Se
conoce como Guerra de la Independencia Española al conflicto bélico desarrollado
entre 1808 y 1814 dentro del contexto de las guerras napoleónicas que enfrentó
a las potencias aliadas de España, Reino Unido y Portugal contra el Primer
Imperio Francés, cuya pretensión era la de instalar en el trono español a José
Bonaparte, más conocido como Pepe Botella, hermano de Napoleón, tras las
abdicaciones de Bayona.
En
1808 Jaén vivía tiempos convulsos, con un cabildo dividido y un pueblo agitado
por el rumor de un levantamiento contra los franceses en Córdoba. La situación
era tal que un comerciante francés, Gracian Berges, que no se había metido con
nadie, vio cómo la puerta de su local fue golpeada por el pueblo.
En
junio, la administración pública local creó la Junta Superior de Jaén para
defenderse de los ataques del enemigo. Días más tarde, los soldados franceses
enviados por el general Dupont desde Andújar tras la retirada de Córdoba,
entraron en Jaén capitaneados por el general Pierre Baste, abriendo fuego y
matando a niños y viejos, saqueando iglesias, salvo la de San Ildefonso y la
Catedral, profanando esculturas religiosas, etc.
De
todo ello lo más conocido fue el asesinato de varios religiosos en el antiguo
convento de Santo Domingo y un sacerdote en el antiguo convento de San Agustín
mientras este se encontraba postrado en su cama gravemente enfermo. Por culpa
del ataque francés desapareció este último convento, situado en la plaza del
mismo nombre, a la altura de los jardinillos, del que tan sólo quedaron las
paredes.
Tras
dos días de continuos enfrentamientos, los franceses se marcharon para regresar
nada más comenzar el mes de julio. Entre las partidas de paisanos creados por
la Junta Superior se encontraba Pedro del Alcalde, guerrillero natural del
vecino pueblo de Arjona que fue asesinado en el centro de la capital en junio
de 1811.
La
ciudad estaba defendida por Narciso Muñiz, coronel de los reales ejércitos y
tesorero del Reino de Jaén con 200 paisanos bajo su mando que acudieron de toda
la provincia. También destaca un batallón, liderado por el capitán Mariano
Lendinez, formado por 600 hombres del Regimiento de Voluntarios de Antequera.
Desde
Torredelcampo se desplazaron 600 hombres voluntarios bajo las órdenes de los coroneles
don Miguel de Aro y don Vicente Abelló que, después de batirse durante cuatro
horas contra los franceses, terminaron por retirarse de nuevo al municipio
vecino. También lucharon a favor de los paisanos 30 contrabandistas a caballo
que defendieron los molinos próximos a la Puerta de Martos.
Los
franceses, en cambio, enviaron a nuestra ciudad entre 1500 y 2000 franceses con
500 caballos, pertrechados con un obús y dos cañones. Todos ellos bajaron por
Despeñaperros por culpa del mariscal Vedel, que a su vez envió al barón
Cassagne para que, junto con sus hombres, recolectaran víveres. Al ser
superiores en número, los franceses entraron en la ciudad retirándose los
jiennenses, tomando momentáneamente el control del castillo y la antigua torre
de San Agustín, espacio este último dependiente de la alcaldía de la ciudad.
Los
españoles recibieron, al día siguiente, el apoyo de dos escuadrones de
caballería al mando del coronel don Juan Joaquín Romero y el comandante Marqués
de Campoverde. Estos, procedentes de Torredelcampo y Arjona, hicieron
retroceder a las tropas francesas hasta el arroyo de La Magdalena. Allí, estos
últimos colocaron un cañón dificultando la acción de la caballería española,
aunque definitivamente dicho cañón fue destruido.
Tras
la caída de un segundo cañón en la zona de la Loma del Royo, los franceses
fueron perseguidos por la ciudad. Estos lucharon contra los españoles,
sobretodo en las ruinas del antiguo Convento de San Agustín. A medianoche del
día 3 de julio, y reconociendo la derrota, las tropas francesas se retiraron
hacia Mengíbar, Desde ese día y hasta el mes de enero de 1810 la ciudad vivió
en una tensa calma bajo las órdenes del comandante de armas el brigadier Manuel
de Torres Valdivia. Durante ese periodo de supuesta tranquilidad, los
ciudadanos franceses residentes en nuestra ciudad fueron reprimidos, acosados y
detenidos por la comandancia española en numerosas ocasiones.
Todo
cambió el 22 de enero de 1810. Ese día corrió la voz por la ciudad de que 10000
franceses habían forzado Despeñaperros. El pánico se desató entre la población
quedando la ciudad casi desierta. En aquel invierno de nieve y escarcha
familias de ancianos, mujeres y niños caminaban huyendo a pie con lo que tenían
puesto.
Al
día siguiente los franceses volvieron a entrar en Jaén destruyendo
definitivamente la antigua Iglesia de Santiago y utilizando los sillares del
castillo para cambiar la fisonomía del mismo y para construir las instalaciones
militares necesarias para defenderse de los españoles enemigos.
José
Bonaparte decreta la creación de milicias cívicas en los cuatro reinos
andaluces. Estos eran la policía política y urbana encargada del orden interno,
siendo el coronel Francisco Quesada y Silva, conde de Donadío, miembro antes de
la Junta de Jaén, comandante de la milicia cívica, y Agustín de Uribe, su
capitán.
Se
crearon Juntas Criminales Extraordinarias con jueces ex profeso nombrados por
José Bonaparte para que estos se encargaran de los juicios de espionaje,
sedición, rebelión, conspiración y colaboración con la guerrilla. Las personas
juzgadas eran juzgados con la pena de muerte. Personajes como José María
Cuellar sufrieron juicio de purificación a la finalización de la ocupación.
Mientras
tanto, los españoles crearon guerrillas con el fin de hostilizar al enemigo e
impedir sus correrías, arrestar malhechores y desertores, obligar a los
juristas de los pueblos a formar los aislamientos e informar a los generales de
los ejércitos inmediatos. En ellas se podían alistar partidas de hasta 300
hombres y 150 caballos.
La
crueldad de los enfrentamientos comenzó en el mes de abril de 1812, cuando el
brigadier Antonio Portas atacó un convoy francés de 1000 infantes, 145
carruajes y 37 caballos en las vegas de Guarromán. Se contaron 200 bajas,
incluyendo un general y cuatro acompañantes de un coche, varios heridos y
algunos prisioneros.
El
16 de septiembre de ese mismo año los franceses introdujeron una gran cantidad
de leña en el Castillo de Jaén. La fortaleza fue vista en llamas durante horas
desde Bailén. Durante ese día los franceses fueron atacados entre los
municipios de la capital y el vecino pueblo de Villargordo, intentando conducir
260 cabezas de ganado lanar y vacuno que tuvieron que abandonar perdiendo
algunos hombres. Un día más tarde, el 17 de septiembre, los franceses
abandonaron definitivamente la ciudad.