viernes, 11 de marzo de 2022

Barrios de Jaén: Santa María o El Sagrario

En pleno centro de la ciudad se encuentra la barriada de Santa María o El Sagrario, en honor a la catedral renacentista diseñada por Andrés de Vandelvira. Este espacio se encuentra dividido en tres partes. El primero de ellos se encuentra en su núcleo originario, el segundo en el arrabal de las monjas, hoy de Carrera de Jesús, y el tercero comprende el entorno del Convento de la Merced y las viviendas situadas a los pies del cerro de Santa Catalina. Un barrio distinguido por asentarse en él los principales órganos de gobierno de la ciudad.


La Plaza de Santa María es el punto más importante del Jaén actual. Cuando Fernando III conquista la ciudad en 1246 se encuentra en ella una mezquita que rápidamente la cristianiza, siendo este hecho del germen de la catedral que disfrutamos hoy en día. En su explanada, el Condestable don Miguel Lucas de Iranzo impulsa su primera reforma urbana junto con la celebración de la primera feria de agosto de la ciudad.

Esta plaza ha vivido los principales hechos históricos del Jaén del siglo XV, como la batalla emprendida entre el Condestable Iranzo y el obispo Vázquez de Acuña, el motín antijudío de 1473 que acabó con la muerte del Condestable o la visita, meses más tarde, del monarca Enrique IV, para ajusticiar a los culpables del asesinato de su supuesto amante. En ella también se instauraron los primeros autos de fe que la iglesia realizaba a herejes y judaizantes.

Gracias a los Austrias, la plaza consigue cierta importancia presidencial con la construcción de la Catedral actual, del Palacio Episcopal y de las Casas Capitulares. Justo en la entrada de la calle Maestra existieron unas casas que servían de oficinas de las obras catedralicias, unos viviendas que se destruyeron a finales del siglo XVII para ganarle más amplitud a la plaza.

La Guerra de la Independencia hizo que en el lugar se instalara la Junta Provincial de Defensa para celebrar al aire libre reuniones permanentes de políticos y de la Comandancia Militar. Su primera gran reforma no vino hasta el siglo XIX, en el que se busca diseñar la plaza más imponente de la capital del Santo Reino, poniendo de moda los paseos y tertulias de los vecinos y la instalación del primer alumbrado público de Jaén. Tan pronto como llegaba el Corpus se declaraba la temporada de verano.

En 1901 comenzó la última modificación geográfica de la plaza, con la destrucción del Palacio de Montemar y la posterior construcción de la última casa consistorial en ese solar. La anterior casa consistorial se encontraba anexa al palacio, por lo que también fue derribada para aumentar las dimensiones de la plaza. Hubo tanto desagrado en el diseño del nuevo edificio del Ayuntamiento que incluso se la calificó de estación francesa de ferrocarril en vez de edificio municipal.


La calle de los Abades debe su nombre a una vivienda situada en esta vía conocida como Casa de los Abades, residencia donde vivió el abad de la Venerable Universidad de Curas Párrocos. A finales del siglo XIX, a la altura de la casa número 4, abrieron las HH. Carmelitas de la Caridad sus escuelas, que precedieron al Colegio Hispano Francés. Otra vivienda ilustre fue, anexa a esta última, la Casa de los Salazares, en cuyo patio interior se encuentra una fuente timbrada con los escudos de las familias nobiliarias.

El callejón del Alcaide era una vía donde se encontraba la vivienda del alcaide que controlaba la Torre Sarnosa y la Puerta de Granada, hoy desaparecidas tras la urbanización de la zona. La calle Alta de Santa Ana debe su nombre a un convento cercano dedicado a la madre de la Virgen María. Un recinto religioso que comenzó a construirse en 1585 pero que tuvo que cerrarse en la segunda mitad del siglo XIX por las riadas que soportaban los cimientos del convento provenientes de la Cañada del Castillo.

Justo al lado del Convento de la Merced se encuentra la calle del Bazo, una vía que servía de punto de venta de despojos de reses que se sacrificaban en el matadero. La parte derecha de la calle del Camarín se encuentra ocupada por los restos de lo que fue el Convento de San José, de los P.P. Carmelitas Descalzos. De ella sólo se mantiene en pie su iglesia con un camarín en cuyo interior se encuentra la imagen más querida de Jaén, Nuestro Padre Jesús Nazareno.

La calle Campanas, pese a su corto trazado, siempre ha sido un gran eje de comunicación al conectar prácticamente la Plaza de Santa María con la extinta Plaza del Mercado. En ella se encontraba la desaparecida Puerta de Santa María, de la que se dijo que era de las más bellas de Andalucía. Su destrucción vino motivada por la necesidad de construir un Sagrario que sujetara los cimientos de la Catedral a finales del siglo XVIII.

