En
la parte central de lo que actualmente se conoce como Centro de Interpretación
del Castillo de Santa Catalina, o lo que se conocía durante época cristiana
como Alcázar Nuevo, se realizaron una serie de intervenciones arqueológicas en
el año 2000 cuyo resultado fue la localización de restos arqueológicos de un antiguo
palacio árabe que pudo estar en funcionamiento desde el siglo XII hasta la
llegada de don Miguel Lucas de Iranzo allá por el siglo XV.
El
motivo de la construcción de este edificio pudo ser la cercanía de las tropas
cristianas a la ciudad de Jaén en plena reconquista, lo que provocó que la realeza
árabe de la época abandonara la alcazaba situada donde hoy se encuentra los
restos de muralla para subir a la cumbre del cerro, por medidas de seguridad.
Dicho
palacio fue organizado en tres zonas diferenciadas estructural y
altimétricamente. La zona más importante fue la conocida como Área Residencial.
Esta ocuparía el espacio central y fue construido con sólidos muros de base de
mampostería y alzado en tapial de argamasa, siendo esta de planta rectangular.
En esta zona, lo primero que se encontraba era un espacio de tránsito a la que
se accedería a través de una puerta de codo. Esta puerta comunicaba con un
patio de planta cuadrada en cuyo interior se encontraba un pequeño aljibe rectangular
con bóveda de cañón.
Tras
el patio se accedía a otro espacio que pudo ser utilizado como un área abierta
o como una extensa habitación cubierta. Subiendo unas escaleras se accedía a
una habitación que pudo ser eliminada para convertirla en zona de paso de otras
dependencias o utilizarla como una de las alcobas más cercanas al salón
principal.
A
continuación se encontraba un pasillo que conectaba con la zona más importante
del palacio, un patio rectangular rodeado con diferentes dependencias, entre
ellas el salón principal, mediante una puerta de doble arcada decorada con atauriques.
La calidad del terreno provocó la construcción de espacios subterráneos que pudieron
ser utilizados como bodegas de palacio ya que los profundos escarpes existentes
entre la muralla del Alcázar y los afloramientos rocosos así lo posibilitaron.
La
zona Sur estaba ocupada por un amplio espacio, sin apenas edificaciones, tan
sólo un pequeño aljibe, al que se accedía a través de una puerta situada en la
zona de tránsito del palacio. Este era el único punto desde donde se podía
acceder a las dependencias del servicio, que se situaban anexas al palacio. Esta
área estaba formada, por un lado, por tres habitaciones rectangulares, con
dimensiones parecidas a las bodegas subterráneas, y por otro, por dependencias
con plantas irregulares y de grandes dimensiones construidas con muros de
tapial de tierra sobre basamento de mampostería identificadas con los espacios
donde el personal de servicio desarrollarían las labores domésticas.
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