viernes, 4 de septiembre de 2020

El desaparecido palacio islámico del Castillo de Santa Catalina

En la parte central de lo que actualmente se conoce como Centro de Interpretación del Castillo de Santa Catalina, o lo que se conocía durante época cristiana como Alcázar Nuevo, se realizaron una serie de intervenciones arqueológicas en el año 2000 cuyo resultado fue la localización de restos arqueológicos de un antiguo palacio árabe que pudo estar en funcionamiento desde el siglo XII hasta la llegada de don Miguel Lucas de Iranzo allá por el siglo XV.

El motivo de la construcción de este edificio pudo ser la cercanía de las tropas cristianas a la ciudad de Jaén en plena reconquista, lo que provocó que la realeza árabe de la época abandonara la alcazaba situada donde hoy se encuentra los restos de muralla para subir a la cumbre del cerro, por medidas de seguridad.


Dicho palacio fue organizado en tres zonas diferenciadas estructural y altimétricamente. La zona más importante fue la conocida como Área Residencial. Esta ocuparía el espacio central y fue construido con sólidos muros de base de mampostería y alzado en tapial de argamasa, siendo esta de planta rectangular. En esta zona, lo primero que se encontraba era un espacio de tránsito a la que se accedería a través de una puerta de codo. Esta puerta comunicaba con un patio de planta cuadrada en cuyo interior se encontraba un pequeño aljibe rectangular con bóveda de cañón.

Tras el patio se accedía a otro espacio que pudo ser utilizado como un área abierta o como una extensa habitación cubierta. Subiendo unas escaleras se accedía a una habitación que pudo ser eliminada para convertirla en zona de paso de otras dependencias o utilizarla como una de las alcobas más cercanas al salón principal.


A continuación se encontraba un pasillo que conectaba con la zona más importante del palacio, un patio rectangular rodeado con diferentes dependencias, entre ellas el salón principal, mediante una puerta de doble arcada decorada con atauriques. La calidad del terreno provocó la construcción de espacios subterráneos que pudieron ser utilizados como bodegas de palacio ya que los profundos escarpes existentes entre la muralla del Alcázar y los afloramientos rocosos así lo posibilitaron.

La zona Sur estaba ocupada por un amplio espacio, sin apenas edificaciones, tan sólo un pequeño aljibe, al que se accedía a través de una puerta situada en la zona de tránsito del palacio. Este era el único punto desde donde se podía acceder a las dependencias del servicio, que se situaban anexas al palacio. Esta área estaba formada, por un lado, por tres habitaciones rectangulares, con dimensiones parecidas a las bodegas subterráneas, y por otro, por dependencias con plantas irregulares y de grandes dimensiones construidas con muros de tapial de tierra sobre basamento de mampostería identificadas con los espacios donde el personal de servicio desarrollarían las labores domésticas.


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