viernes, 11 de septiembre de 2020

El Alcázar Viejo del Castillo de Santa Catalina

La invasión musulmana trajo consigo la construcción de un recinto amurallado en la cumbre del cerro de Santa Catalina que, a su vez, estaba dividido en dos partes. Por un lado se encontraba la fortaleza Abrehuy, que lindaba entre los actuales merenderos del cerro y la piscina del Parador Nacional de Turismo. El resto, ocupaba el espacio comprendido entre dicha piscina y la Torre de la Vela del recinto. Este espacio se le conocería con el nombre de Alcázar Viejo. En época cristiana, con la construcción del Alcázar Nuevo, el Alcázar Viejo quedó delimitado en lo que hoy se conoce como Parador Nacional de Turismo.

Salvo por un aljibe, a lo largo de ocho siglos, el espacio carecía de comparticiones y dependencias, lo que hace pensar que su uso pudo ser de refugio y de última defensa. En algunos de sus tramos, las murallas utilizaron como basamento restos de una posible estructura iberorromana construida con anterioridad. Estas eran amplias y gruesas y contaba con torres de flanqueo, la mayoría de ellas hacia el norte. La mayoría de estas torres eran cubos macizos huecos, lo que hace pensar que el interior de las mismas pudieron ser utilizadas como almacén.


Existían varias puertas de acceso en todo el recinto. La primera se situaba en el lienzo sur, la segunda comunicaba el Alcázar Viejo con el Castillo Abrehuy, facilitando la construcción de espacios residenciales con varias plantas, aljibes y almacenes gracias a la dificultad del terreno. Este modelo de construcción se debe a otras fortificaciones realizadas en Al-Ándalus entre los siglos XI y XII, haciendo distinción entre un primer recinto, edificado a un nivel inferior, y el resto de la fortaleza, con el objetivo de crear un espacio defensivo que sirviera de obstáculo para no poder alcanzar el centro del recinto.

Durante esa época se edificaron espacios áulicos, dentro del recinto, aprovechando los espacios existentes entre la muralla defensiva y los afloramientos rocosos del cerro. Las murallas del extremo este se convirtieron en los límites externos de la fortificación. Por desgracia, se conservan muy pocos elementos del mismo, estando configuradas por lienzos de tapial de argamasa sobre basamento de mampostería ajustado al relieve, haciendo imposible la construcción, en esa parte, de torres de flanqueo.


El aislamiento se realizó a través de un espolón rocoso, quedando entre éste y la muralla un espacio conocido como zona de tránsito, y que conducía a la puerta de acceso al interior del palacio islámico y al pasillo de acceso a las dependencias del servicio.

En la segunda mitad del siglo XIII, con la conquista cristiana, se edificaron en el interior dependencias tales como la capilla del Salvador y algunas cisternas, manteniéndose durante siglos estructuras defensivas islámicas, muchas de ellas revestidas con forros de mampostería. La primera fortificación islámica se mantuvo en pie, sin que apenas se realizaran transformaciones, hasta el siglo XIX, donde los franceses realizan cambios significativos en su estructura. Por desgracia, allá por 1965, la mayor parte de las dependencias fueron destruidas por las obras del Parador Nacional de Turismo.

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