Sor María de Gracia fue una mujer que vino a Jaén a finales del siglo XV acompañando a Isabel la Católica durante su intento por reconquistar Granada en aquellos años prósperos para nuestro país. Era una mujer muy humilde, sencilla, leal y protectora de los suyos. Fue fiel defensora de la monarquía y de sus creencias religiosas.
Fue
tanto el cariño que procesó a nuestra ciudad que decidió ingresar como hermana en
el Convento de Santa Clara de la capital del Santo Reino. Durante su estancia
en el recinto religioso, nuestra protagonista pedía una y otra vez con fervor volver
a ver el mundo con los ojos de su niñez y, al parecer, el milagro se obró.
Ella
tenía una gran devoción al Nacimiento del Niño Jesús. Por Navidad siempre
buscaba por el barrio a un recién nacido. Su finalidad era ir casa por casa
para pedir limosna, o lo que es lo mismo, ropa y sustento. Luego, celebraba una
pequeña procesión por el interior del convento para ofrecérselo a la Virgen María
y, al terminar, devolvía al bebé de nuevo a su madre con la conocida Cesta de Primera
Postura, o lo que es lo mismo, con todo lo recaudado de las limosnas pedidas.
Por desgracia, nuestra protagonista vio finalizar su vida en 1538, rodeada de aquellas hermanas que vivían día tras día con ella en ese recinto que tan feliz hizo a una mujer que siempre velaba por el bien de todo aquel que necesitara de su ayuda, de su amor y de su comprensión en esa centuria tan dura en nuestra ciudad como lo fue el siglo XVI.
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