La
barriada de San Juan es una de las zonas de Jaén más olvidada de nuestra
ciudad, siendo las casas deshabitadas, la infravivienda y sus enormes carencias
las notas predominantes. Su geografía, rodeada de calles empinadas, buscaba en
época medieval la seguridad que ofrecía el Castillo de Santa Catalina.
El
corazón del barrio ha sido, es y será la Plaza de San Juan, un trazado
irregular con importantes desniveles que obligaron a suavizarla y a implantarle
muros y cantones. En uno de sus rincones se encontraba La Pescadería, una lonja
comercial donde el municipio controlaba la venta de pescado fresco y en
salazón. La zona central, sin embargo, se utilizaba como mercado de frutas y
verduras y, durante el gobierno del condestable Miguel Lucas de Iranzo, se celebraron
corridas de toros y los concejos abiertos.
La
iglesia parroquial de San Juan y San Pedro, símbolo del barrio, es una de las
parroquias más antiguas de la capital levantada sobre los restos de unas
viviendas musulmanas. En el siglo XVIII sufrió grandes desperfectos que
afectaron a su fachada, dejando la fábrica en ruinas en los primeros años del
siglo XX. Tras la guerra civil española se demolió erróneamente el interior de
la misma, dejando en pie tan sólo los muros perimetrales.
Su
actual denominación es la de Parroquia de San Juan y San Pedro tras la
destrucción de una iglesia dedicada a este último santo metros más abajo. En la
iglesia tuvo lugar la implantación de la Venerable Universidad de Curas
Párrocos entre los siglos XIII y XX. Junto a la fábrica se encontraba la Torre del
Concejo, sede del reloj oficial de la ciudad porque en la plaza se celebraban
los cabildos municipales. La torre es rematada con una balconada de medio punto
abierta en sus cuatro frentes donde cuelga la campana del reloj donada por la
propia iglesia.
En
la parte alta de la torre se encuentran unas inscripciones que dicen “AÑA: ECCE
CRVCEM DOMINI FVGITE PARTE ADVERSE VICIT DE TRIBV IVDA RADIX DAVID”, (He aquí
la cruz del Señor. Huid enemigos. Venció el León de la Tribu de Judá y de la
raíz de David) y “EN EL AÑO DEL SEÑOR MDLIII: SIENDO PRIOR D. FERNANDO D GORMAZ
Y MAYORDOMO D. FERNANDO CAMUDIO DE GORMAZ”.
La
callejuela de San Benito debe su nombre al desaparecido Priorato de San Benito,
una institución que se mantuvo en pie hasta los tiempos de la desamortización
de Mendizábal. En ella se celebraba la ceremonia de investidura de los
caballeros de la Orden. El conjunto pasó a formar parte de casas de vecindad.
En la parte trasera se encontraba El Corralaz, un corral de comedias que acabó
calcinado por causas desconocidas, provocando la muerte de varias personas a
comienzos del siglo XVII. Hoy su entorno fue renombrado como calle de Juanito
El Practicante en recuerdo de don Juan Torres Olivera, sanitario que trabajó
mucho por los vecinos de San Juan y La Magdalena.
La
calle de la Iglesia, hoy en día de San Juan, es la vía donde se encuentra la
fachada y la puerta lateral del templo, y donde en su cabecera se instaló la
Sala del Concejo. Por otro lado, si se puede determinar qué calle ha servido de
nexo de unión entre San Juan y La Magdalena, esa es la calle Llana de San Juan,
continuación de la actualmente renombrada de Almendros Aguilar.
La
otra vía que sirve de límite perimetral es la actual Muñoz Garnica, entre el
barranco de la Coronada y la callejuela de San Benito. Al inicio de este tramo
existió el convento de Nuestra Señora de la Coronada, de los P.P. Carmelitas
Calzados, levantado hacia 1620. En ella sigue existiendo una fuente de piedra
en la que se puede leer la siguiente inscripción “DIA DES MATHIA/CEUNUMADAT
GASPAR/FELIX MANRIQUE/AÑO 1642”.
La
calle de las Moscas era una vía bautizada así por las casquerías o puestos de
venta de despojos que provocó numerosos enjambres de insectos. La calle de las
Peñuelas de San Juan estuvo habitada por lecheros y cabreros y, por otro lado,
la calle del Reventón era el lugar perfecto desde donde contemplar las
inmejorables vistas de la vega, del río y de la campiña mediante un mirador.
La
Ropa Vieja, cantón por excelencia de la ciudad junto con el de Jesús, siempre
ha servido de punto de encuentro entre sus vecinos. Allí se instalaban los
tenderetes de los ropavejeros o mercaderes de ropas usadas, vía que acababa en
un callejón sin salida renombrada como calle de Elvín, donde actualmente se
encuentran unos jardines privados similares a los Carmenes granadinos.
En
el lado extremo se encuentra la calle de la Santísima Trinidad, en honor al
convento religioso de la Santísima Trinidad y Redención de Cultivos, primer
recinto religioso abierto tras la reconquista cristiana. El espacio estaba
formado por dos patios porticados y una iglesia, de cuya capilla mayor tenía el
patronato los miembros de la familia Contreras. Tras la desamortización de
Mendizábal el convento fue destruido para construir en ella viviendas familiares
y sus dependencias fueron repartidas por diferentes parroquias de la ciudad.
La
calle de los Sorias, o Soria de San Juan, debe su nombre a una casa ocupada por
la familia de los Soria. Junto a ella se encuentra la calle del Vicario por la
residencia del vicario o coadjutor de la parroquia del barrio. Otro de los
trazados ilustres es la calle de la Concepción Vieja por un convento de
dominicas existente en esta bajo la advocación de la Concepción de Nuestra
Señora.