Desde finales del siglo XVI se la conoce con su actual nombre por las campanas de la Catedral, aunque en algunas ocasiones se la ha confundido con el nombre de calle del Reloj, porque allí se encontraba uno de los relojes públicos de la ciudad. Al ampliarse la calzada de la vía, se levantaron en ella edificios sobre clásicos soportales, recuperando así los rasgos primitivos que en su trazado existieron durante sus primeros años de vida.

En principio, el Palacio Episcopal se encontraba en la calle Campanas unido a un pasaje dispuesto sobre un arco que cruzaba la vía para que la Reina Isabel La Católica pudiera acceder a la catedral gótica durante los seis meses que estuvieron los Reyes Católicos en la capital del Santo Reino. Se dice que en dicho palacio pudo celebrarse la primera reunión entre la Reina Isabel y Cristóbal Colón para discutir ese viaje a las indias que, posteriormente, propició el descubrimiento de Las Américas.

La calle del Cristo debe su nombre a una hornacina con un cristo en su interior junto a los muros de la desaparecida Puerta de Santa María. Por otro lado, cercana a la Puerta de Granada se edificaron muros de contención que posibilitaron la construcción de esas casillas que buscaban ganarle terreno al cerro a través de sus empinadas calles. A punto de iniciarse la Guerra de la Independencia, frente al Camarín de Jesús, el gobierno municipal decidió construir en este cantón una serie de baterías artilleras con las que pudieran defenderse de los franceses.

Entre los cantones y el peñascal, sobre los restos del antiguo Convento de Santa Ana, se edificaron las Escuelas Cervantes en 1908. Frente al Torreón del Conde de Torralba se encuentra la calle del Cañuelo de Jesús, aunque también ha sido bautizada como Cañuelo de los Descalzos o Callejón de Jesús Nazareno. En ella existió una fuente con un cañuelo por el que brotaba las aguas del Raudal de Santa María. En uno de sus rincones se sabe que vivió la prestigiosa Lola Torres.


La calle de la Compañía, también llamada del Castillo o de Ruiz Jiménez, vio como en su trazado nacía la Compañía de Jesús. En esta se levantó una residencia y anexa al mismo se edificó una iglesia dedicada a San Eufrasio. En el siglo XVIII los edificios fueron ocupados por escuelas de gramática y retórica y por la sede del Monte de Piedad creado por la Congregación del Santo Sepulcro. Más tarde fue convento de los P.P. Agustinos, después colegio de Humanidades de Nuestra Señora de la Capilla, Instituto Provincial de Segunda Enseñanza, Museo Provincial, Biblioteca Pública y Escuela Normal del Magisterio. Actualmente es sede del Conservatorio Oficial de Música.

La iglesia mantiene en su fachada las armas reales de Carlos III. Su interior, de planta rectangular, responde al tradicional esquema jesuítico. Se cubre con bóveda de cañón muy recargada de yeserías y ofrece dos órdenes de tribunas superpuestas. La antigua residencia de los jesuitas fue muy modificada en el siglo XIX para adaptarla a sus nuevas necesidades.

El Campillejo del Conde, desde 1930 Plaza de Cruz Rueda, ha sido una de las plazuelas más placenteras del barrio. Su nombre popular se debe a la existencia en su rinconada de una casa-palacio del Conde de Torralba, ilustre personaje que lo habitó entre los siglos XVI y XIX. Durante el siglo XIX albergó distintas dependencias municipales, convirtiendo la zona en el centro oficial de Jaén. En 1888 pasó a albergar el primitivo Colegio de Santo Tomás, sin embargo la guerra civil acabó con él y el solar se aprovechó para ampliar la plaza y para edificar un nuevo colegio público.

En el callejón del Consuelo se encuentra una hornacina dedicada a la Virgen del Consuelo. Por culpa del monumento existe un breve pasadizo en arco escarzano. En la parte derecha se puede ver un relieve con unos angelitos que figuran sostener un nicho coronado con un medallón donde se realza una alegoría del Espíritu Santo. Sin embargo, en el lado derecho se abría una pequeña capilla donde se guardaban los faroles y el estandarte de la cofradía del Rosario de Nuestra Señora del Consuelo.

La calle de las Escuelas, también llamada del Doctor Soria, era la vía elegida para abrir su centro educativo los P.P. de la Compañía de Jesús, obra del arquitecto jesuita Andrés Cortés. Justo enfrente se edificaron en el siglo XIX las casas-pensión de jóvenes estudiantes. En el número 1 vivió el catedrático José Moreno Castelló, uno de los personajes más queridos de la Jaén cultural del siglo XIX.

