No
se conservan descripciones antiguas de la Puerta, pero podría tratarse de una
gran construcción que abarcaría buena parte del ancho de la calle actual, y que
tendría portillos peatonales a los costados, o quizá sólo uno al Oeste. Esto explicaría
la importancia que la misma adquirió y que por ella pudieran transitar
caballerizas y comitivas como las de los personajes ilustres Enrique IV o el
Condestable Iranzo.
La
función de esta puerta en relación con otros accesos a la ciudad presenta cierta
confusión. Algunos autores consideran que la muralla, tras pasar por detrás de
la Catedral, bajaba hasta la Puerta Noguera, donde giraba y subía por la calle
Abades hasta enlazar con la Torre del Alcotón, para dirigirse desde allí hacia
el Oeste.
Durante
la edad Moderna, los vecinos aprovechaban las murallas para adosar sus
viviendas a ellas, aunque estuviese prohibido, si bien los ayuntamientos
autorizaban esta práctica a cambio de imponer censos. Se dice que en el siglo
XVI se adosó una vivienda junto a dicha puerta, aunque no se sabe si al lado este
o al lado oeste. Supuestamente era un hogar con paredes gruesas de piedra o de
buen tapial encajonadas en esquinas y pilares de piedra.
![Resultado de imagen de puerta de noguera jaen](https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/9/9a/Ja%C3%A9n_-_Puerta_Noguera_K01.jpg)
Ya
en el siglo XIX, era norma común derribar puertas de murallas y otros elementos
de las ciudades que se encontraran en estado ruinoso o que entorpecieran la circulación
de personas y cabalgaduras, y este era un punto neurálgico de la ciudad, un
acceso para las caballerías que vendrían cargadas desde las numerosas huertas de
los alrededores de la ciudad y la acentuada rasante de la calle sería un obstáculo
añadido.
El
22 de mayo de 1872, Don Ildefonso González, como secretario interino del
Ayuntamiento, certifica que, a partir del dictamen que emitió la comisión de ornato,
se acuerda la destrucción del “Arco llamado de Noguera”, con la oposición constante
del dueño de la casa adosada.
Esta
casa no fue demolida hasta los años setenta del siglo pasado para ampliar la
calzada, con los mismos motivos que hace cien años, de la que se supone no
queda ningún resto de la misma salvo lo que queda, junto con los restos de la
puerta o la muralla, en la actualidad.
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