viernes, 21 de enero de 2022

Jaén y la 1ª República (1873-1874)

Cuando en la tarde del 11 de febrero de 1873 las dos cámaras legislativas españolas aprobaron proclamar la República por primera vez en nuestro país, la capital del Santo Reino vivió con cierta tranquilidad dicho acontecimiento.

Un día después, la corporación municipal fue formada por los siguientes regidores: Adrián Fe, Ramón Granadino, José Escabias, José Jiménez, Marino Cano, Juan de Torres, Isidoro Cruz, Francisco Pérez Cabanillas, Francisco García Bermúdez, Antonio Muñoz Aguilar, Antonio Pérez Ortega, José Joaquín Carrillo, Santiago Molina, Ramón Ruiz Monereo, Manuel Fernández Gutiérrez, Juan Francisco Martos y el alcalde Antonio García Negrete.

En la sesión celebrada ese mismo día se acuerda organizar una serie de festejos con el que celebrar la implantación de la República en nuestro país y también se acuerda exonerar a los vecinos jiennenses del pago de artículos de primera necesidad.

Para dejar retratada esta celebridad, el Ayuntamiento autorizó realizar un cuadro que representara a la República bajo las pinceladas de don Genaro Jiménez. Si bien el cuadro fue entregado por el artista al gobierno municipal en junio de ese mismo año, el pintor vio complicado cobrar por dicho trabajo.

En diciembre de 1870 fallece el escritor Bernardo López. Los republicanos, años más tarde, deciden rendirle homenaje a título póstumo con el encargo de un monumento que lo recordara y también dedicándole una calle bajo su nombre. La vía elegida fue la calle Los Álamos. Por desgracia, no fue hasta 1904 cuando la ciudad vería cumplir el deseo republicano de dedicarle un monolito al poeta, aun ya no estando estos en el poder.

Una de las iniciativas en las que más empeño le puso el gobierno municipal fue la de la organización de los llamados Voluntarios de la República, con el fin de estabilizar la situación política en la medida de sus posibilidades. El 1 de marzo, ante la avalancha de voluntarios inscritos, el Ayuntamiento dio por válida la elección de los mandos militares de la Primera Compañía de Voluntarios.

Tres días más tarde, el Boletín Oficial de la Provincia publica la toma de posesión del nuevo Gobernador Civil, José Calatayud, fruto de los cambios orgánicos experimentados tras la crisis del gabinete Figueras el 24 de febrero. Posteriormente, con el fin de reforzar la seguridad de las Casas Consistoriales y de la ciudad en general, en previsión por los diversos altercados políticos que pudieran producirse en contra del régimen, se aprueba que los voluntarios de la república realicen labores de seguridad.

En abril de ese mismo año, tras las revueltas internas en los grupos de voluntarios, el consistorio se encargó de normalizar la situación, aumentando su partida presupuestaria y mejorando las condiciones de trabajo de estos. En el mes de mayo se celebran las primeras elecciones a las Cortes Constituyentes, de la que salió elegido por el distrito de Jaén don J. Ramírez Duro, del partido republicano federal.

La tensa situación que se vive a nivel nacional también tiene sus consecuencias en el consistorio local. Una de ellas fue la destitución de Ramón Ruiz Monereo, alegando problemas de salud. En la casa consistorial emergen diferencias entre sus integrantes, llegando incluso a anularse las reuniones municipales ante la falta de concejales.

Las elecciones municipales de septiembre acabarían con esta incertidumbre tras la llegada de nuevo de Antonio García Negrete a la alcaldía de la capital. Por aquella época, Jaén vivió ajena a los ataques cantonistas que surgieron en contra de la República en municipios como Linares.

Desde Madrid se ordenó la sustitución de los Voluntarios de la República por la Milicia Nacional Local para poner freno a futuras veleidades localistas, buscando utilizar en su favor a los voluntarios de la República y reforzando así al Ejército, dotándolo presupuestaria y materialmente de mejoras que ayudaran a combatir contra el carlismo y contra los cartageneros. En Jaén, en el mes de diciembre, se constituye un cuerpo de artillería de la Milicia Nacional y una compañía de ingenieros de dicha orden.

Por otro lado en la capital, como en el resto del país, la iglesia no se iba a quedar al margen de tanto cambio político. El obispo de aquella época fue el Antolín Monescillo, de ideología ultraconservadora. Su mano derecha fue el canónigo electoral Muñoz Garnica. Sin embargo, la capacidad de maniobra y acomodación al nuevo statu quo efectuada desde la sede episcopal y seguida a pie juntillas por el cabildo catedralicio hizo que la iglesia provocara ciertas confrontaciones directas con los órganos políticos legalmente instaurados en la ciudad.

Muñoz Garnica, en una época en la que los republicanos no se situaban ni a favor ni en contra de la iglesia, aprovecha su poder para comandarse gobernador de la ilustre cofradía de El Abuelo, intentando mantener la ortodoxia eclesial y así, de este modo, evitar desviaciones populistas en el seno de la religiosidad popular jaenera.

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