Esta iglesia es actualmente sede de la Parroquia de San Juan y San Pedro de la capital del santo reino. Fue construída en la segunda mitad del siglo XIV sobre una antigua mezquita, al existir restos de un alminar musulmán en la calle Martínez Molina, a espaldas del templo. A finales del siglo XVIII, en su cripta se encontraron restos de un
cementerio romano, por lo que allí estuvo una de las puertas de la
muralla romana, pues estas fortificaciones tenían cuatro y a las afueras
de cada una, un cementerio. Los otros dos encontrados se ubican, uno
cerca de la Puerta del Sol, y el otro cerca de la Puerta de Martos.
Según el censo de 1595 pertenecían al templo 606 viviendas con un total
de 2908 feligreses. Actualmente su jurisdicción pastoral se extiende
sobre una población aproximada de más de 4000 almas.
En el interior, el altar mayor estaba presidido por un retablo muy
similar a los que dispusieron para las capillas catedralicias los
arquitectos Manuel Martín Rodríguez y Gregorio Manuel López, donde figuraban las imágenes de San Juan Bautista y San Juan Evangelista, y se coronaba con un lienzo de la Santa Cena.
Las paredes del presbiterio las decoraban once pinturas de diversos
temas. El patronato de ésta capilla lo tenía la familia Coello de
Portugal.
A la izquierda del altar mayor se abría una amplia capilla cedida en 1695 y reedificada en 1726
por Juan Manuel de Bonilla y Olivares. En ella se ofrecían a la
devoción de los fieles a la Congregación del Santo Sepulcro, ocupando el
camarín la Virgen de los Dolores. Al otro lado había un retablo dorado
con una imagen de San Jacinto coronada con una diadema de plata, flanqueada por dos imágenes del Niño Jesús y la Purísima Concepción.
En el cuerpo de la iglesia se alzaban varios altares de concurrida devvoción como San Antón, San Félix de Valois, San Juán de Mata, Nuestra Señora de la Encarnación o San Sebastián,
además de un lienzo de Ánimas. El coro disponía de un gran órgano con
trompetería horizontal, la sacristía se dotaba de hermosas cajoneras de
nogal en donde se encontraba un Santo Cristo con dosel encarnado y
algunas pinturas entre las que sobresalían una de la Transfiguración,
de Santiago o San Juan Bautista.
Aneja a la iglesia hubo una sala
destinada a juntas y cabildos por parte de la Venerable Universidad de
Priores, institución corporativa cuyos estatutos se aprobaron en febrero
de 1400, y renovados en 1705. La sala disponía de una mesa y siete escaños de nogal y estaba
presidida por un lienzo del Crucificado, a cuyos lados colgaban otros
dos de San Nicolás
y de Todos los Santos. También había un arca de nogal para guardar los
caudales y un armario de pino donde se almacenaba el riquísimo archivo
de la Universidad, hoy integrado en el Histórico Diocesano.
En el arreglo parroquial realizado en junio de 1843, que dejó a la
capital con tan sólo cinco parroquias, provocó que la de San Juan fuera suprimida,
quedando el templo con la condición de iglesia auxiliar de la parroquia
de San Pedro y el culto atendido por uno de sus coadjutores, para volver a ls iglesia de San Juán, junto con la advocación de San Pedro, a partir de
1907, como consecuencia del derrumbamiento de esta última.
Durante la guerra civil, el templo fue seriamente dañado. Bajo él se adecuaron las criptas funerarias que poseía la iglesia para que sirvieran de refugio anti-aéreo y buena
parte de su ajuar mueble ardió en una hoguera en la misma plaza. Además, en las dependencias del templo se instaló la emisora "Radio Telégrafos" de la
Andalucía republicana con la misión de interferir las emisiones de la
popular Radio Sevilla.
En 1952 la iglesia fue declarada en ruina, trasladándose el culto al cercano Real Monasterio de Santa Clara.
El interior fue demolido, sustituyéndose por una estructura de hormigón
armado. Así este nuevo templo carente de la menor relevancia
arquitectónica, se reabrió al culto el 29 de mayo de 1956.
Ya en la década de los años ochenta, con la loable intención de
mejorar la contradictoria visión que ofrecía el templo, se realizaron de
la mano del arquitecto Luis Berges Roldán unas obras que pretendían
armonizar el conjunto por su inedudable relevancia histórica. Por
decreto, el obispo Don Miguel Peinado Peinado, el 17 de mayo de 1985 decidió que la parroquia llevase definitivamente la denominación canónica de "Parroquia de San Juan y San Pedro".
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