La Guerra Civil Española fue un conflicto bélico iniciado en 1936 como fracaso del Golpe de Estado que los militares ejecutaron contra el gobierno de la II República. Durante el conflicto, Jaén se posicionó a favor del bando republicano, lo que provocó que el bando dirigido por Francisco Franco ejecutara una auténtica matanza meses después. Un ataque contra la población republicana desguarnecida de toda defensa, ya que en la ciudad no existían ni regimientos ni fortificaciones dignas de ser objetivo militar estratégico.
El 1 de abril de 1937 a las 17:22, los relojes de la capital se pararon al paso de cinco trimotores de la legión cóndor nazi que estaban al servicio del general Franco. Bajo las órdenes del general Queipo de Llano, las avionetas entraron por Jabalcuz para cruzar el entorno de la plaza de San Ildefonso, plaza de la Constitución y calle Federico Mendizábal, arrojando bombas que causaron 158 muertos y más de 300 heridos, un sesenta y cinco por ciento de ellos mujeres y niños.
En un principio se contabilizaron 130 víctimas, que ascendieron a 158 tras los trabajos de desescombro que se realizaron, ya que el bombardeo provocó que muchos edificios estuvieran destrozados.

En la calle Federico Mendizábal, esquina con la calle Roldán y Marín, un grupo de personas esperaba en la puerta de la tienda de abastecimientos de petróleo y carbón cuando uno de los proyectiles cayó sobre ellos, provocando la muerte de 22 personas. Muchos ancianos aún recuerdan el cuero cabelludo de las trenzas de una niña pegadas en el antiguo edificio de telefónica en ese mismo lugar.

Aquel crimen de guerra desató una matanza posterior en represalia por el bombardeo por parte de milicianos armados, sindicalistas, representantes políticos y el pueblo en general ya que necesitaban venganza. Durante los días 1, 2, 3, 4, 5 y 7 fueron sacados de la cárcel los presos de derechas que estaban encarcelados en la catedral para llevarlos al cementerio de Mancha Real sin juicio alguno. 130 derechistas fueron fusilados sin formación de causa porque ciento treinta fueron las víctimas contabilizadas esos días.

Aquella ciudad alegre y llena de vida de los años treinta se convirtió en una ciudad triste y oscura con innumerables edificios destruidos, calles llenas de escombros, muchísimos heridos, enfermos, hambruna, miseria, escasez de abastecimientos públicos… Una ciudad fantasma sumida en un auténtico caos.
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