La
Alhóndiga fue un local público destinado al almacenamiento y compra-venta de
trigo, granos y mercancías similares. En Jaén existió la Alhóndiga Zaida, en
las proximidades de las casas del Cabildo. Esta estuvo abierta en los primeros
años del siglo XVI. Dos siglos más tarde hubo otra junto a las Carnicerías de
la Plaza de San Francisco e incluso se usó el edificio de la Casa de Comedias
para esta misma función.
En
el siglo XIX el Ayuntamiento quiso potenciar la institución dotándola de un
edificio digno y adecuado a sus fines específicos. Este se levantó en la Plaza
del Mercado, formando esquina con la subida a La Carrera. Para ello se demolió
la cuadra y un picadero del vecino Cuartel de San Rafael. Las dependencias se
distribuían en dos plantas, en la planta baja se permitía el tránsito de carros
y caballerías y sobre ella se alzaba la planta de oficinas.
La
entrada principal quedaba enmarcada con airosas columnas que soportaban un
dintel. Los huecos se coronaban en la planta baja con rejones semicirculares,
mientras las dependencias altas recibían luz desde amplios ventanales. En una
de las esquinas de la zona baja la fachada conservaba la antigua cantería del
cuartel.
En
1845 empezó a prestar sus servicios. Por aquel entonces el tráfico de granos se
había devaluado y los labradores y ganaderos habían evolucionado a mejor sus
usos comerciales. El edificio cayó en desuso a finales del siglo XIX. Con
frecuencia el Ayuntamiento aprovechó el local para alojamiento de tropas,
almacén de enseres y utillaje, sede de bomberos, músicos, guardias municipales…
En 1894 la Hacienda Pública sacó el edificio a subasta después de un embargo. A comienzos del siglo XX la Alhóndiga se demolió y sobre su solar se alzó el desaparecido también Teatro Cervantes.
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