Durante muchos años, la capital del Santo Reino estuvo plagada de numerosos edificios eclesiásticos hasta que poco a poco muchos de estos fueron desapareciendo. El Convento de la Santísima Trinidad y Redención de Cautivos es un claro ejemplo de aquellos conventos desaparecidos y olvidados por la inmensa mayoría de los residentes.
Este
edificio estaba localizado en el actual número trece de la calle Santísima
Trinidad. El convento, de gran amplitud, constaba de dos patios porticados y
una iglesia, de cuya capilla mayor tenía el patronato de la Familia Contreras.
A su iglesia, de una sola planta, se accedía por dos puertas y en su interior
se componía de varias capillas. En una de ellas, próxima al coro, se veneraron
los restos de Don Pedro de la Hoya, uno de los frailes más consagrados de la
congregación y que murió en olor de santidad.
Durante
muchos años, el convento custodió a las hermandades de San Blas y la de los
Esclavos del Santísimo Sacramento y Cena del Señor, esta última recuperada en
1998 con el título de Hermandad Sacramental de Jesús Salvador en su Santa Cena
y María Santísima de la Caridad y Consolación. Otra de las imágenes que la
congregación trinitaria trajo a la capital del Santo Reino fue la de Jesús de
Medinaceli, que en la actualidad se puede venerar en la parroquia de la
Magdalena, junto con la de San Blas.