó su suelo con un empedrado original. Al principio de la misma se encuentra un monumento dedicado al famoso lagarto de Jaén, del que se dice que pudo existir una cueva donde se refugiaba el animal.


En la calle Horno de los Mírez se edificó la denominada la Casa de los Priores, residencia de los priores y párrocos de la parroquia de la Magdalena. Muy cerca de ella se encuentra la calle del Hospital de Santa María Magdalena, más conocida como del Hospitalico, por el edificio sanitario que atendía a enfermos y desvalidos del barrio. Con la desamortización de Mendizábal la casa pasó a formar parte de las administraciones públicas, y con este hecho el espacio se transformó en hospitalico o casa de acogida para ancianas sin familia o, posteriormente, en unas escuelas públicas hasta que el mismo fue destruido.

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