Calle Fajardo fue nombrada así por las casas en las que residieron los marqueses de los Vélez. En ellas aún existe una hornacina de azulejería dedicada al Santísimo Sacramento. La Plaza de la Fuente Nueva, posteriormente de la Merced, es el centro neurálgico de este entorno de la ciudad. En ella se levantó una fuente pública que se abastecía de las aguas procedentes del Raudal del Alamillo. También se existió el Real Convento de Nuestra Señora de la Merced, levantada en 1580 junto con su iglesia, del año 1712 y que aún se mantiene en pie, un patio claustral y un huerto jardín.


La iglesia mantiene aún sus dos portadas. La principal, abierta a la plaza, es de estilo barroco, mientras que la lateral, en la actual calle Merced Alta, es de estilo toscano. Su torre, recuperada en el siglo XIX, se asemeja al campanario ochavado de la Parroquia de San Ildefonso. Con la desamortización sólo se salvó la iglesia y su patio, mientras que el resto del recinto pasó a ser una fábrica de sedas. En la misma plaza se encuentra también lo que en su día fue residencia familiar del capitán Fernando Quesada y Ulloa, del siglo XVI, y que en la actualidad es sede de la concejalía de urbanismo del Ayuntamiento de Jaén.

Justo detrás de la parroquia se encuentra un callejón, en la actualidad sin nombre, pero que en época medieval era conocido como callejón de los Mártires, por la hornacina donde se representaba una escena de martirio. Junto a esta se encuentra la calle de la Paz, quizá la vía más representativa de lo que en su día fue el arrabal de Santa Ana.

La calle Cerón, en honor a dicha familia, formaba parte del camino de ronda del recinto primitivo amurallado de la ciudad. Tal poder tuvo dicha familia que en 1576 el Ayuntamiento tuvo que comprarle unas casas a don Juan Cerón para ampliar la calle. Esta era clave para el libre transcurrir desde la ciudad alta hasta el casco antiguo. A mediados del siglo XVIII se convierte en una calle gremial para, un siglo más tarde, transformarse en una vía comercial con la construcción de la Caja de Socorros, Ilustración y Recreos conocida también como Casino de Artesanos.

La calle Pilar de la Imprenta debe su nombre a un pilar-abrevadero situado en una pequeña plazuela al final de la misma. En uno de sus rincones se encontraba la casa del Doctor Freylas para luego convertirse en cuartel de las Milicias Provinciales, más conocido como El Cuartelillo. Entre 1867 y 1899 sirvió como residencia de las Hermanitas de los Pobres y en 1924, el Ayuntamiento lo compró para instalar en él un cuartel de la Guardia Civil. Con la demolición de estos edificios en los años 60 se diseñó una plazoleta en la que actualmente se encuentra la iglesia de la Inmaculada Concepción y la Casa-Hermandad de la cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Piedad y María Santísima de la Estrella.

La calle de las Jaboneras tomó su nombre de los pequeños negocios de venta y fabricación artesanal de jabón, mientras que la calle del Juego de la Pelota estuvo alternando su nombre con el de Carrera de Jesús hasta hace pocos años. En la parte izquierda de la calle Juan Montilla existió la Casa de los Contreras, o de los Condes de Corbull. Actualmente es residencia de ancianos.

En la calle de las Recogidas estuvo la Casa de los Fernández de Moya, luego transformada en las escuelas de Nuestro Padre Jesús, sede de Tabacalera y colegio público de Santa Teresa. Junto a esta se encuentra el Convento de Santa Teresa, recinto fundado en 1615 por Francisco Palomino Ulloa y su mujer Juana de Quesada. Anexa a ella se encuentra la hospedería y la casa de la demandadera, muy visitada por los dulces que elaboran las religiosas.

Frente al convento se encuentra el antiguo Portillo de San Sebastián y el Arco de los Dolores, lugar donde se diseñaron unas embovedadas cocheras municipales, anexo al Torreón del Conde de Torralba. El callejón de Luque, por don Juan de Luque, era un trazado que se utilizaba para acceder a los Reales Alcázares. En su prolongación se encuentra la calle de Buenavista, por un mirador desde donde se puede apreciar las grandes vistas que puedan existir de la Catedral.

La calle Llana es la vía principal del antiguo Arrabal de las Monjas. En ella existió un convento de religiosas franciscanas clarisas en 1368 y también innumerables viviendas nobles que allí se construyeron por existir justo a sus espaldas la Senda de los Huertos. A su inicio se puede visitar una hornacina dedicada al Cristo de la Buena Voluntad.

La calle Maestra Alta, desde 1903 dedicada a Almendros Aguilar, en su tramo inicial estuvo ocupada por viviendas de familias burguesas. En la zona se construyó también la Escuela Normal de Maestros y la Escuela de Comercial.

