viernes, 31 de julio de 2020

Aurgi, sociedad, economía y necrópolis


En la ciudad de Aurgi existía la figura de magistrados, más conocidos como duunviros. Estos ejercían de máxima autoridad respecto al resto de ciudadanos, y entre sus funciones destacaba la de administrar justicia, presidir las elecciones y sesiones del Consejo municipal, imponer multas, etc. Cuando faltaba uno de ellos se nombraba un prefecto, que era quien los sustituía.

Los ediles tenían a su cargo a la policía urbana, los abastecimientos y la ordenación de espectáculos, mientras que los cuestores eran los cobradores de contribuciones e impuestos y los administradores del dinero público.

Todos estos cargos se renovaban anualmente, al igual que los de escribanos, pregoneros o lictores, entre otros.

Los actos religiosos eran realizados por los pontífices, los flamines o los augures. Los seviros, en cambio, era la clase sacerdotal de inferior categoría con funciones civiles. Eran auxiliares de los primeros en los actos y los ediles en la organización de espectáculos. Los seviros pertenecían a clases sociales de inferior categoría que aprovechaban su cargo para escalar puestos en la sociedad aurigitana.

El Ordo Decurionum, compuesto por 100 decuriones, era el consejo municipal o el Senado local de la ciudad. Estos representantes de las tribus se reunían en la curia para manejar todas las decisiones importantes del municipio y tomar las decisiones correspondientes para el buen funcionamiento de Aurgi. Tan solo con el voto favorable o en contra de la mayoría de los decuriones presentes se aprobaban o denegaban las resoluciones. Los decuriones tenían como privilegios el aprovechamiento gratuito del servicio del agua, el eludimiento de sufrir penas infamantes y la reserva de asientos especiales en los espectáculos.

A los habitantes de nuestra ciudad se dividían en varios grupos. Los munícipes eran los vecinos del municipio. Los adlecti eran los adoptados como los hijos de la ciudad. Los incolae eran los antiguos pobladores de una colonia de ciudadanos romanos. Los adventores eran los transeúntes y los hospites estaban ligados a la ciudad por algún vínculo de hospitalidad.

Todos aquellos ciudadanos que vivían en colonias y municipios de provincia eran adscritos a alguna de las tribus en que estaban repartidos los habitantes de Roma. Entre todos estos grupos de personas abundaban los esclavos y los libertos, y estos, junto a la clase humilde, formaron lo que se conocía como Collegia o asociaciones, que ayudaban a estrechar lazos de fraternidad entre gentes de la misma clase social. Entre ellos cooperaban para sufragar los gastos de dedicación y entrenamiento de los socios con carga a los fondos colegiales. Entre ellos se hacían llamar sodales.

En Aurgi se comenta que pudo haber edificios públicos tales como teatro, anfiteatro, circo y hasta termas, entre otros. Éste último servía como baños y como punto de reunión y recreo de toda la sociedad. Existían salas de reunión, bibliotecas, gimnasios, servicios de estadio y alojamiento de atletas, entre otros servicios.

La distribución de los baños se realizaba de la siguiente manera. La sala frigidarium contaba con una piscina de agua fría. La sala tepidarium era la sala que contaba con calefacción de aire caliente bajo el pavimento. La sala caldarium contaba con una piscina de agua caliente y la sala apodyterium servía para que los clientes se desnudaran. Además de todo lo anterior también se acondicionaron locales de vapor y masajes.

La economía aurgitana se basó en la agricultura, muy explotada en toda la campiña y los alrededores de la capital. La principal producción se basaba en el olivo, el trigo y la vid. Prueba de ello son las piezas dentadas de piedra para moler la aceituna expuestas en el Museo Provincial de Jaén. El aceite era transportado por casi todo el Imperio Romano desde los puertos de Corduba, Híspalis y Malaca a través de ánforas de gruesa cerámica.

La calidad del aceite la daba el suelo y el clima. Se plantaban los olivos muy alejados entre sí para permitir un aprovechamiento permanente del campo con el ovino y con la siembra de cereales entre los entreliños, con lo que se aprovechaba las rastrojeras para el ganado.

Los beneficiarios de las tierras durante la colonización optaron por el cultivo de menor gasto que les permitiera vivir en la ciudad la mayor parte del año, con el fin de sacar provecho de la red viaria y fluvial del entorno de nuestra ciudad.

Respecto al vino, conocido en época romana como bacca, las cepas no se apoyaban en palos, sino que estaban sueltas, mientras que los toneles estallaban por la fermentación del mosto. Las soledades de piedra como posibles piezas de las presas de aceite también podrían ser prensas de vino, ya que el procedimiento de prensado de éste es muy parecido al del aceite.

El único espacio funerario diseñado en nuestra ciudad fue en la actual zona de Puerta de Martos, Puerta del Aceituno y Residencial Las Almenas. Todo ello es sabido por algunas inscripciones funerarias encontradas en esa zona. También se han encontrado algunas inscripciones en el entorno de la Catedral renacentista diseñada por Andrés de Vandelvira y en la iglesia de La Magdalena.

En la calle San Clemente se han rescatado algunos restos de tumbas de tégulas que podrían corresponder a algún periodo comprendido entre los siglos II d.C. y V d.C. En la cripta de San Juan se detectó a finales del siglo pasado parte de un posible enterramiento.

En definitiva, se comenta que pudo existir un cinturón de necrópolis, mal conservado, que podría corresponder a un asentamiento más pequeño que el municipio romano, de época del Bajo Imperio y la época emiral, en la que destaca la necrópolis norte de Puerta de Martos.

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