viernes, 15 de octubre de 2021

De leyenda: Las Tres Morillas

En los últimos años de reinado árabe sobre la capital del Santo Reino hubo un monarca, llamado Rey Alhamar, que tuvo que sufrir la pérdida de su esposa tras el parto de tres hermosas niñas; Aixa, Fátima y Marien.

Aquellas niñas se convirtieron en tres bellas damas, y su popularidad era tal que las habladurías de la época habían traspasado las fronteras de Jaén. Es por ello que su padre las mantuvo encerradas dentro del Alcázar Viejo del Castillo de Santa Catalina, para protegerlas de las miradas de los hombres.

Un buen día llegó a Jaén un emisario del monarca cristiano Fernando III para entregar al rey Alhamar una carta. Alhamar ordenó que el soldado se alojara en la fortaleza los días que permaneciera en la ciudad mientras meditaba la respuesta de esa propuesta.

En una cena, mientras estaban sirviendo los postres, las tres hermanas entraron jugando a la estancia y al observar al soldado estas se quedaron tan impresionadas que salieron corriendo del comedor con la misma velocidad con la que entraron. Tras este hecho, tanto las tres hermanas como el emisario fueron presentados formalmente. Desde ese momento, el soldado cristiano buscó sin cesar a las bellas damas por toda la fortaleza sin éxito.

Alhamar dio respuesta formal al monarca cristiano, por lo que el emisario tuvo que abandonar la fortaleza árabe. Varios meses después, el caballero cristiano regresó en secreto a Jaén para conquistar a una de las hermanas. Ya en el interior del recinto fortificado, se escondió en un huerto, y es allí donde pudo escuchar una canción entonada por las tres hermanas.

“¿Do estarás ahora hermoso galán, que solo pude verte un día? ¿Qué triste se tornó mi vida, desde que te perdiste en la lejanía!”

El soldado se acercó a ellas sigilosamente y les preguntó si ese caballero era él, porque desde que las vio se enamoró de cada una de ellas. Aixa, con lágrimas en los ojos, le dijo que su amor era imposible porque su padre la había cortejado con un señor de Granada muy poderoso aunque ella también sufriera de amor por él.

Las hermanas, entonces, decidieron entrar al interior del castillo, y el caballero cristiano las siguió. En ese intento, el joven soldado fue capturado por las tropas del rey Alhamar. A los pocos días el monarca nazarí se entrevistó con el soldado, que le contó lo que le había ocurrido. Alhamar, finalmente, con todo el dolor de su corazón, decidió permitir que Aixa pudiera casarse con el caballero cristiano, aun sabiendo que no volvería a ver a su hija nunca más.

El caballero cristiano permitió que Aixa pudiera ver a su padre al menos una vez al año y, resuelto ese escollo, Alhamar permitió que sus otras dos hijas, Fátima y Marien, eligieran marido. Alhamar puso al tanto a Fernando III de lo sucedido y, este último, que se encontraba en Úbeda, le comunicó que deseaba apadrinar la boda. Todos se trasladaron a Úbeda, donde se celebró el bautizo de la bella mora y, a continuación, la boda.

Se puede decir que de esta hermosa leyenda nació un bello cancionero en pleno siglo XV que dice lo siguiente:

Tres morillas me enamoran en Jaén,

Axa, Fátima y Marién.

Tres morillas tan garridas iban a coger olivas,

y hallábanlas cogida en Jaén, Axa, Fátima y Marién.

 

Y hallábanlas cogidas y tornaban desmaídas

y las colores perdidas en Jaén. Axa, Fátima y Marién.

 

Tres moriscas tan lozanas, tres moriscas tan lozanas

iban a coger manzanas a Jaen, Axa, Fátima, y Marién.

Díjeles: ¿Quién sois, señoras, de mi vida robadoras?

Cristianas que éramos moras en Jaén.

Axa, Fátima y Marién.

 

Tres morillas me enamoran en Jaén.

Axa, Fátima y Marién.

También en 1931, el propio Federico García Lorca popularizó esta leyenda dentro de los cinco discos gramofónicos que contenía un total de diez canciones, entre ellas las Morillas de Jaén, que grabó con la voz de Encarnación López La Argentinita.


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