viernes, 11 de junio de 2021

De leyenda: Albañil Emparedador

A principios del siglo XX, unos jornaleros buscaban trabajo en la Plaza de San Francisco. Allí pasaban todo el día sin mucho éxito. Cuando empezó a caer la tarde, la plaza comenzó a quedarse solitaria. Uno de ellos se marchó dirección la calle de los Álamos, con cara de resignación, al no haber conseguido su objetivo.


En sentido contrario, por dicha travesía, caminaba una persona misteriosa que paró al albañil para ofrecerle una suma importante de dinero si a cambio hacía un trabajo especial en ese momento. El jornalero aceptó y el contratador le vendó los ojos y lo tuvo dando vueltas por la ciudad hasta parar en un punto desconocido.

Se llamó a una puerta de un edificio y ésta se abrió sigilosamente. Entraron al interior de ese hogar y llevaron al trabajador hacia una dependencia. Le quitaron el vendaje y allí escuchó las instrucciones necesarias para realizar su trabajo, tapiar un hueco en la pared.

Este se puso a trabajar de inmediato pero, de repente, cuando colocó el primer ladrillo, descubrió que en ese hueco se encontraba el cuerpo sin vida de un cadáver del que nunca se supo el sexo de esa persona. La necesidad hizo que realizara ese trabajo, ya que el dinero lo necesitaba urgentemente.

Desde esa misma noche, y durante un buen tiempo, el albañil no dejó de pensar en el cadáver que había sido tapiado. Tuvo tal remordimiento este humilde trabajador que una mañana cualquiera, este fue encontrado junto a su esposa colgados sin vida en el comedor, con la lengua fuera y los ojos desencajados.


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