En
la ciudad de Aurgi existía la figura de magistrados, más conocidos como
duunviros. Estos ejercían de máxima autoridad respecto al resto de ciudadanos,
y entre sus funciones destacaba la de administrar justicia, presidir las
elecciones y sesiones del Consejo municipal, imponer multas, etc. Cuando
faltaba uno de ellos se nombraba un prefecto, que era quien los sustituía.
Los
ediles tenían a su cargo a la policía urbana, los abastecimientos y la
ordenación de espectáculos, mientras que los cuestores eran los cobradores de
contribuciones e impuestos y los administradores del dinero público.
Todos
estos cargos se renovaban anualmente, al igual que los de escribanos,
pregoneros o lictores, entre otros.
Los
actos religiosos eran realizados por los pontífices, los flamines o los augures.
Los seviros, en cambio, era la clase sacerdotal de inferior categoría con
funciones civiles. Eran auxiliares de los primeros en los actos y los ediles en
la organización de espectáculos. Los seviros pertenecían a clases sociales de
inferior categoría que aprovechaban su cargo para escalar puestos en la
sociedad aurigitana.
El
Ordo Decurionum, compuesto por 100 decuriones, era el consejo municipal o el
Senado local de la ciudad. Estos representantes de las tribus se reunían en la
curia para manejar todas las decisiones importantes del municipio y tomar las
decisiones correspondientes para el buen funcionamiento de Aurgi. Tan solo con
el voto favorable o en contra de la mayoría de los decuriones presentes se
aprobaban o denegaban las resoluciones. Los decuriones tenían como privilegios
el aprovechamiento gratuito del servicio del agua, el eludimiento de sufrir
penas infamantes y la reserva de asientos especiales en los espectáculos.
A
los habitantes de nuestra ciudad se dividían en varios grupos. Los munícipes
eran los vecinos del municipio. Los adlecti eran los adoptados como los hijos
de la ciudad. Los incolae eran los antiguos pobladores de una colonia de
ciudadanos romanos. Los adventores eran los transeúntes y los hospites estaban
ligados a la ciudad por algún vínculo de hospitalidad.
Todos
aquellos ciudadanos que vivían en colonias y municipios de provincia eran
adscritos a alguna de las tribus en que estaban repartidos los habitantes de
Roma. Entre todos estos grupos de personas abundaban los esclavos y los
libertos, y estos, junto a la clase humilde, formaron lo que se conocía como
Collegia o asociaciones, que ayudaban a estrechar lazos de fraternidad entre
gentes de la misma clase social. Entre ellos cooperaban para sufragar los
gastos de dedicación y entrenamiento de los socios con carga a los fondos
colegiales. Entre ellos se hacían llamar sodales.
En
Aurgi se comenta que pudo haber edificios públicos tales como teatro,
anfiteatro, circo y hasta termas, entre otros. Éste último servía como baños y
como punto de reunión y recreo de toda la sociedad. Existían salas de reunión,
bibliotecas, gimnasios, servicios de estadio y alojamiento de atletas, entre
otros servicios.
La
distribución de los baños se realizaba de la siguiente manera. La sala frigidarium
contaba con una piscina de agua fría. La sala tepidarium era la sala que
contaba con calefacción de aire caliente bajo el pavimento. La sala caldarium
contaba con una piscina de agua caliente y la sala apodyterium servía para que
los clientes se desnudaran. Además de todo lo anterior también se
acondicionaron locales de vapor y masajes.
La
economía aurgitana se basó en la agricultura, muy explotada en toda la campiña
y los alrededores de la capital. La principal producción se basaba en el olivo,
el trigo y la vid. Prueba de ello son las piezas dentadas de piedra para moler
la aceituna expuestas en el Museo Provincial de Jaén. El aceite era
transportado por casi todo el Imperio Romano desde los puertos de Corduba,
Híspalis y Malaca a través de ánforas de gruesa cerámica.
La
calidad del aceite la daba el suelo y el clima. Se plantaban los olivos muy
alejados entre sí para permitir un aprovechamiento permanente del campo con el
ovino y con la siembra de cereales entre los entreliños, con lo que se
aprovechaba las rastrojeras para el ganado.
Los
beneficiarios de las tierras durante la colonización optaron por el cultivo de
menor gasto que les permitiera vivir en la ciudad la mayor parte del año, con
el fin de sacar provecho de la red viaria y fluvial del entorno de nuestra
ciudad.
Respecto
al vino, conocido en época romana como bacca, las cepas no se apoyaban en
palos, sino que estaban sueltas, mientras que los toneles estallaban por la
fermentación del mosto. Las soledades de piedra como posibles piezas de las
presas de aceite también podrían ser prensas de vino, ya que el procedimiento
de prensado de éste es muy parecido al del aceite.
El
único espacio funerario diseñado en nuestra ciudad fue en la actual zona de
Puerta de Martos, Puerta del Aceituno y Residencial Las Almenas. Todo ello es
sabido por algunas inscripciones funerarias encontradas en esa zona. También se
han encontrado algunas inscripciones en el entorno de la Catedral renacentista
diseñada por Andrés de Vandelvira y en la iglesia de La Magdalena.
En
la calle San Clemente se han rescatado algunos restos de tumbas de tégulas que
podrían corresponder a algún periodo comprendido entre los siglos II d.C. y V
d.C. En la cripta de San Juan se detectó a finales del siglo pasado parte de un
posible enterramiento.
En
definitiva, se comenta que pudo existir un cinturón de necrópolis, mal
conservado, que podría corresponder a un asentamiento más pequeño que el
municipio romano, de época del Bajo Imperio y la época emiral, en la que
destaca la necrópolis norte de Puerta de Martos.