Sin embargo, la calle más popular de nuestra ciudad siempre ha sido la calle Maestra, una vía peatonal que siempre fue referente de la vida social y comercial de la capital del Santo Reino. Esquina con la Plaza de Santa María se encuentra la hornacina del Santo Cristo del Amparo, una escultura que ha sufrido las innumerables transformaciones de la vía, como las nivelaciones y ampliaciones realizadas en el siglo XVI.

En la calle de los Molinos de la Alcantarilla existieron unos molinos de viga donde se molturaba cosechas de familias particulares. La calle de los Muertos se utilizaba para rezar por los fallecidos que se enterraban en un cementerio cercano a la catedral. La calle de las Novias debe su nombre a seis supuestas chicas prometidas que al atardecer hablaban con sus novios a través de una reja, o lo que es lo mismo, pelaban la pava.

La calle del Obispo también fue conocida como calle del Toro, por los toros que allí se encerraban para soltarlos más tarde en la Plaza de Santa María, También se comenta que su nombre viene de una epigrafía con la efigie de un toro colocada en la esquina de las casas episcopales. Desde 1915 está dedicada a don Manuel María González y Sánchez, obispo de la ciudad entre 1877 y 1896. También se crearon en esta vía los juzgados, la Comandancia Militar y Caja de Recluta.

La calle de la Parra, anteriormente del Almendro y de la Buñolería, era la zona por donde se encontraba el Mesón de la Parra, del siglo XV y cerrada en 1965. Propiedad del Cabildo Catedral, junto a esta se alzaron las primitivas Casas Episcopales, comentado a lo largo de esta publicación. En pleno Cantón de las Descalzas se encuentra la calle de los Peñas, en honor a la familia del mismo nombre. Al principio de la misma se edificó durante muchos años El Correccional.

Sobre el muro de las Descalzas aún se puede disfrutar de una hornacina dedicada a la Virgen del Carmen. En la parte trasera de las Casas Capitulares se encontraba la calle de la Palma o de los Pilarillos, este último por las pequeñas fuentes públicas que recibían el agua del Raudal del Alamillo. Actualmente la vía es bautizada como calle de Julio Ángel.

La calle del Portillo debe su nombre a un portillo abierto junto al Arco de Noguera. Una vía cercana, la del Pozo, era un espacio donde se encontraba el pozo que paliaba la sed del barrio. Sobre ella se construyó una vivienda, y en su planta baja, se conservó el brocal de su fábrica. Este brocal actualmente fue trasladado a la calle de la Senda de los Huertos.

La calle de Mortero Moya, en homenaje a don Manuel María Montero Moya, estuvo ocupado en su primera parte por diferentes dependencias del Palacio Episcopal. Frente a ella se levanta la Casa de los Calancho, una vivienda que también fue sede del periódico El Liberal de Jaén, el más moderno y de mayor tirada del Jaén de inicios del siglo XX.

En esta vía se encontraba la Casa de la Corona, donde se centralizaba las dependencias de la Real Hacienda, y la torre-mirador del Obispado. En la Plazoleta de los Naranjos existió un pilar de agua que recibía el agua del Raudal del Alamillo. Cercana a este espacio se encontró una hornacina con una llave de hierro en el interior de estilo mudéjar que pudo ser propiedad de alguna familia morisca que fue expulsada de la Jaén en época medieval.


Junto a la actual Plaza de Cervantes existió, entre los siglos XV y XIX, la Cárcel Real. Cerrado el mismo, en 1873, el Ayuntamiento decidió sanear esos terrenos diseñando la actual calle Colón. En la parte central de esta nueva vía aún existe el antiguo Campillejo de la Cárcel, del que aún se conserva un soportal que facilita la comunicación, a través de la calle Muralla, con el barrio de San Bartolomé. En su parte final se encontraba la Casa de Socorro, dispensario municipal que atendía las primeras urgencias.

Volviendo a la calle de las Recogidas, actualmente dedicada al periodista Ricardo García Requena, existió un pequeño hospital, bajo la advocación de Santa Ana, abierto por la Congregación de la Vera-Cruz para atender a sus hermanos. En 1613 el obispado adquirió el complejo para dar vida al Recogimiento de Mujeres Descarriadas, donde se recluían a las mujeres que, según el Tribunal Eclesiástico, llevaban mala vida. A principios del siglo XVIII se le anexionó una iglesia que cerró en el año 1850. Su portada fue trasladada a un inmueble de la calle Arco de los Dolores. Después, este rincón fue una escuela municipal y también una escuela de canto. En su tramo final existió una hornacina dedicada al Santísimo Cristo de Burgos. Esta aún se encuentra en el barrio tras una temporada que fue trasladada a otro punto del mismo.

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