La capital del Santo Reino siempre ha estado rodeada de ejidos que tanto han dado de comer a los vecinos de nuestra ciudad. Uno de ellos era el de Santa Isabel, bautizado así por la desaparecida ermita fundada en el siglo XV, justo a la derecha del camino que llevaba a Martos y a Córdoba, cercano a lo que luego fue la Granja-Escuela.
La zona fue ocupada por familias
humildes que vivían en condiciones infrahumanas en las cuevas creadas por ellos
mismos con mucho trabajo. Para tomar altura se abría una zanja a cielo abierto
en cuyo extremo se excavaba la puerta y la propia cueva con una superficie que
oscilaba entre los 16 y los 75 metros de longitud. La única luz que entraba en
el interior de las mismas era la de la propia puerta, por lo que no era de
extrañar que la vida cotidiana de sus residentes las realizaran al aire libre.
Tras la guerra civil, Ayuntamiento,
Diputación Provincial y Delegación Sindical se hicieron cargo de la
construcción de viviendas de bajo coste para entregarlas por sorteo a obreros
que participaran en los trabajos de las mismas, solventando de este modo las
enormes carencias que soportaban estas familias. Eran casas unifamiliares muy
sencillas con trazado semicircular adaptadas a la pendiente del terreno.
A medida que se iban edificando
nuevas viviendas unifamiliares, a mediados del siglo XX, se construyó una
iglesia bajo la advocación de Santa Isabel sobre la plaza que lleva su nombre
gracias al arquitecto Ramón Pajares Pardo, además de unos locales destinados a
unas escuelas.
En los años 70, en el terreno
existente entre la Avenida del Ejército Español, barrio de Santa Isabel y
Avenida de Andalucía, fue elegido para construir bloques de pisos para familias
de clase alta con una altura aproximada de siete plantas y grandes espacios
interiores, uniendo de este modo la barriada con el centro de la ciudad. Por
este tipo de construcciones desapareció un barranco procedente de La Magdalena,
popular barriada de Jaén.
Con la expansión del barrio
nacieron complejos emblemáticos que hoy en día se mantienen en pie a pesar de los
innumerables proyectos que han existido para su cambio de sede. La Residencia
Sanitaria Capitán Cortés se edificó por encima del destruido paraje de
Marroquíes Bajos en los años cuarenta. Por culpa de estas operaciones
urbanísticas desaparecieron yacimientos arqueológicos de la Edad de Bronce,
restos arqueológicos romanos, un ciervo de bronce, un gran mosaico semicircular
dedicado a la diosa Thetis y demás fragmentos de otros mosaicos de gran valor
arqueológico.
El complejo hospitalario vio como en los años setenta, sobre su terreno, nacieron el Centro de Diagnóstico, Centro Materno-Infantil y la Escuela de Enfermeras. Junto a este recinto se diseñó también en los años cuarenta la casa-cuartel de la Guardia Civil, activa en pleno siglo XXI.
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