Si
hay una familia destacada en la historia de la capital del Santo Reino es
aquella formada por don Miguel Lucas de Iranzo y doña Teresa de Torres. Don
Miguel Lucas nació en Belmonte, un municipio de Albacete, en 1453. De origen
humilde, vivió sus primeros años en el seno de una modesta familia hasta que
entró en la corte real al servicio de Juan Pacheco, Marqués de Villena. A
través de éste lograría servir como paje del futuro rey Enrique, logrando
ascender en su carrera profesional gracias al vínculo afectivo que mantenía con
el futuro monarca.
Pese
a su rivalidad con el propio Juan Pacheco, Beltrán de la Cueva y Pedro Girón, Miguel
Lucas llegó a desempeñar puestos de responsabilidad tales como Halconero Mayor
del Reino, Chanciller Mayor de Castilla y Alcaide de Alcalá la Real, Andújar y
Jaén. Después fue nombrado Corregidor de Baeza y Condestable de Castilla.
Doña
Teresa de Torres, en cambio, era Condesa de Villadompardo. Si bien se desconoce
la fecha de su nacimiento, si se han encontrado documentos que certifican que
era la única hija legítima nacida del matrimonio entre Carlos de Torres, IV
señor de Villadompardo, y doña Guiomar Carrillo.
Aprendió
a leer y a escribir gracias a la educación recibida en el convento de las
clarisas de Jaén, de la orden franciscana. Poco tiempo más tarde, bajo la
tutela de su tío Juan de Torres tras la muerte de su padre, comienza a recibir
una educación típica de las señoras de la corte, como montar a caballo o
conocer los juegos, bailes y formas de actuar y vestir de aquellas damas que acompañaban
a los nobles.
Fue
el propio rey Enrique IV el que decide desposar a nuestros protagonistas,
celebrando su boda el 1 de noviembre de 1456. Dos años más tarde, con el
nombramiento de Miguel Lucas como barón, conde y condestable de Castilla,
nuestro protagonista se mudó definitivamente a la capital del Santo Reino. A
partir de entonces, Teresa de Torres controla el mayorazgo urbano, las
propiedades de su familia y todos los temas económicos y políticos de su
familia a la sombra de su marido.
En
diciembre de 1460 el matrimonio inaugura su sede definitiva, un desaparecido
palacio, del que aún quedan algunos restos, en pleno casco antiguo de la
ciudad, cercano a la Catedral de Jaén. Tras varios abortos, el 7 de enero de
1465, a las 10 horas, nació Luisa de Torres. Tres años más tarde, el 11 de
abril de 1468, en plena madrugada, Teresa de Torres da a luz a un sano varón,
Luis de Torres, a la postre heredero de la herencia de su familia. Después de
sucesivos alumbramientos, un brote de peste acaba con la vida de Luisa de
Torres el 8 de enero de 1470, tras una crisis de epilepsia.
Las
malas lenguas aseguraron en aquella época que el matrimonio, precisamente, era
de todo menos feliz. De hecho, se comentaba que el matrimonio dormía en alcobas
diferentes. En el centro de la ciudad, en el desaparecido Palacio del Condestable,
tanto Miguel Lucas como doña Teresa dormían en torres diferentes, construidas
en el espacio comprendido actualmente como Teatro Darymelia. Cuando estos se
mudaban temporalmente al Castillo de Santa Catalina, Miguel Lucas realizaba su
vida en la Torre del Homenaje, mientras que doña Teresa vivía en la Torre
Portera, popularmente conocida como Torre de las Damas.
Estas
habladurías también comentaban que la dama sufría innumerables infidelidades
por parte de su marido. Las más notorias fueron una bella mora que acabó
fatalmente asesinada en el Alcázar Viejo de la fortaleza cristiana, y también
la estrecha relación que, al parecer, mantuvo Miguel Lucas con el monarca
Enrique IV.
El
21 de marzo de 1473, Miguel Lucas de Iranzo fue asesinado mientras rezaba de
rodillas en la capilla mayor de la Catedral. Los culpables de tal fatal
desenlace justificaban su acto en que, al parecer, la víctima apoyaba a los
judíos de la ciudad. Su cuerpo fue enterrado en el panteón que la familia De
Torres se había construido en la Santa Iglesia Catedral.
Desde
entonces, Teresa de Torres gobernó la ciudad hasta el año 1500, época en el que
abandona Jaén para convertirse a monja. Durante su gobierno, debido a la
estrecha relación de amistad que mantenía con Isabel la Católica, la noble consiguió
que los monarcas se hospedaran en la ciudad hasta en cuatro ocasiones. Incluso
se comenta que fue en su tercera visita donde la reina Isabel acuerda con
Cristóbal Colón su supuesto viaje a las Indias.
La
vida de nuestra protagonista acabó en el año 1521, siendo Abadesa Mayor del
Monasterio de Santa Isabel la Real por orden de Isabel la Católica, en pleno
barrio del Albaicín de la ciudad nazarí.
Su
único hijo, Luis de Torres, se enclaustró en un monasterio cordobés, según las
habladurías de la época, porque no fue correspondido en el amor. De este modo,
finalizó, para siempre, el linaje de los De Torres-De Iranzo. Una familia que
tanto dio, y tanto le tenemos que agradecer, aún en pleno siglo XXI, los
habitantes de Jaén.