El
barrio de la Santa Cruz, por desgracia, siempre ha sido una de las barriadas
más desaprovechadas de nuestra ciudad. Tan sólo contaba con tres calles,
Campillejo del Rostro, las Callejuelas de Santa Cruz y la calle de Don Gregorio
Murcia, y su territorio siempre ha estado ligado con la judería de Jaén.
En
ella convivieron la mayoría de las familias judeo-conversas de Jaén con el fin
de protegerlas frente a posibles enfrentamientos entre cristianos y judíos.
Eran calles fáciles de cerrar y con una sinagoga en pleno corazón del barrio.
En
1492, año del descubrimiento de América, el barrio se cristianizó y su sinagoga
se transformó en una parroquia más, bajo la advocación de la Santa Cruz. Poco a
poco esta fábrica religiosa fue remodelándose gracias a las fundaciones y
patronatos que allí existieron, todas ellas con derecho a enterramiento, como
por ejemplo la construcción de su última portada en 1504 y la ejecución también
de su último retablo en 1560.
Desde
el siglo XV, la parroquia de la Santa Cruz sufrió serios conflictos con el
anexo Convento de Santa Clara, cuyas monjas provocaron la demolición del
campanario de la parroquia y la instalación allí, por parte de las religiosas,
de una imagen de San Francisco.
En
el interior de la parroquia existieron altares dedicados al Santo Sepulcro, a
la Asunción de Nuestra Señora y Ánimas de Purgatorio y hasta un lienzo de la
Inmaculada. El altar mayor estaba ocupado por pequeñas capillas dedicadas a
Nuestra Señora de la Santa Cruz y Nuestra Señora del Tránsito.
Justo
antes de la Guerra de la Independencia, el templo comenzó a arruinarse,
provocando su cierre, anexión a la iglesia de San Pedro y extinción en 1801.
Años más tarde, su solar fue integrado dentro del Convento de Santa Clara transformado
en un huerto y cementerio del mismo.
La
calle de Santa Cruz, por otro lado, vio como hasta allí dio a parar el Tribunal
de la Inquisición en su parte alta en 1484. La calle del Rostro, sin embargo,
viene su nombre debido a una hornacina donde se veneraba el Santo Rostro. En ella
también se encuentra la Santa Capilla de San Andrés y también existió la Casa
del Vicario y las escuelas fundadas por don Gutierre González Doncel para la
enseñanza cristiana de los niños y jóvenes de la vecindad. Gracias a esto
también se le conoció a la calle como de las Escuelas.
Campillejo
del Rostro se encuentra unido al callejón del Gato, y lindero a estos se
construyó un jardín por parte de la Cofradía de la Limpia Concepción de Nuestra
Señora para la práctica de la doctrina pedagógica que desde Granada promulgó el
Padre Manjón con sus Escuelas de Ave-María.
Junto
con la calle de la Santa Cruz existió un lugar conocido como Huerto de la
Inquisición. En este existió un nacimiento de agua propio. El terreno fue
comprado por la Santa Capilla en el siglo XX para, posteriormente, venderlo con
el fin de que allí se construyera un baño y después una piscina femenina.
En
esa plazoleta existió pasado el siglo XV un quemadero inquisitorial, donde los
reos, una vez celebrado el Auto de Fe en la iglesia de la Santa Cruz, eran
entregados a las llamas purificadoras del patíbulo.
Fue un barrio, por desgracia desaparecido, cuyo único enlace con el resto de la ciudad fue la calle de Gregorio Murcia que desemboca junto al Pilar de los Caños.
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