Esta
casa-palacio, conocida también con los nombres de palacio del Vizconde de Los
Villares o palacio del Conde-Duque, probablemente fue levantada por Don Luis de
Villalvos Nicuesa a mediados del siglo XVII. El inmueble se localiza en la zona
sur de la capital del Santo Reino, en una manzana delimitada por las calles Las
Peñas, Francisco Coello, García Requena y Carrera de Jesús, presentando fachada
a esta última.
Actualmente
la calle Carrera de Jesús recorre desde el lado sur de la Catedral hasta la Glorieta
de doña Lola Torres, donde enlaza con las vías de circunvalación de la ciudad.
El edificio, en definitiva, se sitúa hacia la mitad de esta, en la acera sur,
frente a la muralla.
Originariamente,
y más concretamente desde la época islámica, este espacio fue dedicado a labores
agrícolas. El uso de esta actividad en estas tierras siguió durante la
reconquista cristiana hasta que en el siglo XV se comienza a urbanizar el entorno
lentamente.
Sin
embargo, no es hasta mediados del siglo XVII cuando los Villalvos Nicuesa se
encargan del lugar transformando las posibles dos casas que ocupaban este
terreno en un gran palacio. A principios del siglo XVIII, la casa pasó a nombre
del Vizconde de Los Villares Don Francisco de Ceballos Villegas.
Un
siglo más tarde, el edificio volvió a sufrir varios cambios en lo que a dueños
se refiere, pasando de los marqueses de Torrealta a los marqueses de Acapulco.
Sin embargo, no es hasta finales de esta centuria cuando el palacio sería
propiedad, por primera vez en su historia, de un miembro de la burguesía
española, concretamente de Don Bernabé Soriano de la Torre.
Ya
en el siglo XX el edificio sufre innumerables ocupaciones, pasando de ser
oficina de telégrafos, imprenta del Eco de Jaén u oficina principal de la Caja
de Ahorros de Córdoba, a un bar-discoteca, conocido como “Conde-Duque”.
Finalmente,
aquellos propietarios que montaron dicha discoteca, Don Leopoldo Rama y Don
Santiago Molina, vendieron el inmueble a la Caja Provincial de Ahorros de Jaén,
que planeaba ubicar en ella la sede de su Obra Socio Cultural.
Para
ello financió en 2008 los estudios arqueológicos pertinentes, e inició dos años
más tarde los trabajos de restauración, con la demolición de numerosas
estructuras en mal estado. Trabajos que se han quedado por ahora paralizados,
en parte por la crisis económica, en parte por la absorción de esta caja por la
entidad malagueña Unicaja, su actual propietaria.
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