En
la parte final de la calle de Santa Clara se encontraba la Casa de la Munición.
Su nombre pudo ser debido a que en ese lugar se pudo almacenar pertrechos
militares, munición de boca y armamento bélico durante la invasión napoleónica,
entre 1810 y 1812, o que entre 1600 y 1634 se encontró en ese punto de la
ciudad el Concejo Municipal.
La
portada se cubría con un trabajado y bello friso y sobre ella existía una hermosa
reja de forja. A la derecha se encontraban las armas episcopales de don
Bartolomé de San Martín y Uribe y, en el lado opuesto, los blasones de los Salazar-Coello.
En
1752 la casa perteneció a don Bartolomé de San Marín y Uribe. Esta se componía
de cuatro cuerpos y en ella existió un zaguán, varias cuadras y un corral
pequeño, además de tres salas bajas y dos dormitorios.
En
el exterior existió un huerto con naranjos y algunos limoneros con espaldares. En
el centro del patio se construyó una fuente y, entre otras dependencias, también
se construyeron un corredor, varias cocinas, tres dormitorios, un pajar, dos
graneros y dos cuartos fruteros.
Anexo
al edificio construyeron una casa accesoria a la que se entraba por la calle
del Ataúd. Tal familia se pudo permitir el lujo de contratar entre su servicio
a tres criadas, un mayordomo, un lacayo y dieciséis mozos.
En el siglo XIX el hogar cayó en decadencia y sus dueños la convirtieron en un corral de vecinos. En los ochenta del siglo pasado el edificio fue destruido, aprovechando su solar para construir pisos de renta limitada. Sólo se mantuvo en pie su humilde portada.
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