viernes, 16 de abril de 2021

En el olvido: Convento de San Agustín

En la Plaza de los Jardinillos, en el espacio actual comprendido por el edificio de Correos y telégrafos y buena parte de la calle Doctor Eduardo Arroyo, se mantuvo en pie durante siglos el desaparecido Convento de San Agustín. Esta casa religiosa fue fundada el 9 de agosto de 1585 los P. P. Agustinos de un modo muy poco legal, apoyándose en el deseo de la ciudad por contar con una universidad. Su fundación se gestó en silencio en connivencia con el Ayuntamiento, al que los agustinos prometían abrir clases de Gramática, Artes y Teología Escolástica y Positiva.


Su iglesia poseía dos monumentales portadas. Una de ellas, la principal, se encontraba abierta a la plaza del mismo nombre y se coronaba con una airosa espadaña de tres huecos. Junto a esta fábrica se erigió el gran edificio del convento, cuyas dependencias se distribuían en torno a un patio porticado con columnas de orden dórico y galerías claustrales, en cuyo centro se dispuso una fuente para refrescar el ambiente.

En julio de 1808 los franceses aprovecharon los muros del convento para atrincherarse. Este hecho provocó que se originaran serios desperfectos en el edificio por lo que los P. P, Agustinos tuvieron que abandonarlo. Hubo un acuerdo entre el Ayuntamiento y la orden religiosa por lo que se les cedió el viejo inmueble de los jesuitas, en la calle Compañía, y a cambio el convento de San Agustín pasó al Ministerio de la Guerra que lo convirtió en cuartel.

Años más tarde, como la guarnición era escasa e intermitente, el local se fue arruinando por zonas, y a principios del siglo XX era inhabitable, por lo que se decidió demolerlo y construir en su solar un cuartel para la Guardia Civil. En 1923 se comenzó a derribar los restos que aún se mantenían en pie del antiguo convento y no se hizo el nuevo cuartel.

En 1939, con la intención de dar trabajo a los menesteros, se construyó la Piscina Municipal. En 1970 la apertura de la calle Doctor Eduardo Arroyo y la construcción de la sede de Correos borró todo resto de lo que en su día fue hogar de los discípulos del señor.

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