viernes, 16 de marzo de 2018

Raudal de la Magdalena

Jaén está históricamente ligada a la fuente de la Magdalena y a su posterior raudal, que vertebró durante siglos el crecimiento de la ciudad y de buena parte del conjunto histórico que hoy conocemos. Puede decirse que esta fuente de agua es el origen del asentamiento nacido bajo el cerro de Santa Catalina. Según los numerosos trabajos publicados sobre ella, la fuente y buena parte del raudal ya estaba en servicio en el siglo I. De hecho, el Museo de Jaén alberga esculturas romanas halladas en su interior. Con el paso de los siglos fue mencionada por cronistas musulmanes y durante toda la Edad Media, como una seña de identidad de los jienenses, que se sentían orgullosos de ella. Incluso algunos reyes, en sus visitas a la ciudad, tenían como cita obligada la fuente de la Magdalena, hermosamente decorada incluso con frescos que aludían a la célebre leyenda del Lagarto.

El raudal principal fue ampliándose al mismo tiempo que se producía el crecimiento de la ciudad, abasteciendo termas, mezquitas, baños públicos, aljibes y fuentes en época islámica, así como fuentes ornamentales y palacios de las principales familias de la ciudad medieval y moderna, hasta llegar al punto de unión con el raudal de Santa María en el actual palacio de Cultura, antiguo palacio del Condestable D. Miguel Lucas de Iranzo. 

El raudal explica el porqué de la ubicación de los diferentes edificios públicos y privados, algunos ya desaparecidos, otros aún integrados y presentes en la imagen actual de la ciudad, y su estrecha relación con él, fuente principal de su abastecimiento hidráulico hasta principios del siglo pasado. De sus aguas se nutrían también los molinos, tenerías, tintorerías y hornos que abastecían no sólo a la población sino a otras zonas de la corona castellana. Del agua sobrante que salía de la ciudad configurando arroyos, como el de la Magdalena o el de San Pedro, se regaron las zonas de huertas y vegas situadas extramuros.

En 2009, el monumento fue restaurado y puesto en servicio para la ciudad. La superficie de intervención fue de 90 metros cuadrados. El monumento fue musealizado y dotado de iluminación artística, poniendo en valor la importancia del agua y de esta fuente para el nacimiento y crecimiento de la ciudad. También se recuperó la canalización que partía desde el raudal en dirección a Martínez Molina, pero nunca se pudo visitar. Pocos meses después de su inauguración, el monumento se cerró por problemas de inundaciones. Sigue cerrado.

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