En
la actualidad, en la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, se conserva
en su sacristía un hueco y un arco de medio punto de una antigua capilla
mandada a construir por una familia de notable y reputado prestigio de nuestra
ciudad conocida como “Los Moya”.
Esta
familia estuvo formada en pleno siglo XVI por don Diego de Moya, hijo de don
Martín Fernández de Moya y doña Catalina Fernández, y esposo de Doña Ana
Gutiérrez, de la que tuvo tres hijos; Francisca, Alonso y Diego de Moya,
contrayendo este último matrimonio con doña Ana de Alcázar, y teniendo una hija
llamada doña Ana de Moya, fundadora de la capilla de la que se habla.
Esta
última mujer murió muy joven, y dejó por escrito en su testamento la
construcción de dicha capilla, nombrando como herederos a Alonso y doña
Francisca de Moya, sus tíos, y como albaceas al doctor Pastrana, al doctor
Salcedo, y a Melchor de Soria, priores de las iglesias más importantes de la
ciudad.
Rápidamente
los albaceas decidieron construir la capilla en un corredor paralelo a la
actual sacristía ocupando el espacio que va desde la tribuna del coro a un
aposento que se comunicaba con el actual estanque romano de la iglesia. La traza
de la misma fue diseñada por don Alonso Barba y por don Francisco González,
comenzando las obras en 1585 con el fin compromiso de terminarlas para el día
de Pascua de Navidad próximo.
Para
la construcción de un arco de medio punto se tuvo que romper un muro que
separaba a la iglesia del corredor que existía en aquella época y se
construyeron además unas ventanas y unas lumbres en la parte alta de la capilla
que no daba luz alguna. También en la parte alta de la misma se colocó el
escudo de armas que utilizaron la familia de los Moya durante muchos años.
Finalizadas
las obras, tanto Melchor de Soria como Nicolás Hernández y Salvador de Madrigal
se dispusieron a cobrar las deudas que los herederos de doña Ana de Moya aún no
habían abonado, pero estos se negaron en rotundo al eludir que no estaban
conformes ni con el resultado definitivo ni con las formas en la que la capilla
fue construida.
Por
este enfrentamiento, el obispado de Jaén se vio obligado a intervenir en el
asunto, condenando a los herederos de doña Ana de Moya a pagar lo que se debía
por la construcción so pena de excomunión.
Con
el paso del tiempo, la capilla desapareció y en la actualidad no ha quedado ni
rastro de la misma, provocando el desconocimiento de si finalmente la obra fue ejecutada
por Salvador de Madrigal o encargado a Sebastián de Solís.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.