viernes, 8 de octubre de 2021

Barrios de Jaén: El Camino de Martos

Junto al barrio de La Magdalena existió un portillo, conocido como Puerta de Martos, que era punto de partida de un trazado de tierra que conectaba a la capital del Santo Reino con el municipio jiennense de Martos y la vecina provincia de Córdoba. Esta vía de comunicación es conocida como Camino de Martos y alrededor a esta han existido innumerables espacios que no tenían cabida dentro de la ciudad amurallada.


Ya Alfonso X El Sabio, en el siglo XIII, mandó construir sobre la zona una ermita dedicada a Nuestra Señora de la Coronada. Junto a esta también se levantó una torre con la que proteger a los huérfanos de las invasiones musulmanas. Los vecinos de la ciudad se acercaban hasta este punto para pedirle a la virgen protección para sus familiares cautivos. En un principio, la ermita era gestionada por la cofradía de los Ballesteros de la Coronada, hasta que en 1511 pasó a ser propiedad de los Carmelitas Calzados, levantando allí el primer Convento de la Coronada de la ciudad. De la ermita y del propio convento se comenta que tan sólo ha sobrevivido su portada, vendida y colocada en la Iglesia de Santa María de Linares.

También en este camino se levantó el primitivo Convento de la Merced sobre la desaparecida ermita de San Sebastián en el siglo XIV. Doscientos años más tarde, el complejo religioso se trasladó a su actual ubicación, pasando el edificio abandonado a ser de nuevo de San Sebastián hasta los primeros años del siglo XX.

El Peñón de San Lázaro debe su nombre a una ermita-hospital bautizada con el nombre del santo. Este era una institución benéfica donde se acogían a enfermos contagiados por la lepra y por otras enfermedades similares en el siglo XVI. De su ermita siempre se ha comentado que era el punto idóneo para guardar tesoros, algo que nunca se pudo demostrar pese a los innumerables intentos de muchas personas. Hoy en día es sede del colegio privado Alto Castillo.

Otro edificio emblemático fue la Estación de Olivicultura y Elayotecnia, un complejo creado en el siglo XX cuyos terrenos fueron cedidos por parte de la Diputación Provincial al Ministerio de Agricultura para que se hicieran cargo de la construcción del mismo. En ella se edificó también una ermita dedicada a Nuestra Señora del Pilar.


Durante muchos años fue atendida por el clero de La Magdalena. En sus inmediaciones, a lo largo del año, se concentraban los romeros del cerro de la Cabeza, de la Virgen Blanca, paseantes, lavanderas y un largo etcétera. También se construyó una fuente, el Pilar Nuevo, abastecida por las aguas procedentes de los peñascos cercanos a la Casería de Valcrespo, propiedad de los dominicos. De todo estos terrenos han perdurado algunos pabellones de lo que en su día fue un enclave esencial para el futuro del campo jiennense.

Cerro de los Lirios era el siguiente enclave rústico tras los ejidos de la zona, como el de Santa Isabel. Su posición estratégica jugó un papel determinante durante la Guerra de la Independencia, ya que en 1808 combatieron por la zona las tropas españolas y francesas. Desde este punto se puede divisar lo que queda de las ya urbanizadas vegas de las Fuentezuelas, Santa Isabel, La Imora y la campiña.

A mediados del siglo XX, junto con la Casería de la Escalona, el terreno fue utilizado como vertedero, provocando su destrucción como zona virgen. Frente al cerro se encontraba la ermita de San Antón, germen de las tradiciones populares de nuestras famosas lumbres y que, en un principio, fue gestionada por la cofradía laical de los Ballesteros de San Antón. Ellos, como miembros de la Orden, fueron los primeros en realizar los fuegos de invierno de origen pagano que condujo a su cristianización y a su rápida difusión.

La Imora es un paraje situado a las afueras de la ciudad, actualmente anexa a la Autovía del Olivar. Su nombre original fue el de Daymora, en pleno siglo XV, aunque existen escritos que demuestran que ya en época musulmana estos terrenos eran conocidos como Fuente Mora y que en ellos existieron jardines y huertas. Un espacio privado ya que la iglesia era dueña de esta parte de la ciudad. Con la desamortización de Mendizábal pasó a formar parte del pueblo.

En 1958, El Alcázar comenzó a construir una fábrica que duró cuatro años en ponerse en pie, construyendo un espacio que aún se mantiene activo. Cerca de esta se edificó un colegio privado en 1980, conocido como Guadalimar. Entre la ciudad y La Imora existía un paraje conocido como Cementerio Viejo, por los enterramientos que se realizaron por la zona y cuyos cadáveres fueron encontrados en recientes excavaciones arqueológicas.

En la Imora se encuentra una ermita que ya desde el siglo XV atendía las necesidades espirituales de los lugareños. En su interior se encuentra la imagen de la Virgen Blanca. Esta tuvo que abandonar la ermita por su estado ruinoso para trasladarse a una hornacina cercana a los muros de la Casería de la Imora y después a la parroquia de La Magdalena durante la Guerra de la Independencia.

A mediados del siglo XIX la ermita se reparó y la imagen fue trasladada a su primitiva residencia. La guerra civil provocó la destrucción de la virgen y después del conflicto bélico se compró una nueva imagen y una copia de cedro que se custodiaría en la parroquia de Santa Isabel, hasta que regresara de nuevo a casa. La nueva ermita data del año 1976 con una portada cuya entrada es de arco de medio punto coronada por espadaña y un atrio porticado.

Valdeastillas, sin embargo, es un barrio situado al otro lado de la Autovía del Olivar. Las construcciones tipo chalé se realizaron en los años sesenta aprovechando el agua de sondeos y su inmejorable posición.

En las faldas del cerro de Santa Catalina comenzó a edificarse tras la guerra civil el barrio de San Vicente de Paúl, más conocido como Antonio Diaz, aunque primeramente fuera bautizado como las Casillas del Obispo por la promoción que le hizo el obispo Félix Romero Mengíbar a la zona. Muy cerca de este punto, en 1950, el periodista Tomás Romero Bravo descubrió una cueva con una profundidad de más de treinta metros y bellas formaciones kársticas que daban a un pozo de más de veinticinco metros de profundidad y a otras grutas aun por explorar.

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