viernes, 10 de julio de 2020

Callejero de Jaén: Carrera de Jesús


Se considera a Carrera de Jesús como la manifestación perfecta de ese momento en el que la capital del Santo Reino deja de ser medieval y comienza a expandirse por la zona anteriormente denominada como el Arrabal de las Monjas. En ella se levanta las casas de las grandes familias nobles y conventos como el de San José de los Carmelitas Descalzos y el Monasterio de Santa Teresa de las Madres Carmelitas Descalzas, dando un carácter tan especial que, unido a la proximidad con la Catedral, la convierte durante muchísimos años en una de las vías más singulares de la ciudad.

Esta calle lindaba con la antigua muralla de la ciudad, y en otras ocasiones fue nombrada como Camino de Ronda o Juego de la Pelota. Del Convento de San José aún queda su famoso Camarín, sede titular de una de las imágenes más queridas de nuestra ciudad, Nuestro Padre Jesús Nazareno. Tras la desamortización de Mendizabal, el espacio pasó a manos del Conde de Humanes, convirtiéndolo en palacio durante muchos años. 

El Convento de las Carmelitas Descalzas fue fundado en 1615 por Don Francisco Palomino Ulloa y su mujer, Doña Juana de Quesada, dando para ello la casa propiedad de Don Alonso de Guzmán y la suya propia. En un principio se utilizó una de las dependencias como capilla que fue convertida más tarde en Sacristía al construirse el templo actual. La primera piedra de la iglesia la colocó Eufrasio de Rojas en 1673, personaje al que también se le atribuye la donación de los dos altares laterales de la iglesia, una Virgen del Carmen y un San José, además de costear cuadros del pintor jaenero Sebastián Martínez y Ambrosio de Valois, y de donar su hacienda, a título póstumo, para que la orden sufragara con esta los gastos y ornamentos originados en el mantenimiento de la iglesia. En la actualidad, el convento se encuentra ocupado por una comunidad de clausura de las MM. Carmelitas Descalzas, del que goza de gran popularidad por su repostería.

Existió también un convento, bajo la advocación de Santa Ana, que desapareció tras las famosas riadas del Neveral del 27 de agosto de 1837. Ese día descarga una monumental tormenta de verano que, descendiendo por la cañada del Castillo, junto al almendral, provoca que el inmueble se demoliera por los daños que había sufrido por esa tormenta. En su lugar, en 1906, se inician las obras de construcción de aquella Escuela Cervantes que aun sobrevive en la actualidad como escuela infantil.

Frente al Convento de Santa Teresa se halla el Torreón de los Condes de Torralba, prácticamente los únicos restos que aún sobreviven a aquel palacio que se construyó alrededor de dicho punto. El Conde de Torralba era dueño de buena parte de las casas que rodeaban el campillejo o plazuela aledaña, y que incluía las actuales calles de las Novias y calle del Conde. La portada aún se conserva en la casa de la calle de los Dolores número 4, y gran parte de su palacio es hoy en día un colegio público municipal llamado Santo Tomás.

Del Palacio de los Condes de Corbull tan solo queda la parte exterior del mismo, ya que el interior fue demolido para construir en el mismo una residencia de mayores, siendo anteriormente sede del periódico provincial Diario Jaén durante muchísimos años. Fue mansión de la familia Contreras, que, por los méritos contraídos por la Corona, le fueron concedidos dicho título a Doña Isabel Josefa de Contreras Pérez de Herrasti y a Don Antonio de Sanmartín Contreras.

Por último, entre el Convento de Santa Teresa y el Palacio de los Condes de Corbull, aún se encuentran los restos del antiguo Palacio de los Villalvos Nicuesa, o Conde Duque, o del Marqués de Acapulco. Esta vivienda, de estilo renacentista, fue propiedad y última residencia de los Vizcondes de Los Villares de Jaén. En época islámica medieval esta zona estaba dedicada a labores agrícolas, y hasta finales del siglo XV e inicios del XVI, esta lugar comienza a urbanizarse lentamente. Anterior a su práctica demolición, este edificio se convirtió en discoteca durante la segunda mitad del siglo XX, conocida como Conde-Duque.

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